martes, 28 de abril de 2009

NATURALEZA



¿Lo salvó su madre?
No. Y sí.
Sin su valor y su lucha por la vida su madre no lo hubiera vuelto a ver nunca más.
¿Y el puma? Se quedó sin su desayuno...
¿Crueldad? Creo que no...
La Naturaleza tiene sus leyes, y para mí que son justas, aunque a veces nos resulten difíciles de entender...


PALABRAS





No me digas palabras bonitas,
de bellos sonidos y tiernos olores,
no me digas palabras bonitas,
que eso ya lo hacen los grandes cantores.

Mi alma se duerme, marchitan mis flores,
en cuna se mece y morir parece
mi ser guerrero que guerras ansía
y en ellas ganar el fin que merece.

Dime mejor palabras de fuerza,
arengas tronantes de voz imperiosa
luz cegadora de fuerza divina
certezas directas con sangre de rosas.

No me digas palabras bonitas,
Dime mejor palabras de fuerza…

sábado, 25 de abril de 2009

ANUNCIOS



"Lo que para mí se acerca más a lo infinito es la inmensidad del universo y la estupidez humana, aunque de lo primero aún no estoy del todo convencido."

Esto cuentan que dijo A. Einstein, y al parecer lo han tenido en cuenta, para su propaganda, y con mucha habilidad, los vendedores de cosas diversas, con el fin de aumentar sus ventas. Y creo que con gran éxito para el engorde de sus cuentas de resultados.

Hay un fabricante de coches, no digo cuál, claro, que ni por asomo habla de la potencia, fiabilidad o duración de su motor, ni de la comodidad de su cabina, ni de su facilidad de manejo, ni de su seguridad en caso de accidente. ¿Para qué? Se supone que eso es lo de menos en un coche. Lo que de verdad importa es que veamos salir del mismo la modelo o el deportista más cotizados, que en algún lugar de la carrocería luzca la firma de un famoso pintor, que los viajeros estén siempre riéndose y contando chistes o que se deje caer el vehículo desde un octavo piso y caiga en la luna.

En fin… que os voy a contar… Es cosa que conocemos de sobra por lo infinitos anuncios en cualquier medio de comunicación. Parecería que, al comprárselo, cualquier mujer se convertiría de repente en una modelo de 90-60-90, o que cualquier hombre, aún fofo y gordinflón, en el mejor deportista de todos los tiempos. O que nada más que subirte y conducirlo todos los pasajeros cambiaran sus tristes vidas en otras nuevas, con risas, chistes y demás. Se acabaron las depresiones si lo tienes. O que quisieras y pudieras ir a la luna sin cohete ni traje espacial.

Pero bueno… ya conocemos la imaginación de los publicistas. Casi todos tienen mucha más imaginación que muchos cineastas de pró. Lo peor no es que lo hagan los publicistas. Lo peor es que es lo mismo hacen casi todo los demás: promesas absurdas, logros sin esfuerzos, riqueza sin trabajo, libertades sin conquista, derechos gratuitos, capacidades inexistentes, futuros de color de rosa, trabajos sin dar ni golpe, etc. etc.

¿Así será para siempre? Pues… no. Lo que suelen conseguir es que no les creamos ya nunca más, ni en nada. Dicen que la mentira tiene las patas cortas. ¿No lo crees tú?


miércoles, 22 de abril de 2009

EL CAMPITO

From CADIZ

From CADIZ

domingo, 19 de abril de 2009

PINTADA


No soy amigo de pintadas en la calle, sino todo lo contrario, pero, de entre miles de corridas de toros, siempre hay alguna en la que se indulta un toro, por su especial valor. Haré hoy, excusándome por ello, el indulto de una de ellas.

Esta foto mía, muy antigua, la he vuelto a rescatar tras una conversación con mi amigo Juanarmas, autor del blog El viaje de Riddhi, y a él se la dedico.




lunes, 13 de abril de 2009

DAR Y RECIBIR



       Estábamos delante de unas pizzas, disfrutando de una excelente sangría y riéndonos con verdadera alegría, con la alegría de los verdaderos amigos.
       
       No sé como la conversación se deslizó a temas de cine, música y libros. Bueno, en realidad es algo muy común, sobre todo en nuestro círculo. Y hace mucho tiempo que venía rondándome una idea sobre el asunto, que quise expresar en voz alta. Me costó tanto hacerme entender, no sé si por mi impulsividad al hacerlo, por el rechazo que provocaba, porque es difícil de aceptar, o puede ser quizá también por la gran ingesta que hasta el momento había hecho de la deliciosa sangría. Incluso varias veces me pidieron que dijera claramente “habas claras”
       
       Les contaba que en casi todas las ocasiones que se le pregunta a alguien por sus aficiones suele contestar lo siguiente:
       
       - Leer, escuchar música, ir al cine y viajar.
       
       A veces se añade otra cosa, pero estas aficiones entran casi siempre en los gustos y preferencias digamos “normales”.
       
       Yo les decía que esto tenía un gran inconveniente, y consistía en que eran “actitudes pasivas”, en las que no se participaba activamente, como creador. Para ilustrarlo le dije:
       
       - ¿Y si nadie escribiera libros, ni hiciera música, ni películas, ni hubiera agencias de viajes, a qué demonios se dedicaría tanta gente? ¿Y si no hubiera televisión, a la que, aunque no lo dicen, le dedican muchas horas? Para que alguien lea un libro es preciso que alguien lo escriba primero. Para escuchar música es preciso también un compositor que la escriba, aparte de un director que la interprete y unos músicos que la ejecuten. Para ver una película es preciso alguien que de a la luz el guión, la música, etc. Creo que la idea es fácil de entender. Si todos nos dedicáramos exclusivamente a esas aficiones terminaríamos por no poder disfrutar de ninguna, porque no habría ni libros, ni música ni cine ni casi nada de nada.
       
       Y ello es producto de la educación “pasiva” que nos imbuye la sociedad de consumo, más interesada en que “consumamos” que en que “creemos”. Cada vez hay más consumidores y menos creadores. Pero la discusión empezó cuando yo planteé que lo verdaderamente enriquecedor es la creación, y no el consumo.
       
       Aunque se planteó que el consumo no es del todo pasivo, circunstancia que admití, generalmente sí lo es, al plantearse elementos de consumo cada vez más digeridos y para los que es preciso cada vez menor esfuerzo.
       
       Así, no es lo mismo leerse el último best-seller, el que por cierto si es el mejor vendido (que es la traducción al castellano de best-seller), seguramente lo será porque la gran mayoría de la población es capaz de tragárselo, con lo que puede deducirse que su profundidad será escasa, que es mucho más fácil que leerse los Diálogos de Platón, las obras de Kant, y, en general, los clásicos, que, como es obvio, necesitan un mayor esfuerzo de comprensión y de asimilación. Afirmé que, mejor que leer “El código da Vinci” yo leería otra vez El Quijote, por ejemplo. Pero resultaba que todo el mundo lo había leído. Eso ya no lo pude pasar. Sí, todos lo leímos en el colegio, de chicos, me dijeron. ¡Claro, y qué remedio! Pero ¿quién lo ha leído de adulto por propia voluntad, sin ser coaccionado? Resulta que es el libro más famoso, más elogiado, más editado de la literatura española, pero pondría la mano en el fuego que es el menos leído. Aunque quien fuera o fuese me jurara o demostrara lo contrario. Será, y lo creo, best-seller, pero para ponerlo en la estantería del mueble bar.
       
       Creo que por este camino, y como los creadores son también y cada vez más, consumidores, salvo bellas excepciones, llegaremos pronto al momento de no tener nada que llevarnos al cerebro, salvo, claro está, los clásicos, de la literatura, del cine, de la música y de todo lo demás.
       
       Pero lo trágico de esta cada vez más fomentada y frecuente actitud pasiva es que no sólo repercute en la creación artística, sino en cualquier plano de la actividad humana. Así, en el amor queremos antes ser amados que amar, en la amistad queremos tener amigos antes que ganarlos, en el trabajo queremos cobrar antes que trabajar, y en la convivencia exigimos de nuestra pareja antes que entregarnos a ella, queremos que Dios nos ayude, sin ayudarle a Él dentro de nosotros, y hasta hay gente que quieren ir al Cielo como se estila ahora, como el aprendizaje del inglés...... ¡Sin esfuerzo!

       

miércoles, 8 de abril de 2009

CÁDIZ, PUERTA DEL CASTILLO DE SANTA CATALINA

From UN PASEO POR CÁDIZ
En el flanco derecho de La Caleta, mirando al mar, y protegiendo a Cádiz, junto a su hermano, el de San Sebastián, se alza este castillo, de planta estrellada. 
Entre ambos, acogedoras y protegidas, las aguas de La Caleta acarician la fina y rubia arena, a cubierto de los vientos...



viernes, 3 de abril de 2009

LO QUE IMPORTA





Ayer, paseando con mis perros por las calles casi solitarias y casi silenciosas, vino a mi mente una idea que seguramente habría estado cocinándose durante largo tiempo dentro de mí, esperando una forma clara con la que entrar en mi conciencia. Y entró de repente.

Seguramente la chispa que encendió la llama y luego la luz fue que escuché a dos novios que discutían agriamente, lanzándose recíprocos reproches, y luego a dos ancianos que intercambiaban opiniones sobre cómo se estaba arreglando la calle, si bien o si mal.

Y pensé: Nadie se ocupa de lo que le importa. Todos se ocupan de lo que no les importa.

Y paradójicamente, es así exactamente. Parecería que es al revés, que todos nos ocupamos ante todo de nosotros mismos. Pero nada más lejos de la realidad. En la práctica, todos huimos de nosotros mismos. El mero hecho de acercarnos un poco nos da terror.

Lo nuestro debería ser ocuparnos de nosotros mismos. Del estado de nuestro ser. Del estado de nuestra mente, de nuestra conciencia, de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, de nuestras contradicciones, de nuestras manías, de nuestras energías, de nuestro cuerpo, etc., y no tanto de los demás.

Así descubriríamos cosas que distan mucho de la idea que tenemos de nosotros mismos, casi siempre pura fantasía. Y de una manera valiente y osada, cumpliendo el requisito sine qua non del “Conócete a Ti Mismo”, comenzaríamos la tarea de mejorarnos. 

Por ahí se llega, no a la meta, sino al comienzo, en cuyo lugar es preciso e indispensable encontrarse con la humildad, esa virtud que nos enseña lo poco que somos en realidad. Y de ese conocimiento básico y necesario del "solo sé que no sé nada" es del que se puede partir en busca de la sabiduría.

Es preciso comenzar por ser un egoísta consciente. Y un egoísta consciente es aquél que se ocupa de lo que en realidad le debe importar: él mismo. A partir de ahí podrá ocuparse de los demás.