domingo, 29 de julio de 2012

domingo, 22 de julio de 2012

MÚSICA, POESÍA Y AMOR


Solo hay tres cosas dignas de romper el silencio. La música, la poesía y el amor.
Amado Nervo

En una composición musical están presente las tres cosas. Música, poesía y amor. Si faltara alguna, no habría música. Sería preferible el silencio. Pero cuando el silencio se expresa, necesita de las tres vías. Y si no están presentes las tres, solo hay ruido, que no tiene nada que ver con el silencio, ni con su expresión.

Hay música y ¡qué música! Pero también hay poesía. Porque ¿no son poesía los sonidos que nos revelan el misterio de la belleza en toda su extensión, que abre los ojos del alma para que en verdad puedan ver? ¿que abre nuestro ser interior al universo que nos rodea, y nos adentra igualmente a nuestro universo interior? ¿Y no son los dos universos el mismo universo, una y la misma cosa?

Y también es amor, porque el amor es la llave de la poesía, y también de la música. En verdad el amor es la llave de todas las cosas. No hay nada que se mueva sin amor y no hay música sin poesía y sin amor, como tampoco puede existir poesía sin amor ni música, ni amor sin música y poesía.

La poesía del universo y la música de los astros se expresan por el amor que los mueve. Nada se manifiesta sino por el poder de Eros. Y Eros es poeta. Y Eros también es músico.

Antes de escucharla, necesitamos unos momentos para invocar a Eros y colocarlo en el altar sagrado de nuestro ser interior. Si no está, no amaremos, y si no amamos no podríamos escuchar música. Solo oiríamos ruidos.

Todos sabemos que antes de entrar en el templo es preciso lavarse a conciencia, purificarse, desnudarse de toda vestimenta impura, callar nuestra mente y abrir nuestro corazón. Solo así podremos recibir la música dentro de nosotros. Solo así seremos purificados por ella. Y con ella vendrán de su mano, seguro, otros dioses, otros seres de luz.

Recibámoslos y prestémosle veneración. La música tiene el poder de invocar a los dioses, que a buen seguro responderán a la llamada. Pero solo si nuestro corazón es digno de su visita. Y podremos oír su voz. Pero su voz no suena en palabras. La voz de los dioses suena, necesariamente, en amor, en poesía y en música.



jueves, 12 de julio de 2012

CÁDIZ, MAR Y LAVA
















He conocido a muchos forasteros que, tras unas semanas respirando inmersos en la sal y la luz de nuestras calles, me han comentado sorprendidos y enamorados: “Siempre voy oliendo a mar... siento... como si estuviera andando por las rocas de La Caleta, como rompiendo con dulzura el camino blanco de su orilla...”

Y, como siempre nos ocurre, el forastero enamorado nos enseña facetas de nuestra tierra en las que nunca reparamos, como un amante apasionado repararía en los lunares escondidos de nuestra propia mujer, o en el brillo encendido de sus ojos, que miramos durante años pero que nunca descubrimos...

El forastero mira nuestra pequeña isla con el gozo fresco del primer amante, mientras nosotros la vemos como nuestra amada de toda nuestra vida, con el amor manso y profundo de una larga compañía.

Y yo, tras meditar un rato sus palabras, acerté a descifrar sus impresiones.

Creo que esta ciudad, si te fijas, solo es mar... y lava, le dije. En esta calle por la que paseamos, o en cualquier otra, solo pisarás granito, y solo te rodearán edificios cuyos viejos muros guardan infinitas almas de infinitos compañeros de camino. Mira esas piedras. Dentro de ella aún respiran ostiones, almejas, lapas, caracolas, burgaíllos, erizos, cañaíllas, y un sinnúmero de viejos marinos gaditanos con sus barcas varadas para siempre.



Esas piedras son solo mar, y el suelo que pisas es solo lava.


¿A qué otra cosa podríamos oler? Como en el pequeño pueblo castellano hueles a era, a trigal y a paja, y en las tierras de Jerez hueles a mosto nuevo, a uva y a lagar, aquí el mar nos penetra... está hundido en nuestra carne, en nuestra casa... en nuestra alma.

Vi que sonreía, y vi que entendía mis palabras, pero, más que eso, sentía su comunión con el alma de mis calles... su comunión con la mar.

El sol y la mar. ¿Es Dios algo más que el sol y la mar? -le dije. Si por algo nuestra tierra está bendita no dudes que se debe a esa presencia cierta pero invisible. Seguramente a eso debemos nuestro carácter, nuestra risa y nuestra fe. ¿Te han dicho alguna vez que el sol no haya salido a su hora, que la marea no haya subido cuando debía?

Siéntate en cualquier esquina y pregúntale a la mar, por ti o por tu vida. Siempre te dirá, como una madre vieja, como una nodriza generosa, que Poseidón es muy, muy antiguo... No pierdas la fe, espera sólo mil años más.



domingo, 1 de julio de 2012

QUISIERA...
















Quisiera abrir mi alma por entera
y blanca, y sin mancha,
darla pura a la mano pura,
darla desnuda en la mano abierta,
la que acaricia mi mano,
la que acaricia mis ojos.

Quisiera vestir de luz
el bello plumaje de tu ser
que, como espuma del cielo
brota de la nieve de tu piel,
de luz y de torbellinos,
de fulgores de ascuas encendidas.

Quisiera entrar en ti, quedarme,
para siempre fundido,
contigo por siempre.
Ser tus venas, tu aire,
tu aliento amoroso,
tu casa y tu destino.

Quisiera ser tu yo mismo,
tus entrañas y tus ojos,
tus manos y tus pies.

Quisiera... no sé yo qué quisiera...
Ser tu cielo, tu mar, tu tierra...
y tus estrellas.