lunes, 27 de octubre de 2014

FEMINEIDAD










Llevaba mucho tiempo intentando explicarme por qué razón me enamoraba instantáneamente de algunas mujeres, apenas sin conocerlas. Y nunca me quise dar una respuesta fácil. No me servían. Me resultaba un misterio inexplicable y a la vez inquietante.

La respuesta es que solo soy un hombre.

...


 El enigma se fue desvaneciendo poco a poco. La primera pieza del rompecabezas la puso Helena, con hache. Escuché atentamente, en la biblioteca, su charla sobre la danza oriental. Siempre graciosa y culta hizo un interesante recorrido por la expresión corporal de la danza en las culturas que lo fueron y que nos precedieron, para terminar ofreciéndonos las mejores enseñanzas que recibió en las clases que toma de esa danza del oriente.

 A pesar de que fue toda su charla enriquecedora, solo me impactaron unas palabras que, al parecer Zulema, su maestra, les dijo a sus nuevas alumnas el día que comenzaron sus clases:

“Lo primero que necesitáis para comenzar a aprender el misterio de la danza es ser consciente de que tenéis unas caderas”

       Estas sencillas palabras me sorprendieron, y quedaron grabadas en mi mente, ya que, a pesar de su aparente obviedad, encerraban la primera piedra de mi rompecabezas.
   
       Desde entonces reconocí su decisiva importancia en la resolución de mi particular enigma.
   
       ...    
   
       Pero el asunto se resolvió poco a poco de forma definitiva. Encajaron todas las piezas.
   
       Estuve en cierta ocasión con Mari Luz en el más delicioso concierto que recuerdo de los últimos años. Fue un concierto de preludios y romanzas de zarzuela. En realidad este género no ha sido nunca de mi predilección, si bien siempre tuve cariño y respeto por esta expresión artística sencilla, emotiva y encantadora, fielmente amada por mi madre y por mi mujer. Es lástima que no nos sea ofrecida frecuentemente en los teatros españoles, porque llenaría de vida, de alegría y de bondad los corazones de la gente, ya demasiado castigados por la cultura que nos ha tocado vivir.
   
       En realidad, mi gran interés en acudir a ese concierto radicaba, primero por ver a Mari Luz disfrutar, y compartir con ella esa dicha. Por otra parte, escuchar a la orquesta Manuel de Falla, muy amada por mí. Pero, egoísta y secretamente, lo que quería era volver a ver cantar a Ruth...
   
...

 La primera vez que vi cantar a Ruth fue en la Catedral hace muchos años. Cantaba la voz solista de soprano en la monumental obra del Maestro Haydn, su Stabat Mater.

 Qui non posset contristari, piam Matrem contemplari dolentem, dolentem cum Filio?...

 Mientras ella cantaba, yo, diminutamente perdido, sentado en los nobles e imponentes sillones del Coro, sentía henchirse mi pecho, volar mi alma, abrirse las fuentes de mi corazón pequeño. Las inmensas bóvedas me parecieron más infinitas que el mismo cielo y la luz más hermosa que los ojos de ninguna doncella.

 No la conocía de nada, pero desde ese mismo momento amé a esa desconocida mujer.

.....................


 Una noche, Zulema bailó para nosotros, mientras algunos recitamos poesías del hermoso mundo andalusí.

 Y ocurrió igual que siempre... Cuando terminó su baile Zulema, salimos ambos del escenario, y yo, mudo y trastornado, sólo acerté a besarla y a susurrarle al oído un quedo y tímido “gracias”. Os trascribo lo que esa misma noche escribí sobre lo que sentí mientras contemplaba absorto y perturbado sus expresivos movimientos, la expresión de su rostro y los vuelos de su ser en el espacio. Y la poesía que me tocó declamar a mí, que es esta:

La cita nocturna

Recatándose medrosa
de la gente que la espía,
con andar tácito y ágil
llegó mi prenda querida.

Su hermosura por adorno
en vez de joyas lucía.
Al ofrecerle yo un vaso
y darle la bienvenida,
el vino en su fresca boca
se puso rojo de envidia.

Con el beber y el reír
cayó en mi poder rendida.
por almohada amorosa
le presenté mi mejilla,
y ella me dijo: “en tus brazos
dormir anhelo tranquila”

Durante su dulce sueño
a robar mil besos iba;
mas ¿quién sacia el apetito
robando su propia finca?

Mientras esta bella luna
sobre mi pecho yacía,
se oscureció la otra luna,
que los cielos ilumina.

Pasmada dijo la noche:
“¿Quién su resplandor me quita?”
¡Ignoraba que en mis brazos
la luna estaba dormida!

Ibn Al Abbar


Lo siguiente es lo que escribí aquella misma noche:      

Aquella noche, Zulema bailó para mí.

No puedo ahora recordar casi, por la embriaguez amorosa en que quedé sumido,  los dulces ensueños que movieron mi ser entero al ritmo de su cuerpo vibrante.

Sé que subí a mundos luminosos, que mi cuerpo, mi corazón y mi vida, desde el más pequeño de sus poros, se inundaron de los efluvios de Zulema.

Su ser entero, sus ojos negros, su dulce risa, las ondas lentas, sinuosas y vibrantes de su glorioso vestido terrenal, envueltos en las flores cálidas y voluptuosas de la música, me transportaron a no sé aún que radiantes esferas, de las que pretendí nunca retornar.

Sé que cuando bajó de su  gloria, solo pude besarla y balbucear en su oído
“Gracias, Zulema,... Alá es Grande”

Aquella noche, Zulema bailó para mí. Y mi corazón bailó para ella.                                

                           . . . . . . . . .
   
       Mari Luz llevó siempre en su sangre y en su corazón el amor por el baile flamenco. Y no sólo lo llevó dentro. Lo sacó fuera y lo expresó para delicia de todos y mía en particular.
   
       Yo la acompañaba siempre a los bailes. En los teatros, en las ferias, en los más diversos lugares donde iba con el grupo en el que en ese momento estuviera.
   
       Y siempre tuve la dicha de enredarme en su ser, mi ser... la vi abriendo el aire y abriendo el albero con el vuelo de su falda, abriendo tirabuzones de sal en el cielo con sus manos aladas, golpear la tierra con sus firmes tacones, despertando a Gea en una invocación sagrada, envuelta en una música atávica y telúrica, ofreciendo a la vida un sacrificio de calor y color en el ara de la danza de sus gloriosas caderas.
   
       No conozco ritual más religioso en ninguna religión, ni canto más bello a la tierra y al cielo de ningún poeta.
   
       ..................
   
   
       Pero no sé de dioses, ni sé de poetas... Sólo tengo ojos, corazón y vida. Y me bastan, gracias al cielo, para recibir del cielo su canto. Y su gloria.
   
       Y ahora tenéis derecho a preguntarme: ¿Por qué pusiste de título Femineidad?
   
       Y os contestaré que como hombre adoro Lo Femenino. Me enamora, me abre a un mundo nuevo, me muestra lo celeste que no tengo, y ansío fundirme en esa divinidad femenina que no puedo ver en mí, que falta a mi alma incompleta y pequeña.
   
       Y ese misterio me arrastra, me devora, me asusta, pero en el vértigo de su presencia me arrodillo humilde, y ruego a Dios me conceda un día penetrar, aunque solo sea un poco, en su hondo Misterio.



lunes, 20 de octubre de 2014

REPETICIÓN



“Si quieres resultados distintos, no hagas siempre las mismas cosas”.
A. Einstein

Un magnate norteamericano viajó a Inglaterra invitado por un lord inglés, por la mediación de un amigo común.

El lord lo recibió a las puertas del vasto jardín que se extendía como una verde y cuidada pradera, al final de la cual se levantaba, solemne, su “castillo” (an english man' home is his castle).

Recorrieron ambos, a pie, plácida y lentamente, el trecho que mediaba entre la verja y la casa, hollando silenciosamente el mullido césped, en amables minutos de paz y coloquio.

En poco tiempo, el americano, asombrado por la belleza de la inmensa alfombra, preguntó al inglés:

–¿Cómo ha conseguido Vd. tal perfección en su césped? ¿Le ha resultado difícil? Si me explicara Vd. la manera de hacerlo, querría hacer algo como esto en mi tierra.

–Oh, es muy sencillo de hacer, se lo explicaré brevemente. Mire, solo hay que preparar la tierra, sembrar el césped y, una vez nacido, regar moderadamente cada tres días, cortarlo cada semana y abonarlo al principio de cada temporada. Así de sencillo.

-Si se es constante y se hace durante quinientos años, tendrá con seguridad una pradera como esta.

Llevaba razón el inglés. Era sencillo. Solo que las labores no eran cuestión de hacerlas un par de meses o un par de veces.

Esta anécdota se me quedó grabada desde que la escuché, porque es muy ilustrativa de la importancia de la repetición en el logro de la maestría, cuestión de la que ya nos hablaba el pueblo egipcio antiguo.

En nuestra actual cultura, la repetición tiene mala fama. La llamamos rutina, sin darnos cuenta de que la rutina es repetición, pero con la falta de conciencia e intención de perfeccionamiento pierde todo su inmenso valor de experiencia.

Hoy decimos que el trabajo es embrutecedor y degradante. Y efectivamente lo es si se realiza sin conciencia y amor, si se lleva a cabo de manera mecánica. Y nos lleva lógicamente a la rutina, a la monotonía y, finalmente, al sufrimiento inútil. No es culpa del trabajo. Es culpa de la actitud del trabajador.

¿Cuántas veces hace una paella un buen cocinero?

¿Cuántas veces escribió y reescribió Khalil Gibrán “El Profeta”?

¿Cuántas veces repite el pianista el mismo fragmento de una sonata?

¿Cuántas veces hemos cambiado los pañales a nuestro bebé?

La repetición consciente establece una mágica relación entre el obrador y la obra, llegando ambos a ser una sola cosa. El alma del obrador se infunde en la obra, y la obra se impregna en el alma del obrador.

El obrador perfecciona la obra. Y la obra perfecciona al obrador.

¿Magia?



lunes, 13 de octubre de 2014

MAGIA Y AMOR




Llevas toda la razón, amiga. Si todos cada día, cada momento, nos
empeñáramos en arrancar una sonrisa de una cara seria, si tratáramos de
aportar algo de alegría al que está triste, algo de ilusión al que está
desesperanzado, algo de amor al que no se siente querido, algo de entusiasmo al que está bloqueado, algo en fin, de humanidad al que se está
deshumanizando, te aseguro, te aseguro, que el mundo cambiaría en poco
tiempo.

Si en lugar de difundir desánimo, desaliento, amargura, odio, rencor,
desesperanza, rendición, aportáramos cada uno un pequeño grano de arena de lo contrario a nuestros hermanos, todos, todos, todos los días, todos,
todos, todos los momentos de nuestra vida, te aseguro que no solo el mundo cambiaba pronto, sino que nos encontraríamos con la sorpresa de que hemos cambiado nosotros también. Porque el amor es un boomerang.

Das, das, das,sin esperar nada. Pero... luego te encuentras con la sorpresa de que cuanto más has dado más has recibido. Esto, y no otra cosa, es la Magia del amor.

Del amor del que nadie habla, porque todos esperamos ser amados, pero no nos empeñamos en amar. Todos esperamos que nos den, no en dar. Todos nos empeñamos en que los otros nos hagan felices, no en hacer felices a los otros.

Este, y no otro, es el secreto que la humanidad debe aprender, si quiere
llegar a ser verdaderamente humana y si no quiere terminar ahogada en el
lodo.

Y este, y no otro, es el ideal de mi vida. Y creo que también de la tuya.
Por eso, y no por otra cosa, te considero mi amiga.

Un fuerte abrazo, tu amigo,
Abraxas


miércoles, 8 de octubre de 2014

OLORES Y BOÑIGAS





 Una amiga me hizo una crítica, constructiva, sobre un escrito que le envié. Y me dijo algo así como que era demasiado bucólico, demasiado bonito, demasiado agradable. Que le faltaban algunas boñigas de vaca y algún que otro olor a sudores.
       Me chocó al principio. Incluso, irritado, le contesté que no estaba dispuesto a malgastar mi tiempo y mi cabeza en escribir sobre esas cosas, que para eso ya estaban los “artistas” del momento, los que se dedican a exponer con la mayor desfachatez sus excrementos a manera de obras de arte (y lo más cachondo es que las vende...) Así que, como la mierda ya tiene sus adoradores, yo me dedico a lo que me parece bello. Cada cual a lo suyo. La mierda a la mierda y yo, bello por mí mismo, a lo bello.

 Pero, pasado el tiempo, pensé mejor lo que dijo, y, reflexionando, encontré que estas cosas encierran una belleza, no en sí mismas, sino en el lugar que ocupan en la naturaleza. Me explico, y mejor me explico con una bella poesía de Miguel Hernández que ilustrará lo que digo:



ROMANCILLO DE MAYO

Por fin trajo el verde Mayo
Correhuelas y albahacas
A la entrada de la aldea
Y al umbral de las ventanas

Al verlo venir se han puesto
Cintas de amor las guitarras,
Celos de amor las clavijas,
Las cuerdas lazos de rabia,
Y relinchan impacientes
Por salir de serenata.

En los templados establos
Donde el amor huele a paja
A honrado estiércol y a leche
Hay un estruendo de vacas
Que se enamoran a solas
Y a solas rumian y braman.

La cabra cambia de pelo,
Cambia la oveja de lana
Cambia de color el lobo
Y de raíces la grama.
Son otras las intenciones
Y son otras las palabras
En la frente y en la lengua
De la juventud temprana.

Van los asnos suspirando
Reciamente por las asnas.
Con luna y aves las noches
Son vidrio de puro claras.
Las tardes de puro verde,
De puro azul esmeraldas
Plata pura las auroras
Parecen de puro blancas
Y las mañanas son miel
De puro y puro doradas.

Campea Mayo amoroso
Que el amor ronda majadas
Ronda establos y pastores
Ronda puertas, ronda camas,
Ronda mozas en el baile
Y en el aire ronda faldas.

Así que ya veis, mi tocayo me saco del error. El amor huele a paja, a honrado estiércol y a leche. Y podréis preguntarme: ¿es que el estiércol puede ser honrado? Y yo puedo responderos: Sí. Y a continuación podréis inquirirme: ¿Y por qué? Y yo puedo espetaros:

Porque hay cacas honradas y cacas sin honra. Al igual que hay olores a sudor honrados y otros que no tienen honra.

  Creo que el olor a sudor de un hombre que con su trabajo y su esfuerzo ha aportado a la humanidad y al mismo Universo una mejoría en su perfección, haciéndoles aún más perfectos, es, no un mal olor, sino el mejor y más delicado perfume, porque demuestra que se comporta a imagen y semejanza de su creador, es decir, un creador más. Ganar el pan con el sudor de la frente. Así se dijo. ¿Cuántos pueden presumir hoy de ello? ¿De sudar su pan? El trabajo honrado lleva al sudor honrado, y su olor solo muestra el orgullo y el valor del que ha demostrado su hombría con su trabajo. Preferiría tomarme unos vinos con un hombre así que con un metrosexual cretino embadurnado de perfumes exóticos, que gane su pan (intregral, por supuesto) con trabajos (?) cuya realización probablemente sea de dudoso esfuerzo.

 Creo que la boñiga de una vaca es hermosa, porque, a más de ser la vaca un animal noble y digno de agradecimiento por muchas cosas, devuelve a la tierra lo que justamente le es necesario para volver a producir su propio alimento, la yerba. Benditas boñigas. Me contó un agricultor que con ellas no sólo abonaba su huerta, sino que las recogía del campo una vez secas para usarlas como combustible en la cocina. ¿Veis? Cacas honradas y además útiles.

Pero la caca del “artista”... por favor... que se la meta por donde le salió.