domingo, 26 de mayo de 2013

REPETICIÓN

































“Si quieres resultados distintos, no hagas siempre las mismas cosas”.
A. Einstein

Un magnate norteamericano viajó a Inglaterra invitado por un lord inglés, por la mediación de un amigo común.

El lord lo recibió a las puertas del vasto jardín que se extendía como una verde y cuidada pradera, al final de la cual se levantaba, solemne, su “castillo” (an english man home is his castle).

Recorrieron ambos, a pie, plácida y lentamente, el trecho que mediaba entre la verja y la casa, hollando silenciosamente el mullido césped, en amables minutos de paz y coloquio.

En poco tiempo, el americano, asombrado por la belleza de la inmensa alfombra, preguntó al inglés:

–¿Cómo ha conseguido Vd. tal perfección en su césped? ¿Le ha resultado difícil? Si me explicara Vd. la manera de hacerlo, querría hacer algo como esto en mi tierra.

–Oh, es muy sencillo de hacer, se lo explicaré brevemente. Mire, solo hay que preparar la tierra, sembrar el césped y, una vez nacido, regar moderadamente cada tres días, cortarlo cada semana y abonarlo al principio de cada temporada. Así de sencillo.

-Si se es constante y se hace durante quinientos años, tendrá con seguridad una pradera como esta.

Llevaba razón el inglés. Era sencillo. Solo que las labores no eran cuestión de hacerlas un par de meses o un par de veces.

Esta anécdota se me quedó grabada desde que la escuché, porque es muy ilustrativa de la importancia de la repetición en el logro de la maestría, cuestión de la que ya nos hablaba el pueblo egipcio antiguo.

En nuestra actual cultura, la repetición tiene mala fama. La llamamos rutina, sin darnos cuenta de que la rutina es repetición, pero con la falta de conciencia e intención de perfeccionamiento pierde todo su inmenso valor de experiencia.

Hoy decimos que el trabajo es embrutecedor y degradante. Y efectivamente lo es si se realiza sin conciencia y amor, si se lleva a cabo de manera mecánica. Y nos lleva lógicamente a la rutina, a la monotonía y, finalmente, al sufrimiento inútil. No es culpa del trabajo. Es culpa de la actitud del trabajador.

¿Cuántas veces hace una paella un buen cocinero?

¿Cuántas veces escribió y reescribió Khalil Gibrán “El Profeta”?

¿Cuántas veces repite el pianista el mismo fragmento de una sonata?

¿Cuántas veces hemos cambiado los pañales a nuestro bebé?

La repetición consciente establece una mágica relación entre el obrador y la obra, llegando ambos a ser una sola cosa. El alma del obrador se infunde en la obra, y la obra se impregna en el alma del obrador.

El obrador perfecciona la obra. Y la obra perfecciona al obrador.

¿Magia?

jueves, 16 de mayo de 2013

LAS SIETE PALABRAS

Sabéis de mi amor por Cádiz, mi ciudad natal, y también seguramente de mi amor por la música clásica, y especialmente la música sacra. Y declaro también mi amor, respeto y gratitud por el maestro Joseph Haydn.
Por estos amores que he citado, quiero ofreceros un concierto muy peculiar. "Las siete palabras de nuestro Señor Jesucristo en la cruz", del maestro que he citado.


En 1787 la Hermandad de la Santa Cueva de Cádiz encargó al compositor austriaco Joseph Haydn un oratorio (titulado en alemán Die sieben letzten Worte unseres Erlösers am Kreuze), que describiera las Siete Palabras, además del terremoto descrito en el Evangelio de Mateo. Haydn realizó también una versión para coro y orquesta de la obra, además de una transcripción para cuarteto de cuerda, siendo esta última la versión más célebre.

Esto dicen de su obra. Tres versiones tiene, lo que demuestra que, a pesar de ser un encargo, el maestro amó su obra, lo que demuestra que no solo cumplió con el encargo, sino que, por amor a su creación, compuso dos versiones adicionales de la misma.

Os ofrezco, y lo hago como ofrenda de gratitud, la versión para orquesta de cámara, acompañada certeramente por pequeñas grabaciones de la Semana Santa de Cádiz, celebración que nos acompaña todos los años en la semana que alberga la primera luna llena de cada primavera.

Recomiendo verlo y escucharlo en pantalla completa.




domingo, 12 de mayo de 2013

L. VAN BEETHOVEN- FANTASÍA CORAL





















Os ofrezco hoy el texto del canto coral incluido en la Fantasía Coral para piano y orquesta, de L. van Beethoven.

Si queréis disfrutarlo en vuestra casa, podéis buscar la fantástica versión interpretada en directo por Daniel Barenboim, al piano y la dirección de la orquesta Berliner Philarmoniker y del Chor der Deutschen Staatsoper.

En el mismo disco está el Concierto Triple, también escrito por Beethoven, dirigiendo Barenboim la misma orquesta citada y participando además como solista al piano, junto con Yo-Yo Ma al violonchelo e Itzhak Perlman al violín.

Imprescindible para los amantes de la música en general y del genial Beethoven en particular.

Fantasía Coral. Texto en alemán
Christopher Kuffner, poeta.

Schmeichelnd hold und lieblich klingen
unsers Lebens Harmonien,
und dem Schönheitssinn entschwingen
Blumen sich, die ewig blühn.

Fried’ und Freude gleiten freundlich
wie der Wellen Wechselspiel
was sich drängte rauh und feindlich
ordnet sich zu Hochgefühl.

Wenn der Töne Zauber walten
und des Wortes Weihe spricht,
muss sich Herrliches gestalten,
Nacht und Stürme werden Licht.

Äuss’re Ruhe, inn’re Wonne
herrschen für den Glücklichen.
doch der Künste Frülingssonne
lässt aus den beiden Licht entsteh´n.

Grosses, das ins Herz gedrungen,
blüht dann neu und schön empor,
hat ein Geist sich aufgeschwungen,
hallt ihm stets ein Geisterchor.

Nehm denn hin, ihr schönen Seelen,
froh die Gaben schöner Kunst,
wenn sich Lieb’und Kraft vermählen
lohnt dem Menschen Göttergunst.



En español:

Con gracia y dulzura resuenan
las armonías de nuestra vida
y el sentido de la belleza engendra
flores que eternamente florecen.

La paz y la alegría avanzan cual amigas
como el juego alternante de la olas;
y lo que insistía en ser rudo y hostil
entra a formar parte de lo sublime.

Cuando en los tonos reina la magia
y en las palabras la inspiración
se configura lo maravilloso,
noche y tempestad se vuelven luz.

Calma exterior y alegría interior
priman para el bienaventurado;
y el sol primaveral de las artes
permite que de ambas nazca luz.

Algo grande contenido en el pecho
florece de nuevo en toda su belleza;
si un espíritu se ha encumbrado
todo un coro de espíritus resuena siempre a su alrededor.

Aceptad, pues, almas bellas,
alegremente los dones del buen arte.
Cuando se unen el amor y la fuerza
el favor de los dioses al hombre recompensa.

En este vídeo podemos ver la parte coral, cuando intervienen los solistas y el coro.





lunes, 6 de mayo de 2013

DESOLACIÓN




Iba a tomar el autobús que me llevaría al Instituto donde ensayamos la coral. Estábamos sentados esperando, unas cuantas personas y yo. Se oyó un ruido sordo tras el grueso cristal de la marquesina. Nos volvimos. Había un hombre en el suelo, tendido de bruces.

Era mayor, muy mayor, viejo. En medio de la agitación del grupo, traté de incorporarle el tronco con idea de apoyar su espalda en el cristal, y así sentarle. Me costó trabajo. Su cara sangraba, y enseguida mis manos estaban rojas.

Con dificultad, le moví las piernas que habían quedado trenzadas y traté de ponerlo cómodo.

¿Alguien tiene un pañuelo, un pañuelo de papel? En un momento, mi mano se llenó de pañuelos de papel. Le pregunté por sus dientes, y me dijo que estaban bien. Solo eran los labios, pensé.

¿Qué le ha ocurrido, ha tropezado usted con algo? Con voz débil e insegura nos dijo que no. Solo eran sus piernas, que a veces se negaban a seguir soportando su cuerpo anciano.

Miré al suelo. Recogí unas gafas y una pequeña navaja. Puse ambas cosas en el bolsillo de su chaqueta. Puse también algunos pañuelos de papel.

Una señora fue a avisar a una ambulancia. Pasaron unos niños, revoltosos, nuevos y despreocupados.

–Yo le conozco –dijo uno–. Vive en el hogar de ancianos del Balón.

Alborotaban y los mandé seguir su camino.

–¿Dónde está su familia? –le preguntó alguien.

–En el Balón –contestó.

–¿Y cómo está usted en la calle tan tarde?

–Vengo de Chiclana –dijo–. Allí me he caído también.

Miré una pequeña bolsa de plástico en el suelo. La abrí y dentro había un melón. De Chiclana, sin duda.

Volvieron los que fueron a avisar la ambulancia.

–Ya viene –dijeron.

–Tengo prisa –dije (y era verdad)–, y viendo la situación arreglada, tomé mi autobús. Ya en él miré mis manos, aún manchadas de sangre.

En el camino no me dejaba la imagen de desolación de aquel hombre. Venía de Chiclana con su melón. Quizá estuvo allí en busca de sus recuerdos. En busca de su vida. Y pensé en ese hombre cuando sus piernas eran fuertes y su corazón grande. Cuando amó y cuando rió. Cuando bebió y cuando sembró, sin duda, su melonar. En su pequeña navaja y en su gran pena. En sus campos y en sus pinos. En sus caminos de polvo y en su azadón. Le vi cortar con cuidado el rabo de sus espléndidos melones. Le vi ponerlo en la mesa de sus hijos, en la mesa de su mujer. Sudar bajo el sol y el levante. Hablar con sus amigos en el bar, delante de una botella de vino.

Y hoy estaba solo y abandonado. Hasta sus piernas le abandonaban a veces. ¿Dónde está su campo? ¿Dónde su mujer y sus hijos? ¿Dónde quedó su azadón, su melonar?

En la noche fría de noviembre vi con terror la cara de la soledad y de la muerte.



jueves, 2 de mayo de 2013

CONCIERTO DE JAZZ PARA VACAS

Obsérvese la atención con la que escuchan. Y ninguna se marchó...