domingo, 29 de diciembre de 2013

lunes, 23 de diciembre de 2013

SOL QUE NACIÓ INVICTO







Sol que nació invicto
en lo profundo del invierno.
Que fecundó brotes y nidos,
amores y ternuras,
por la primavera blanca.

Sol que agostó flores,
en la vieja alquimia,
encerrando sus rayos
en la fruta jugosa
y en los tiernos corazones.

Sol niño, joven y viejo.
Sol nuevo y antiguo,
Novio, amante y esposo,
en brotes, flores y frutas.

Naciente, y pleno, y poniente,
amarillo, blanco y rojo,
padre amante, hijo sonriente,
complaciente y amado abuelo.
Siempre tú, tú por siempre.

Viajamos contigo, sentados
en el hueco de tu mano triunfante,
sobre el arco noble de tu brazo,
en la cuna amorosa de tu centro,
en tu ser, que es el nuestro perdido.

Lleva mis pasos amantes
como débiles huevos primero,
orugas cansinas y crisálidas luego,
al reino de tu luz,
de mariposas aladas,
a unirnos con tu brillo,
a morir en tu fuego.





miércoles, 18 de diciembre de 2013

CARTA A UN AMIGO: UN POCO DE HISTORIA



























Gracias, mi querido amigo, por tus puntualizaciones. Efectivamente soy un gran desconocedor de la Historia en general y de la historia del romanticismo en particular. Pero, como siempre, lo intento, y trato de ahondar en lo que implica el ser de algo en relación con la naturaleza humana.

Para ello trato de apoyarme en las figuras más representativas y, en este caso me he apoyado en Beethoven, quizá erróneamente. Pero para mí, que lo amo profundamente, lo he tomado como paradigma del romántico.

No dudo que, como en todos los movimientos, haya gente que aproveche la coyuntura para luego hacer con el ideal de que se trata cualquier cosa que se les ocurra. Recuerdo lo bien que me hablabas de Lenin. Y yo, a estas alturas, no dudo en que fue un idealista que trataba de establecer justicia y de erradicar un mundo corrupto como fue el zarismo anterior. Pero tampoco me cabe duda que los que posteriormente se apropiaron de su ideal y lo falsearon, hicieron lo que hicieron, no hace falta que te lo cuente.

Igualmente ocurrió con muchos otros genuinos representantes de ideales humanos de bondad, verdad, justicia y belleza.

Recordemos, por solo poner algunos ejemplos, en lo que degeneraron las enseñanzas de Jesús. Solo tenemos que contemplar la actual Iglesia, la que, sin ningún rubor, asegura que sigue sus enseñanzas.

Recordemos el primitivo mundo romano y su aporte a la cultura y a la humanidad, y comparémoslo con su decadencia y destrucción.

Comparemos el primitivo Egipto con el actual.

Recordemos la ilusionante idea de la democracia, de la que siempre se pone como antecesora a Grecia, y comparémosla con lo que existe hoy día, en la que muchos siguen empeñados en convencernos de que vivimos en una democracia. A la vista están los resultados del fraude.

Recordemos a Napoleón, autor en sus inicios de la modernización de la vieja y decadente Europa monárquica, y recordemos como acabó su ideal, cuando perdió la chaveta (hasta Beethoven, defraudado, cambió el título de su tercera sinfonía, incluyendo en la misma una marcha fúnebre, dedicada a la muerte de un ideal).

Recordemos las enseñanzas de Mahoma, promotor de una vasta cultura, de la que por cierto somos en cierta forma herederos, y contemplemos hoy a los que, también sin rubor, se proclaman los dueños de sus enseñanzas y se erigen en exégetas indiscutibles de su doctrina. ¡Si el pobre Mahoma levantara la cabeza...!

Recordemos igualmente el esplendor, el refinamiento y la espléndida civilización de la eximia Al-Andalus. ¿Qué queda de eso?

Recordemos el innegable esplendor del mundo precolombino, de lo que poco ha quedado pero más que suficiente para no poder negarlo. ¿dónde está hoy día?
En fin, a qué seguir. Estoy seguro que encontrarás muchos más ejemplos y que comprendes lo que quiero decir.

Pregunta hoy a cualquiera cuales eran los ideales del mundo hippie. Verás como te dicen que eran sexo, drogas y vagancia.

Pregunta qué cosa es ser anarquista. Verás lo que te dicen: hacer cada cual lo que les apetezca. Y tú sabes, igual que yo, que no es eso.

Pero, querido amigo, la humanidad es así. Los ideales paridos por gente genial, visionarias de un futuro mejor para la humanidad son pronto tergiversados y llevados funestamente a la práctica por gente estúpida que muy poco o nada comprendieron el mensaje.

¡Qué le vamos a hacer! Decía mi Maestro que siempre hay gente que construye Partenones y gente que los destruye. Pero lo nuestro es... construirlos. Lo contrario sería tirar la toalla y dejar nuestra Humanidad abandonada a su suerte.

Un fuerte abrazo de tu amigo,
Abraxas



sábado, 14 de diciembre de 2013

UN POCO DE HISTORIA








Creo recordar que fue Chernenko, en su día Presidente del Soviet Supremo de la URSS, quien, advertido por un asesor de la influencia del Vaticano en los asuntos internos de Polonia, dijo sonriendo sarcásticamente:

- ¿El Papa un peligro para nosotros? ¿Cuántas divisiones de tanques tiene el Papa?

Supongo que el pobre murió sin darse cuenta siquiera de su propia estupidez.

Algo así le pasaría a algún pobre emperador romano cuando le advirtieron de la influencia de los cristianos o en el peligro que representaban los pueblos bárbaros del norte.

¿Peligro? –diría- ¿cuántas legiones tienen esos ignorantes bárbaros?, ¿y cuántas tienen esos desgraciados cristianos?

O bien los reyes aztecas cuando les informaron que habían arribado a sus costas dos o tres barcos de extranjeros de piel blanca.

¡Oh! - diría riendo- ¿os vais a asustar de un puñado de pordioseros locos? ¿O es que sois ustedes los que os habéis vuelto locos?

Y aún hoy seguimos razonando de manera igual de estúpida. Pues igual nos irá que a los anteriores.

- Lo que hace falta son más tanques, más jueces, más médicos, más profesores, más policías… De esta manera tendremos más respeto internacional, más justicia, más salud, más educación, más seguridad…

Desgraciadamente, la historia que más se repite es la de aquellos que dicen que la historia nunca se repite…




martes, 10 de diciembre de 2013

viernes, 29 de noviembre de 2013

SIRIO



















Al esclavo le llaman libre,
al libre, esclavo.

al soberbio le llaman valiente
al humilde, cobarde.

al ladrón le llaman inteligente
al honrado, idiota.

al mentiroso le llaman hábil
al veraz, cándido.

Al malo le llaman astuto,
al bueno, débil.

Al desalmado le llaman fuerte,
al cariñoso, niñita.

Al impío le llaman liberado,
al piadoso, beato.

Al impaciente le llaman osado,
al paciente, resignado.

Al vago le llaman listo,
al trabajador, tonto.

Al inculto le llaman desmitificador,
al culto, ratón de biblioteca.

Al ignorante le llaman sabio,
al sabio le llaman raro.

Al esclavo le llaman persona normal,
al hombre libre le llaman peligroso.

Al borrego le llaman león,
al león, asesino.

Al asesino le llaman libertador,
al pacífico le llaman conformista.

Al infiel le llaman normal,
al fiel, tarado.

Al "artista" le llaman artista,
al artista le llaman desfasado.

Al tosco le llaman espontáneo,
al delicado le llaman amanerado.

Al bruto le llaman auténtico,
al cortés le llaman anticuado.

A nuestro antepasados les llaman superados,
y al mundo actual le llaman progresista.

A lo del revés le llaman lo del derecho
y a lo derecho le llaman lo del revés.

¿Cuánto tarda el Sol en su revolución alrededor de Sirio?
Menos tardará nuestra revolución...




martes, 19 de noviembre de 2013

INDIFERENCIA




















Hoy andaba por la calle con mi perro y me pregunté sobre la indiferencia. ¿Qué era, de dónde nacía, podía ser buena o mala, era síntoma de algo, existía realmente?

 Pensé que un filósofo, como ser humano que de todo se asombra, no podría ser indiferente a cosa alguna. Cualquier cosa, incluso las que parecen más nimias al hombre vulgar, es de gran interés para él.

 Una vez escuché que la cosa más insignificante, una vez que se observa detenidamente y con interés, poco a poco se vuelve más interesante y valiosa, al tiempo que cada vez nos resulta menos indiferente. Y creo que es así.

 Una hormiga lleva a lomos el ala de una mariposilla… ¡que tontería!
 El botijo siempre lo ponen sobre un plato lleno de agua… ¡manías!
 Las cabras no se comen el gramón… ¡y a mí que me importa!
Esta parte del mar no parece azul ni verde, parece marrón… bueno ¿y qué?
Etc., etc.

 Bueno, si, sé que hay muchas cosas muy importantes y de mucha trascendencia como para pararse en estas pequeñas cosas. Pero al menos a mí me ocurre que mis grandes cosas nacen de las aparentemente muy pequeñas. Un baobad nace de una pequeña semilla, y luego es gigantesco. Y al Principito le pareció tonta la manía del banquero que poseía estrellas y todos los días las contaba, aunque para él no tuvieran ningún significado, y solo le importara su posesión.

 ¿Realmente nos da igual lo que alguien piense, lo que alguien sienta, lo que alguien haga?

 ¿Nos da igual, en verdad, lo que vemos, oímos, saboreamos, olemos y tocamos?

 ¿Nos da igual lo que ocurre a nuestro alrededor? ¿nos da igual es sufrimiento ajeno, la alegría ajena, la bondad ajena, la maldad ajena?

 ¿Por qué Francisco de Asís evitaba pisar una hormiga? ¿Es que era tonto?

 ¿Cómo es que a Leonardo da Vinci le daba por estudiar y profundizar en las materias más dispares, incluso jugándose la vida, como en sus estudios de anatomía?

 Pues no, creo que no tengo derecho a dejar entrar a la indiferencia en mi alma, y no creo que nada me pueda aportar sino abandono de mí mismo. Si el Universo es nuestro modelo humano, y Dios es la esencia del Universo, de nada nos serviría intentar descubrirlo si algo consideramos merecedor de nuestra indiferencia.

 Posiblemente la indiferencia sea lo más cómodo para el hombre, pero también lo menos humano.







miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿EXISTE DIOS?



Hay campañas
sobre si Dios existe
o no existe 
sobre si probablemente existe
o si probablemente no existe. 
Creo que las promueven los ateos, 
los creyentes ateos 
y los no creyentes ateos. 
Me parece que no me conciernen, 
porque me parece que van dirigidas 
a los sordos, 
a los mudos 
y a los ciegos..., 
a los duros...
de corazón.


.

Música: "Ave verum corpus", Wolfgang Amadeus Mozart
Fotografía: Abraxas
Montaje: Abraxas






viernes, 8 de noviembre de 2013

lunes, 4 de noviembre de 2013

AZOTEAS DE CÁDIZ



























En Cádiz, las casas comienzan en la casapuerta, nombre gaditano de zaguán, que se dice en algunos sitios “SanJuan”, quizá porque crean que es un nombre más acorde y más bonito que el otro, y para mí que es así. Y, comenzando por la casapuerta, termina en la azotea, también llamada terraza en otros lugares, pero aquí tomó su hermoso nombre del árabe. No se hicieron aquí las casas con techo de tejas porque no hay nunca peso de nieve que soportar. Así que las casas tienen dos espacios comunes, el patio y la azotea.

En nuestros días, las azoteas tienen poca utilidad, y por lo tanto, poca historia, no así en mis tiempos de niño y adolescente. En esos años, la azotea era como un lugar de encuentro de los vecinos, aún más que el patio central de la casa.

Había en ellas un pequeño cuarto donde los vecinos lavaban la ropa, el lavadero. Lo presidía un gran recipiente circular de barro que se llenaba con agua, el lebrillo, se colocaba una tabla de madera de superficie ondulada y se restregaba la ropa mojada con jabón verde, antaño el único disponible, y hoy muy apreciado e imitado por su naturaleza neutra y su eficacia limpiadora. Ese era todo el equipamiento del magnífico artilugio, probablemente traído a Al-Andalus supongo que por los árabes, quienes trajeron casi todos los refinamientos en materia de limpieza e higiene.

Y ¡qué de historias sabía el lavadero! ¡si el lebrillo hablara…! Bueno, al fin y al cabo era normal. Ese cuarto solo se usaba por las mañanas o por las tardes hasta que se ponía el sol, porque no era usual que hubiera bombilla. Pero luego por la noche, y oscuro… ya se sabe, los niños son niños, pero luego crecen, claro y…, bueno, es fácil imaginar. Para mí que más de un gaditano fue fabricado en un lavadero y nacería con una fragancia a jabón verde y a ropa limpia envidiable.

Luego cayó en desuso y hoy en día solo se consiguen sus elementos en algunos anticuarios a precios exorbitantes. Tan raro se ha vuelto ver uno que no he podido encontrar una sola imagen de un lebrillo en el buscador de Google. De la tabla de lavar sí que he encontrado, y me parece que sé porqué. En casi todos los pueblos había un riachuelo cercano, donde se iba a lavar, pero en Cádiz, casi una isla, como no se lavara con agua de mar… así que se necesitaba un recipiente, el lebrillo.

Pero ¿y el agua dulce? porque entonces no llegaba el agua a la azotea, y las casas solo tenían un solo grifo, en la cocina, así que para coger agua era preciso avisar a todos los vecinos de los pisos inferiores para que cerraran los suyos. La solución era subir en cubos agua del aljibe que estaba… ¡en el patio! Eso eran otros tiempos, en los que las señoras no necesitaban ir al gimnasio.

Una vez limpia, y tras el remojo en agua azulada con añil, la ropa se escurría bien y se ponía a solear en la azotea. Había que evitar que el levante hiciera de las suyas, para lo que se le colocaban encima unos pesados pelotes, redondos como cocos, que aún hoy no se de donde se sacaban. Luego ya se le sacudiría el polvo que inevitablemente hubieran acumulado.

Pero, claro, estábamos también los niños, y ocurría que la azotea era nuestro improvisado campo de fútbol, en el que celebrábamos un día sí y otro también un partidito entre los vecinos.

Yo era un niño, pero participábamos todos, incluso Eulogio, el ditero, que era ya más que talludito. Y claro, había que evitar pisar la ropa, pero… en el fragor del partido… a punto de meter un gol, la ropa acababa con las huellas de nuestro ajetreo, con la consabida reprimenda de nuestras esforzadas madres y alguna que otra esposa.

La pelota, por llamarle de alguna manera, no era ni siquiera de trapo. Las hacía Alfonso, quien, aprovechando un descuido de su madre, despistaba un calcetín de su padre, el cual, relleno de papel de estraza, cosido, vuelto, y otra vez cosido, hacía las veces de balón. Pero no era de cuero, y cuando alguien la pisaba en una atrevida jugada se convertía en algo parecido a una tortilla, que más que rodar, era arrastrada.

Las más de las veces acababa en la azotea de un vecino. -¡Ya la has embarcao!- se escuchaba, palabra marinera que significaba que se había ido allende los mares, en nuestro caso a un lugar inaccesible. A veces se la rescataba, con el riesgo de mi hermano mayor, que era experto en bajar y subir bajantes de agua, y la de un vecino, que saltaba con la facilidad de un hombre del circo de azotea en azotea. Y si no era posible rescatarla, pues… al padre de Alfonso aún le quedaban calcetines en el cajón…

Y las macetas, ¡que decir de las macetas! Las azoteas estaban repletas de macetas, a cual más florida y sana. Yo no sé como eran capaces las mujeres de mantenerlas así. ¡Subían el agua del aljibe, a cubos, desde el patio, para regarlas! Y es que en Cádiz, si el levante se mantiene vivo y soplando más de dos días era seguro que todas morirían. Era un milagro, el milagro del esfuerzo y del cariño. Antes se dejarían morir ellas que se les muriera una planta.

Y estaba también el “patinillo”, un pequeño hueco que atravesaba la casa desde la azotea hasta el pequeño patio del piso bajo. Calculo que a lo sumo tendría seis metros cuadrados. El patinillo era también una pieza fundamental en la casa. Como todas las casas tenían acceso a él a través de un gran ventanal en la cocina, las señoras de la casa podían charlar por el hueco durante sus faenas del hogar. Y lo hacían durante horas, casi de continuo, yo diría que todo el día, menos en las horas de ir a la plaza. Se despotricaba de los maridos, se hablaba de los hijos, de lo que a cada una se le había ocurrido hacer ese día de comer, de cómo estaba la plaza y el pescado, y de todo lo que constituía por aquél entonces la vida cotidiana, sin televisión, sin prensa rosa, sin famosos, en días de mucho trabajo y angustias, pero de poco tiempo desocupado que ocupar con frivolidades y con poco espacio para ocupar con intereses extraños y con vicios degradantes.

Mucho trabajo y penuria, pero menos estrés y menos pensamientos circulares y obsesivos. No tenían energías sobrantes que dedicar a la ociosidad, la que, como se sabe, si no la ocupa Dios, la ocupan los demonios.

Ya cerca de la azotea, el patinillo se cubría con una reja, para evitar así el peligro de caída de las personas, sobre todo de los niños. De los niños, pero no de las pelotas, que se nos caían cada dos por tres hasta el piso bajo. Y en el piso bajo María había colocado su lebrillo de lavar particular, para no tener que subir al lavadero. En cada partido era casi seguro que una pelota caía en mitad del lebrillo de María, madre de Enriqueta, que era madre de Loli.

María era una viejecita enérgica y trabajadora, y de muy mal genio. Cuando una pelota estallaba ante sus narices en el agua del lebrillo, estropeando el lavado y salpicándola, a ella y a todo en derredor, María nos abrumaba con todo tipo de epítetos a cual más grave acerca de nosotros, de nuestros padres y de nuestros antepasados. Pero se le pasaba pronto el enfado, y el momento nos daba para muchas risas. Los niños… éramos niños, pero… ¡qué niños!

Las aventuras más excitantes eran los recorridos por toda la manzana de casas, de azotea en azotea. Aún hoy me resulta inexplicable que no ocurriera al menos una fractura de hueso, porque el recorrido era similar al de un escalador de montaña, pero aún más arriesgado, porque nadie llevaba ni arnés ni cordajes. Era a pelo. Unas veces se escalaba una pared, otra se trataba de dejarse caer a una azotea más baja, o también en descender por un bajante, y las peores consistían en saltar en el vacío de un pretil a otro de una casa adyacente. Creo que nos sentíamos como Tarzán en la selva, eso sí, sin lianas y ni taparrabos. No había azotea que nos fuera extraña. La más visitada era la contigua, ya que solo había que franquear un muro de unos tres metros. Esa azotea la coronaba una torre mirador, de las muchas que proliferan por todo Cádiz. Estaba de pié, pero en ruina, y era uno de los fantasmas de nuestras madres, quienes una vez y otra nos advertían:
-No os vayáis a subir a la torre, que está apunto de caerse…
Pero lo prohibido tiene un encanto irresistible, así que… aún siendo un lugar fantasmagórico y ruinoso, la subíamos con frecuencia.

Mucho después empezaron a llegar las primitivas lavadoras, y los niños dejamos de serlo. Y la azotea se quedó sola y tranquila, decorada con sus pacíficas y silenciosas macetas, y quizá, pienso yo, echando de menos nuestras visitas, nuestra alegría, nuestra inocencia, nuestras pisadas y nuestra compañía.

Pero también nosotros nos la quedamos en nuestros corazones para siempre, como un lugar donde dejamos gran parte de la infancia y donde vivimos nuestras mejores aventuras y nuestros mejores juegos.


lunes, 28 de octubre de 2013

MUJER...




El vuelo de tus faldas me enamora,
su ritmo, su belleza y armonía,
habita, dulce, en mi alma noche y día,
y en mis ojos en horas y deshoras.

Es la tierra, su fuerza y sus entrañas,
que vive en tu cuerpo iluminado,
y en mi cuerpo celeste y desarmado
desata y bullen tormentas extrañas.

El alma del planeta canta en tí
canciones olvidadas del Creador
con letras de parto, dolor y amor
y dulces notas que escritas leí.

Camina, caminando mueve el aire,
y en enigmáticas ondas se agita,
envidia me da a veces que te quita
tu belleza espléndida en desaire.






miércoles, 23 de octubre de 2013

LA CALETA AL AMANECER




























Amanece. 
Todo duerme. 
Solo el silencio. 
Todo está muerto.
 Sin luz, sin sonido, sin movimiento.
No vinieron aún los pájaros, ni los niños, ni las gaviotas. 
Hasta las piedras son frías, casi muertas.
No está el sol, padre de todos. 
La mar mueve sus aguas con timidez, suavizando su fragor, refrenando sus ansias.
Y aparece la luz, principio de la creación de un nuevo día. 
Y el mundo renace. 
Como siempre y como nunca. 
Siempre igual, pero siempre nuevo.
Fiat lux
Despierta la luz, y alienta el aire,
las aguas salen de su sueño, se mueven las largas arenas y respiran otra vez las rocas.
Gaviotas que nacen de la espuma, moviendo el aire, y la luz. 
Blanco en el ocre de las rocas. 
Amarillo sobre el azul del cielo.
Y un hombre, en silencio y solo, camina a su barco. 
Comienza su trabajo, su afán, su vida.
Solo al amanecer, el sol y la mar. 
¿Acaso es Dios algo más que el sol y la mar?





viernes, 18 de octubre de 2013

¿QUÉ PASÓ?




















Me permito hoy compartir con vosotros un texto que circula por internet, de autor desconocido para mí.
Quizá solo puedan entenderlo quienes, como yo, y como dicen los cursis en Cádiz, tenemos ya "cierta edad", y que, a la vez, también tenemos hijos en la "edad difícil".
Nos convendría meditar sobre él, y sacar conclusiones sobre el "progreso" de las últimas décadas.

Escenario 1: Manolo tiene pensado ir al bosque después de clase, según entra al colegio le enseña una navaja a Pancho con la que pretende hacer un tirachinas.

Año 1977: El subdirector lo ve y le pregunta donde las venden, y le enseña la suya, que es antigua, pero mas buena.

Año 2007: La escuela se cierra, llaman a la gendarmería y llevan a Manolo al reformatorio. Crónica y TN presentan los informativos de la tarde desde la puerta del colegio.


Escenario 2: Fran y Marcos se reparten puñetazos después de clase.

Año 1977: Los compañeros los animan, Marcos gana. Se dan las manos y terminan siendo colegas en los billares.

Año 2007: La escuela se cierra, C5N proclama el mes anti violencia escolar, Clarín  titula en cinco columnas el asunto y Canal 13 se aposta frente a la puerta del colegio para presentar el noticiero.


Escenario 3: Juan no se queda quieto en clase. Interrumpe y molesta a los compañeros.

Año 1977: Mandan a Juan a ver al director y éste le da una buena perorata. Vuelve a clase, se sienta en silencio y no vuelve a interrumpir más.

Año 2007: Se le administran a Juan grandes dosis de Rivotril. Se transforma en un Zombi. La escuela recibe una subvención por tener un discapacitado.


Escenario 4: Luis rompe el cristal de un coche en el barrio.

Año 1977: Su padre saca el cinturón y le pega unos buenos latigazos con él. Luis tiene más cuidado la próxima vez, crece normalmente, va a la universidad y se convierte en un hombre negocios con éxito.

Año 2007: Arrestan al padre de Luis por maltrato. Sin la figura paterna, Luis se une a una banda. Los psicólogos convencen a su hermana de que el padre abusaba de ella y lo meten en la cárcel.La madre de Luis se enrolla con el psicólogo. Tinelli abre la final de Bailando... con un discurso relativo a la noticia.


Escenario 5: José se cae mientras corría una carrera y se raspa la rodilla. Su profesora, María, se lo encuentra llorando al borde del camino. María lo abraza para confortarlo.

Año 1977: Al poco rato, Juan se siente mejor y sigue jugando.

Año 2007: María es acusada de violación y se va al paro.. Se enfrenta a tres años de cárcel. José se pasa cinco años de terapia en terapia. Sus padres demandan al colegio por negligencia y a la profesora por trauma emocional, ganando ambos juicios. María, en paro y endeudada, se suicida
tirándose de un edificio. Cuando aterriza, lo hace encima de un coche y también rompe una maceta. El dueño del coche y el dueño de la planta demandan a los herederos de María por destrucción de la propiedad.Ganan. Suar y Solanas producen juntos la película y definitivamente el plató de los informativos  queda emplazado en una carpa en medio de la calle.


Escenario 6: Se pelean un niño blanco y un niño negro por llamarlo chocolate.

Año 1977 : Se dan unas piñas se levantan y cada uno a su casa. Mañana son amigos.

Año 2007: Nuevediario envía a sus mejores corresponsales. CNN prepara un reportaje de esos a fondo donde un gran equipo de periodistas pasan un día en un colegio con niños. Se emiten programas documentales sobre pandilleros y odio racial, las pseudo juventudes hitlerianas fingen revolucionarse al respecto y el Gobierno instaura nuevos decretos y le pone el piso a la casa de la familia del negrito.



Escenario 7: Tienes que hacer un viaje.

Año 1977 : Viajas en un avión de Aerolíneas, te dan de comer y te invitan  lo que quieras de beber, todo servido por azafatas espectaculares en un asiento tan cómodo  que caben dos.
 .
Año 2007: Entras en el avión abrochándote el cinturón de los pantalones que te han hecho quitar para pasar el control, te sientas en una butaca en la que si respiras profundo le metes el codo en el ojo al de al lado y si tienes sed el azafato maricón te ofrece una carta con las bebidas y sus precios subidos un 50% porque si. Y no protestas por si acaso cuando aterrizas te meten el dedo mas largo del mundo por el culo para ver si llevas drogas.


Escenario 8: Relación habitual entre padre e hijo:

Año 1977: Le pido dinero a mi padre para salir.

Año 2007: Mi padre me pide dinero para apaciguar al banco.


Escenario 9: Disciplina escolar:

Año 1977: Hacías una macana en clase.. El profesor te metía dos buenos castañazos bien merecidos. Al llegar a casa tu padre te propinaba otros dos.

Año 2007: Haces una macana. El profesor te pide disculpas. Tu padre te pide disculpas y te compra una moto.


Escenario 10: 31 de octubre.

Año 1977: Llega el día del cambio de horario de invierno al horario de verano. No pasa nada.

Año 2007: Llega el día del cambio de horario de invierno al horario de verano. La gente sufre trastornos del sueño, depresión y celulitis.


Escenario 11: El fin de las vacaciones.

Año 1977: Después de comerse  una caravana interminable con toda la familia metida en un seiscientos tras 15 días gasoleros en la costa, se terminan las vacaciones. Al día siguiente se trabaja y no pasa nada.

Año 2007: Después de volver de Cancún, en un viaje "all inclusive", se terminan las vacaciones y la gente sufre del síndrome del abandono, pánico y seborrea....


¿CUÁNDO FUE QUE NOS VOLVIMOS  TAN LOCOS...?

sábado, 12 de octubre de 2013

VOLVISTE A LA VIDA






















Volviste a la vida.
Renaciste.
Conmigo.
De mi mano.

Y yo de la tuya volví también,
a mis cosas y a las tuyas.

Conmigo fuiste a los Campos Elíseos
a aspirar el perfume de las flores.

Juntos escuchamos el silencio del mar en las rocas,
el silencio de aire en las hojas,
el silencio de los ojos tiernos,
el silencio sin nombre de los amores.

Juntos recogimos el trigo de los campos,
y juntos vimos abrir las amapolas,
y recogimos las viñas juntos,
y juntos pisamos las uvas doradas.

De mi mano comiste el pan que cocimos,
en hornos lentos y cálidos.

De tu mano blanca tomé el vino amoroso,
de la uva que pisamos y que el tiempo fermentó.

Tomamos de la mano los ángeles alegres,
que revoloteaban sobre tu cabeza,
y la mía, en la tuya asentada.

Y reímos en su risa.
Y en su llanto lloramos,
y nos llevaron arriba, muy lejos, muy lejos...

Más allá de las nubes.
Más allá de los días y las noches.
Más allá de nosotros.
Más allá de ti.
Y de mí.






martes, 8 de octubre de 2013

NOS ROBARON EL SILENCIO























Esto escuché al poco de encender la radio al ir a acostarme. Hablaba un chamán mexicano. Me llegó a mi centro tan directo y tan real que comenzaron a resonar en mi tantas cosas… tantas… y todas acordes a lo que dijo ese hombre.

Nos robaron el silencio. Repentinamente y de un solo golpe de luz vi que había sucedido así. De inmediato surgió la pregunta: ¿Y por qué? ¿Por qué habrían de querer robarnos nuestro silencio?

Poco a poco fueron apareciendo las respuestas, las certezas. El silencio era considerado peligroso. En el silencio se escuchan cosas peligrosas. Se plantean dudas peligrosas. En el silencio al hombre puede ocurrírsele pensar.

El silencio es peligroso, y para mantener en paz al rebaño hay que evitárselo y mantenerlo siempre en el ruido. En el ruido se dejará llevar donde queramos, pensará lo que queramos, sentirá lo que queramos, hará lo que queramos. Esto lo saben muy bien los amos de la caverna, los magos negros.

El silencio, y la soledad, pueden llevar al hombre al camino de salida y, lo que es más peligroso aún, puede contaminar a los demás. Y puede hablar y mostrarse de una manera especial, distinta a la ordenada al rebaño. Todo ser humano que mantenga silencio y soledad debe ser combatido con la marginación, con la calumnia, y si es preciso, con la muerte.

Hay que fomentar el ruido y el miedo al silencio. Hay que valorar la multitud en lugar de la soledad. ¿Quién sabe cuanto mal nos podría hacer el hombre silencioso y solo? Ruido, ruido, muchedumbre, hay que evitar que el ser humano se sienta distinto y poderoso. Hay que alabar a los mediocres, a los pusilánimes, a los deformes, a lo inarmónico, a lo feo, a lo vulgar, al sufrimiento, a las bajas pasiones. Hay que podar pronto los tallos que despuntan, a los únicos, a los individuos, a los que aman lo bueno, lo bello y lo justo. ¿Qué sería de nuestra modélica sociedad si unos cuantos se dedican a buscar tales cosas? Hay que convencerlos que esos ideales solo existen en su loca cabeza y que los seres humanos somos como somos y nada de esas cosas debe interesarnos, pues nuestra salud mental peligraría.

“Solo hay tres cosas dignas de romper el silencio, la música, la poesía y el amor”

Esto dijo Amado Nervo. Y no se equivocó. Porque la música, la poesía y el amor son silencio. Si son ruido ya no son nada. El silencio es armonía. La Naturaleza es armónica y silenciosa. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque entero creciendo en silencio. El ruido es muerte, el silencio es vida.

Desde dentro de cada uno de nosotros hay alguien que habla y sabe lo que dice, pero habla tan bajito, casi susurrando, que es preciso permanecer en absoluto silencio para escuchar claramente qué nos dice. De otra manera, inmersos en el ruido, nunca le podremos oír, y por lo tanto escuchar su voz. Es la voz del silencio.

El ruido no es solo lo que captan nuestros oídos físicos, porque nuestros oídos físicos también pueden captar y llevar a nuestra alma el perfecto silencio de una música bella, del sonido del viento y las olas rompiendo en la arena. Y estas cosas no son ruidos, son la voz de la belleza, de la armonía y de la naturaleza. El ruido es inarmonía, es ausencia de perfección. Lo perfecto es bello, bueno y justo, y no es ruido, es armonía. Es el alimento de nuestro ser interior.

El ruido es la dispersión, lo que nos aturde constantemente, lo feo, lo vulgar, lo mediocre, los instintos, y, en general, todo aquello que nos impide oír la voz pura del silencio, de la armonía.

Siempre recuerdo lo que un día me dijo un gran amigo. Me dijo:

- Mira, imagina a cien personas reunidas en una plaza. Cada uno de ellos está hablando constantemente de asuntos dispares. ¿Qué escucharás? Ruido.
Ahora, organiza esas cien personas por el tono y la calidad de sus voces en cuatro grupos, dos grupos de mujeres y dos de hombres. Llámales sopranos a las voces altas de mujeres, y contraltos a las de voces bajas. Llámales tenores a los hombres de voz alta y bajos a los de voz de tono bajo. Consigue que aprendan cada grupo su parte de la partitura de, digamos, “Ave verum corpus”, de Mozart. Acompáñalos con un órgano y haz que canten en la plaza. ¿Qué escucharás entonces?

La respuesta era evidente: me quedaría mudo y mi alma escucharía, captaría y se alimentaría de armonía pura. Eso ya no era ruido. Eran las mismas cien personas que antes hacía ruido y ahora estaban produciendo armonía pura. Es decir, silencio perfecto.

“Antes de que el alma sea capaz de comprender y recordar, debe estar unida con el Hablante silencioso, de igual modo que la forma en la cual se modela la arcilla lo está al principio con la mente del alfarero.
Porque entonces el alma oirá y recordará.
Y entonces al oído interno hablará
LA VOZ DEL SILENCIO.”
(Fragmento del libro de igual título, en el que H.P.B. recoge ancestrales enseñanzas tibetanas)








lunes, 30 de septiembre de 2013

BAJO LA VOZ DE LOS PINOS





















Escribo en la noche, a la sola luz de una lejana farola, en un cielo sin luna.
El viento sopla fuerte, como lo hace en mi tierra el recio levante.
Su voz se hace sonora en los pinos, entre sus ramas agitadas, y se parece mucho, es como igual, a la voz de la mar en las orillas. Sube y baja al compás de las olas, como aquí con sus rachas, ora suaves, ora bravías.

Amo la soledad, y me siento a gusto en esta esquina del universo, donde estoy solo con mi viento y con mis pinos. Solo me es preciso bajar a mis adentros, y dejar entrar allí las esencias que me rodean, para que me envuelvan, para que me limpien, para que raspen de la piel de mi alma las pequeñeces que día a día se me van pegando, como se pegan a la quilla de la barca los infinitos moluscos que se aprovechan de su navegar y que, día a día, hacen más tortuoso su romper de las aguas.

Quizá hoy me sienta sucio, o me sienta lento en mi marcha, o me parezca difícil avanzar. Quizá hoy me entorpezcan asuntos vanos y pequeños, cuando en cambio sueño mi rumbo claro y seguro.

Un día dije que a veces el camino se vuelve gris. Hoy, como entonces, mi navegar es lento y cansino, y los vientos no hacen avanzar mi nave como debiera.

Limpieza, limpieza. Es seguramente lo que precisa mi barca. Limpieza en su casco, abrir bien sus velas al viento, agarrar con decisión el timón y… seguir velozmente el rumbo necesario.







miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA FILOSOFÍA: ¿INÚTIL?



























En nuestros días la filosofía ha sido mal entendida, mal utilizada y, finalmente, defenestrada y desterrada de la enseñanza.
La auténtica filosofía no es cosa de ancianos eruditos, sino que permanece durante toda nuestra vida. Somos filósofos desde niños. A quién no le ha hecho un niño preguntas como estas:

-Papá, ¿esas luces chiquititas que se ven el cielo por la noche que son?
-¿El sol por qué no se cae?
-Mamá ¿por que dices que ese hombre es malo? ¿qué es ser malo?
-Mamá ¿por que tenemos que morirnos, como el abuelo?
-Papá ¿tu quieres a mamá?
-Papá ¿por que hay tantos animales? ¿los  animales sirven para algo, o solo para comer nosotros?
-Etc, etc.

Lógicamente los niños dejan pronto de preguntar por dos motivos, bien porque más pronto o más tarde son desanimados con contestaciones como: “Niño, no preguntes más”; bien porque se dan cuenta que nadie tiene las respuestas que necesita.

Lo que ocurre con la filosofía es que se perdió su sentido original, su porqué, su para que, y, en consecuencia, perdimos su cómo. Hoy el soberbio hombre de nuestro siglo se enorgullece de no necesitar de la sabiduría de nada ni de nadie.

Pero, cosa curiosa, han aparecido, como los hongos, un enorme ejército de psicólogos, psiquiatras y “entrenadores personales”. Y se hacen terapias de pareja o de grupo, por todos los lugares, y se escriben y venden infinidad de libros de “autoayuda”.

Por otra parte, nacen, se desarrollan y mueren una inmensidad de grupúsculos, liderados por un “gurú”, un “maestro”, o un “sabio”, quienes, para sus “discípulos”, detentan el summum de la sabiduría humana y sus seguidores acatan sus indicaciones a pie juntillas, sin duda ni reflexión alguna.

Por un lado se rechaza la filosofía, pero se siguen con gran devoción los consejos de cualquiera de los profesionales y líderes que he citado. Y me parece que en esta situación hay gato encerrado, ya que es una situación extraña y muy chocante.

Si la libertad ha sido declarada como el bien supremo del ser humano, y si esta libertad es potencialmente nuestra desde el nacimiento, por el hecho de nuestra condición humana, ¿a qué se debe que tengamos que seguir las indicaciones de nadie para guiar nuestra vida? ¿por qué oscura razón dejamos las riendas de nuestro caballo a alguien ajeno a nosotros, o seguimos sus normas de conducta, de pensamiento y de sentimiento y no las nuestras propias? ¿Es que hemos renunciado a nuestra libertad para dejar en manos ajenas el curso de nuestra propia vida?

Seguramente el motivo es el llamado “miedo a la libertad”. Y este miedo se justifica en que conquistar la propia libertad no es asunto fácil; para ello tendríamos que desprendernos de todas aquellas formas de pensar y sentir que nos fueron inculcadas desde nuestra niñez y que cómodamente aceptamos sin reflexión alguna. Este desprendimiento es necesario para iniciar, desde nuestro interior, la búsqueda de nuestra forma auténtica de encarar la vida, y, desde ahí, empezar a vivirla acorde a esos principios logrados en la búsqueda. Pero este es un trabajo, quizá el más propio de lo humano, que no es fácil, ni cómodo, ni exento del trabajo de forja interior. Pero así, y solo así, llegamos a conformar nuestro propio ser interno, limando nuestras asperezas y dando brillo a nuestras facultades.

Seguramente esta es la más gloriosa aventura de un ser humano, la del camino en búsqueda del propio ser interior Y éste es el verdadero sendero de la filosofía, cuyo significado original etimológico es “amor a la sabiduría”, de los griegos philos, amante, y sophia, sabiduría.

La situación actual es extraña ¿verdad? Cualquiera diría que absurda: un hombre libre entrega su vida a las directrices de otro hombre. ¿Existe mayor esclavitud? ¿Somos libres o esclavos? ¿Somos independientes o dependientes?

Cuando una persona sufre una gran pérdida o una gran desgracia, o quizá solo un contratiempo trivial, va corriendo o se le lleva a un psicólogo, para que le guíe en la solución del estado incontrolable en el que cae el afectado. Esto solo quiere decir que esa persona no dispone de la sabiduría suficiente para abordar por sí mismo su situación vital ante el problema.  Es como una orfandad en la que vive la gran mayoría de la humanidad, donde es preciso que nos digan como pensar, como sentir, como comportarnos, como afrontar nuestros retos, nuestras debilidades, nuestras dificultades.

Y… ¿no sería mejor aprender a hacerlo?

Desde el fondo de los siglos, Séneca, Epicteto, Platón, Confucio, Plotino, Buda, Aristóteles, Hermes, los Vedas y un sinnúmero de sabios, que comportan la herencia más valiosa de la humanidad, deben sentirse tristes y defraudados por nosotros, los hombres de este siglo soberbio. Tanto buscar la sabiduría a lo largo de todas sus vidas para que ahora nadie les conceda ni la menor importancia ni les de el menor crédito… Sobran en las aulas, y sobran en nuestras vidas…

Nos decimos: ¿dijeron algo de interés, algo de utilidad, algo que merezca la pena ser considerado? ¿no se trataba más bien de gente ociosa, gente de vagancia, que vivían a costa de ir contando sus estrambóticos delirios a los demás mortales, complicándoles la vida? ¿gente que nos decía que debíamos conquistar nuestra libertad, cuando ya somos libres por naturaleza? ¿que debíamos buscar y amar la verdad y la sabiduría, cuando ya lo sabemos todo? ¿que deberíamos de tomar las riendas de nuestra vida, cuando sabemos que la vida es un azar y las riendas son innecesarias, porque no vamos a ningún sitio? ¡Que el caballo galope a donde él quiera! ¿Para qué necesitamos riendas, ni caballo, ni nada?

La filosofía es cosa de gente que, en lugar de trabajar, se dedica a pensar cosas inútiles, difícilmente entendibles para nadie, y que solo nos hace volvernos más locos todavía…

Pero, no es así. Los grandes sabios de la humanidad, esos a los que ahora despreciamos, son en realidad los que, con sus aportes de enseñanza, han promovido el desarrollo y el progreso humano a lo largo de los siglos. Son los que han aportado luz vivificadora al hombre en todas las épocas, los que han evitado que el hombre retorne a la edad de las cavernas convirtiéndose en una bestia más. Su sabiduría ha iluminado las artes, las ciencias, las leyes, las religiones, así como cualquier actividad creadora y enriquecedora que ha colaborado a que el hombre sea más humano, más bueno, más justo y, en resumen, un poco más sabio.

Y en nuestros días, en los que hemos rechazado sus orientaciones y su luz, no hace falta explicar de que manera camina la humanidad hacia la nada. Todos lo sabemos.



Nunca fue eso la filosofía… Nunca fue inútil… Nunca ociosa… Nunca.

Para mí que la filosofía es el manto de sabiduría que cubre todos los saberes del hombre en todas sus facetas.

Es la esencia que subyace en toda forma de entender la vida y de vivirla.

Es la conformadora de los cimientos y de los pilares de cualquier quehacer humano.

Es la que guía y da impulso, o debiera hacerlo, a las ciencias, a las artes y a las religiones.

La filosofía fue siempre la ciencia más alta y más noble, porque es la ciencia de la vida, la lámpara de los hombres, la que aporta la luz que nos guía en la gran aventura de la vida humana.


domingo, 22 de septiembre de 2013

FELIZ PRIMAVERA A MIS AMIGOS DEL SUR DEL MUNDO










































No fueron las mañanas blancas,
ni tampoco los espacios, otra vez limpios y gloriosos.
No han sido los infinitos pájaros,
en el cielo más azul abriendo tirabuzones.

Ni los rojos, púrpuras y blancos que las flores
hacen diminuta espuma sobre el verde extenso.
Ni siquiera el dulce y amoroso aire
que pasó de nuevo, encendido,
de los infinitos soles a mis recónditos átomos.

No. Sólo han sido tus ojos, su brillo y su llama,
como fuego inmenso, de tu centro lejano
al mío encendido.

Ellos son los que cantaron,
en silencio, con voz sonora y dichosa:
¡He renacido!
¡Hemos prendido de nuevo nuestras ascuas!

¡El Universo nos pertenece!
¡Desde el grano de arena a las galaxias,
el pequeño arroyo y los océanos,
los minúsculos brotes que abren los leños,
los infinitos huevos que rompen a la luz,
las largas espumas de la luna en las orillas...!

Todo nuestro y de todos.
Todo otra vez en nuestra casa.
Todo está... y todo es.

Y no distinguimos ya nuestras fronteras
de las del Universo divino, que, una vez más,
rió con nosotros, reímos uno y juntos
otra ancha y más eterna primavera.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

SUZANNE - LEONARD COHEN

SUZANNE - LEONARD COHEN



Suzanne takes you down to her place near the river
You can hear the boats go by
You can spend the night beside her
And you know that she's half crazy
But that's why you want to be there
And she feeds you tea and oranges
That come all the way from China
And just when you mean to tell her
That you have no love to give her
Then she gets you on her wavelength
And she lets the river answer
That you've always been her lover.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that she will trust you
For you've touched her perfect body with your mind.

And Jesus was a sailor
When he walked upon the water
And he spent a long time watching
From his lonely wooden tower
And when he knew for certain
Only drowning men could see him
He said "All men will be sailors then
Until the sea shall free them"
But he himself was broken
Long before the sky would open
Forsaken, almost human
He sank beneath your wisdom like a stone.

And you want to travel with him
And you want to travel blind
And you think maybe you'll trust him
For he's touched your perfect body with his mind.

Now Suzanne takes your hand
And she leads you to the river
She is wearing rags and feathers
From Salvation Army counters
And the sun pours down like honey
On our lady of the harbour
And she shows you where to look
Among the garbage and the flowers
There are heroes in the seaweed
There are children in the morning
They are leaning out for love
And they will lean that way forever
While Suzanne holds the mirror.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that you can trust her
For she's touched your perfect body with her mind.

******************

Suzanne te hace bajar a su refugio junto al río
Puedes oír como pasan los barcos
Puedes pasar la noche junto a ella
Y sabes que está medio loca
Pero por eso quieres estar allí
Te ofrece té y naranjas
Que vienen desde China
Y justo cuando vas a decirle
Que no tienes amor para darle
Te coge y mece en sus brazos
Dejando que sea el río que conteste
Que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella,
Quieres viajar a ciegas,
Y sabes que confiará en ti
Porque has tocado su cuerpo perfecto con tu mente.

Y Jesús era un marinero
Cuando caminaba sobre las aguas
Y pasó mucho tiempo observando
Desde su solitaria torre de madera
Y cuando supo con certeza
Que solo los ahogados podían verle
Dijo: "Todos los hombres serán marineros
Hasta que el mar los libere"
Pero el mismo estaba roto
Mucho antes de que el cielo se abriera
Abandonado, casi humano
Se hundió bajo tu sabiduría como una piedra.

Y quieres viajar con él
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que deberías confiar en él
Porque él ha tocado su cuerpo perfecto con su mente.

Ahora Suzanne coge tu mano
Y te conduce hacia el río
Lleva pieles y harapos
Sacados de la ventanilla del Ejército de Salvación
Y el sol cae como la miel
Sobre nuestra dama de la bahía
Y te muestra dónde has de mirar
Entre la basura y las flores
Hay héroes entre las algas
Hay niños en la mañana
Que se inclinan hacia el amor
Y lo harán así para siempre
Mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y quieres viajar con ella
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que puedes confiar en ella
Porque ella ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente.




INVOCATIO




























INVOCATIO

En una nueva aurora de mi alma, en el despertar de un amargo sueño,  recostado en la roca a la que me arrojó la oscura tormenta, desnudo, invoco a mi ángel guardián y también a mi musa celeste a que me presten sus fuerzas en el nuevo camino que emprendo.

Sigo sin conocer dónde me llevarán mis pasos, pero sí sé que bajo las alas cálidas de mis amparos celestes seguiré alegre el camino que sin duda me llevará donde habita lo sagrado.

¡Oh belleza! ¡Oh pureza! Sólo estoy en el mundo para buscaros, y sé que, como buque en la mar, sufriré tormentas, calmas y corrientes adversas, pero también sé que es mi único destino, mi único puerto, aunque sea quizá inalcanzable.
¡Oh, espíritus celestes! ¡Os invoco!
       ¡Protegedme, amparadme, dadme luz, dadme fuerzas! Os juro que mi viaje es sólo para llevarme a vuestro encuentro.


















miércoles, 11 de septiembre de 2013

MÉDICOS...



























Fui a comprar un cepillo de dientes de esos eléctricos, porque el viejo se cayó (como suele ocurrirle no se sabe a quién) y se rompió.

Cuando llegué a la tienda, el dependiente estaba ocupado con unos clientes, así que me puse un poco aparte y esperé pacientemente a que terminara. Estaban comprando una báscula de baño supermoderna. Se trataba de tres personas, dos señoras y un señor, todos de cierta edad, de unos cuarenta y tantos… cuarenta y treinta, más o menos.

El dependiente tenía como dos metros y algo de estatura y, por el diámetro que ostentaba su panza, unos ciento treinta kilos de peso. Algo espectacular.

Yo, siguiendo mi costumbre, me metí en la conversación que tenían acerca de la báscula.

- Nunca me compraría una cosa como esa –dije- total… ya está el espejo…
-A ver, joven –le dije al dependiente- ¿tú te pesas alguna vez?
-Por supuesto que no –me contestó- ¿para qué? ya sé que estoy gordo.

Es que estar obeso es un factor de riesgo para los problemas del corazón, -dijo una de las señoras, recitando como un loro uno de los miles de anuncios de los medios al respecto-.

Pues sí, dije yo, y también el colesterol, y el comer mucho, y no hacer ejercicio, pero yo ya no creo en los médicos. Escudándose en ellos, los mercaderes nos tratan de asustar continuamente y así vendernos toda clase de porquerías. Además no nos dejan vivir, no nos dejan tomar café, ni beber cerveza, ni comer jamón, ni casi nada de lo que está bueno. Pretenden que vivamos como ermitaños. ¡Qué tristeza! Verduras, verduras… ¡no somos vacas! ¿O es que quieren que nos convirtamos en rumiantes abstemios?

Yo, por mi parte, no pienso hacerles ni caso -les dije-, para asustarme ya tengo a la Hacienda, la guardia civil de tráfico, los vecinos, los delincuentes, y el gobierno. No es poca cosa, créame. Suficiente para asustar al más osado.

¿Qué es lo que quieren? ¿Qué no coma jamón, ni queso, ni beba vino, ni cerveza, ni una buena fabada ni un puchero con pringá? ¿Qué me dedique a andar todos los días diez kilómetros a paso de campeonato olímpico? ¿Qué beba cerveza sin alcohol, café sin cafeína, leche sin nata? ¿Pues no ha pasado una generación privándose del atún, del salmón, de las caballas y las sardinas, del aceite de oliva y los huevos fritos? ¿Y si en diez años se descubre, como en la película de Woody Allen “El dormilón”, que lo mejor para la salud es beber un buen coñac francés y fumarse luego un puro habano? ¿Quién me resarce de los placeres omitidos? No, no, y no…

Además, yo creo que los médicos, más que fisiología, patología y cirugía, en lo que son expertos es en lenguas muertas, en griego y en latín. Y además tienen su cajón de sastre. Yo mismo podría ser médico, si me empeñara.

-Buenos días doctor, me duele una barbaridad la cabeza-
- Usted lo que tiene es cefalea, le contesta el doctor con voz de gravedad.
Y lo que el paciente no sabe es que el doctor le ha diagnosticado exactamente lo mismo que él le dijo, porque cefalea, del griego, es dolor de cabeza.
Yo mismo, una vez fui a un dermatólogo, ya que me picaban las piernas una barbaridad. Tras preguntarme, el dermatólogo, sabiamente, sentenció:
- Padece usted de una urticaria idiopática.

Cualquier otro se hubiera ido a su casa con las recetas y ya está, pero yo, que soy difícil de conformar, le pregunté:
-¿Y esas palabras qué quieren decir?
-Pues es fácil, vera: urticaria significa que le pica mucho.
-¿Y lo de idiopática?
-Pues que no sabemos el porqué le pica.

Bien, bien… Efectivamente, y buscando en mi diccionario etimológico de seis tomos, me fue confirmado lo dicho. Urticaria significa que te pica como si te hubieras metido en un sembrado de ortigas, e idiopática significaba que es una enfermedad especial, es decir, de origen desconocido.

Bien… bien… así que me bastaría dominar el griego y el latín para ejercer la medicina. Y si es algo que le pasa a la vez a mucha gente hay una excelente solución:
-Usted lo que tiene es un virus-
A mí una vez me dijeron eso, y yo le contesté
-Pues oiga, con el trancazo que tengo debo de tener millones... además eso del virus... ¿y qué virus? ¿como nos lo cepillamos?-
-Tome mucha agua y abríguese.
-¡Jó, eso me lo podía también haber dicho mi abuela, y no estudió medicina...!

Bueno –me preguntó un amigo- ¿y si no encuentras la etimología de la enfermedad en tu famoso diccionario?

Es fácil –le contesté- Lo mando al especialista…




viernes, 30 de agosto de 2013

MISTERIOS...





















Amo el misterio,
vivo el misterio.
Amo lo que no veo,
amo lo que no comprendo.

Lo que está lejos,
lo que está difuso,
Lo que sospecho
pero no alcanzo.

Resuenan cuerdas,
como de arpas,
su sonido es lejano
y hermoso.

Miro una brizna
de hierba fresca.
Miro una estrella
blanca y lejana.

Olas que mueven
el mar en calma.
Vientos que agitan
las espumas.

Graznan gaviotas
sobre mi cabeza.
Algo pretenden
decirme.

Miro el sol
ciega mis ojos.
Miro las sombras,
y son del sol.

Misterio…







domingo, 25 de agosto de 2013

sábado, 17 de agosto de 2013

MI QUERIDO HERMANO





















Siempre escuché de pequeño aquello que decían los curas: "Los caminos del
Señor son inescrutables". Tuve que buscar qué decía el diccionario de esa
palabreja, que viene a significar algo así como que no se puede saber como va a ser el camino de antemano, o que puede parecer a primera vista un camino extraño y aún equivocado. Pero hete aquí que, si seguimos el camino que nos manda nuestro Señor (nuestro Yo), aún creyéndolo extraño y doloroso, aún sintiendo que es raro que por ahí se vaya a algún sitio bueno, con lo duro que es andar por él, es seguro que es el camino que debemos andar, pese a lo que pese. Es nuestro camino, el nuestro, el nuestro en particular. A otros les puede
parecer una majadería o algo sin sentido. Pero si para nosotros lo tiene,
porque nos lo dice nuestra Voz Interior, es preciso recorrerlo, de la manera
que sea, y piensen los demás lo que se les ocurra.

Así pues, hace poco tu camino tomó un nuevo rumbo, y la vida te ofreció la
oportunidad de muchas cosas, creyendo que perdías otras. La oportunidad de
encontrarte contigo mismo (lo cual todos evitamos), la oportunidad de
extraer sabiduría de tu dolor, la oportunidad de ser más libre, de ser más
"tú mismo". Y debes saber que no a todo el mundo le pone Dios en
situación de aprender de golpe tantas cosas. El dolor y la superación son
solo para los elegidos. Para los que saben sacar oro de donde parece que
solo hay barro, de los que saben superar el terror, de los que, como Dantès, están dispuestos a todo por conseguir su libertad y su "tesoro", aún pasando por encima de la misma muerte.

Hay una frase de Bertuccio, en El Conde de Montecristo, evidentemente iniciática, que dice así, no se si la recuerdas. A mí me dio mucho que pensar:

"Así que, prefiriendo mil veces la muerte antes que una detención, hice
cosas asombrosas, que una vez más me dieron la prueba de que el excesivo
cuidado que damos al cuerpo es casi el único obstáculo para lograr los
objetivos que precisan una rápida decisión y una ejecución enérgica y
decidida. En efecto, una vez que uno ha hecho el sacrificio de su vida, no
es igual que los demás hombres, o mejor dicho los demás hombres no son
iguales que uno, y quienquiera que toma esa resolución siente en el instante
mismo que sus fuerzas se multiplican y su horizonte se ensancha"

Duro, ¿verdad? Pero totalmente cierto…

Y las cosas que me cuentas no son confusas, ni mucho menos, absurdas. Son reales, pero sólo para los que como tú o como yo o como algunos otros, han vivido y viven. Estas cosas son las que de manera real nos llevan a ese mundo
desconocido y misterioso que es nuestro mundo interior, donde reside aquella
fortaleza que es preciso conquistar. O salir de ella, saltando por la torre
al abismo, sin saber siquiera qué nos espera abajo. Desnudo y casi cadáver,
como nuestro Dantés. No te quepa duda de que es el camino del que habla
nuestro lema "Conócete a ti mismo". Pero tampoco te quepa duda de que pocos conocen siquiera su comienzo, ni su dificultad, ni tampoco la dicha de
sentirse en él. Por eso, como el Conde, es necesario ocultarlo a los demás,
cambiar incluso de nombre, y recorrerlo en solitario, humildemente, sin
pregonarlo. Solo los hermanos que están en tu camino te podrán entender. No
esperes que el que no conoce sus tremendos sufrimientos y sus inmensas
dichas pueda entenderte. Pero a mí me lo puedes contar, y estoy seguro que a muchos más que no conocemos pero que transitan por el laberinto que conduce hacia el centro.

Cuando alguien vea todo claro en la vida, ya sabes que no es de tu
"hermandad". Tendrás que tratarlo con cariño y amor, con dedicación y
entrega, pero no esperes comunión con él. Cada uno está en su momento. Lo
que debemos buscar, y encontrar, son a nuestros "hermanos mayores" en este
extraño pero apasionante camino hacia nosotros mismos. No dudo que los hay,
y no dudo que nos ayudarán.

Gracias a ti, hermano. Aunque no lo creas, me enseñas mucho más que yo a ti,
y me recuerdas, como las campanas del Ángelus, quien soy y qué debo hacer.


lunes, 12 de agosto de 2013

DIÓGENES





















 Hace unos días nos reunimos en casa unos amigos, y, ya en la mesa, rodeados como estábamos, de jamón serrano, queso de oveja manchega, espléndidos boquerones en vinagre con su necesaria cebolleta fresca, buen vino de León, y demás exquisiteces de nuestra bendita tierra, comenté que, considerándonos filósofos, pensaba en qué diría mi querido y admirado Diógenes de semejante reunión.

 Alguien dijo: -bueno, sí, Diógenes solo comería lo que le diesen, y dormiría en un viejo barril, desnudo de todo lo superfluo, pero también es cierto que se confesaba pajillero-
-El impulso sexual es algo humano, como el comer o el dormir- dije yo. Algo tendría que hacer para liberarlo...

Yo no lo sabía la anécdota, pero les comenté lo que una vez escuché de un ermitaño, cuando le preguntaron como podía soportar la soledad del sexo. Y vino a decir que se complacía a sí mismo, pero que no lo consideraba pecado alguno, ya que no lo hacía deseando a ninguna mujer, y que por tanto no dañaba a nadie. Me sorprendió su respuesta, porque repasando en ese momento los mandamientos entregados a Moisés, no encontré que trasgrediera ninguno. Por lo que su actitud me pareció una actitud razonable, y añadí que yo pensaba igual.

 Os cuento esta anécdota porque me ha sucedido a veces que, tras enviar alguno de mis escritos, en los que hablaba, pongamos por caso, de Mozart, de los romanos, o de alguna persona en particular, viva o muerta, famosa o no, alguien me ha contestado que estoy muy equivocado. Que Mozart era en su vida corriente un imbécil infantiloide, que los romanos eran unos borricos con dos patas, o que tal persona no era como yo la describía, que yo estaba muy equivocado y que en realidad era un sinvergüenza.

 Y siempre he contestado lo mismo a estas objeciones:

 Que me importa un pepino si lo que pienso y siento de ellos se acomoda a la realidad o no. Que lo que me vale son los valores que extraigo de ellos, lo que me aportan tal como los pienso (o los sueño).

 ¡Qué me puede importar a mí que Mozart fuera, como dicen muchos, un inmaduro para la vida o un juerguista ridículo! Eso no cuenta, en el dudoso caso que fuera verdad, lo que no creo. Lo que cuenta son las páginas que escribió, que hacen brotar de mi corazón, y de muchos otros, lágrimas de dicha. Que me lleva a paraísos nunca soñados, que consiguen que ame a los hombres y descubra a Dios. Eso es lo que me importa, y los que ponen el énfasis en su aspecto vulgarmente humano, seguramente no tienen la sensibilidad suficiente para valorar su inmensa aportación a la Humanidad.

 ¡Qué me importa a mí que Diógenes se aliviara en soledad! Bendita sea su alma, y que lo disfrutara. A mí lo que me importa es su terrible ejemplo de sencillez, de austeridad, de grandeza, de valor y de humanidad en suma. Eso es lo que me importa.

 O que me digan que los romanos eran unos degenerados y unas acémilas. A mí lo que me importa es que tenían los ... más grandes que el caballo de Espartero, y que para tender un puente o hacer un acueducto no se andaban con las pamplinas de hoy día. Lo hacían y punto. Y hoy están donde mismo los pusieron, y seguramente estarán en el mismo sitio dos o tres milenios más. Nuestros nietos verán caerse los nuevos puentes y los puentes romanos seguirán en el mismo sitio, como si nada.

Y lo que cuenta, de verdad, es que el derecho que hoy día dirige nuestra cultura es el de ellos, y que nadie ha inventado todavía nada nuevo ni mejor. Y que extendieron la cultura griega por toda Europa, que es la misma y la única que tenemos hoy día y de la que tenemos que mamar lo queramos o no. Aunque muchos presuntuosos se pasen la vida haciendo inventos y pretendiendo demostrarnos que han inventado la pólvora. Pues no, queridos, la pólvora ya la inventaron los chinos hace no sé cuantos siglos, y si queréis hacer inventos, hacedlos con gaseosa. Y no nos toquéis más las narices.