sábado, 29 de noviembre de 2014

YO SOY ABRAXAS









Yo soy Abraxas.
Y canto en la noche profunda,
empeñado en romper su negrura,
e invocar con mi canto
la luz de la aurora.

No canto en las luces,
ya que luces parecen
lo que sombras son.
Sombras de sueño y dolor,
ávidas de luz y color.

Recorro la tierra,
arrastrando mi pies doloridos,
ahondando raíces,
abriendo los surcos profundos
de la tierra negra y vacía.

Del alfa al omega
todo es mío y por siempre.
Del todo es mi sangre,
mi vestido entero
mi cuerpo y mi ser.

Y la tierra surte
de savias mi tronco.
Y la savia provee
de sonidos mi voz,
la que canta a la luz.

En lo oscuro defiendo
mi ser con mi escudo,
y mi látigo ahuyenta
fantasmas terribles
que en la aurora morirán.

Mis estrellas me cubren
en mi huevo sagrado.
Estrellas que llaman
por poder de mi canto
al sol que vendrá.

Recorro un oscuro camino,
solitario y terrible
que lleva al enigma,
a la puerta escondida
del templo sagrado y secreto.


martes, 18 de noviembre de 2014

¿EXISTE DIOS?




Hay campañas
sobre si Dios existe
o no existe 
sobre si probablemente existe
o si probablemente no existe. 
Creo que las promueven los ateos, 
los creyentes ateos 
y los no creyentes ateos. 
Me parece que no me conciernen, 
porque me parece que van dirigidas 
a los sordos, 
a los mudos 
y a los ciegos..., 
a los duros...
de corazón.




Música: "Ave verum corpus", Wolfgang Amadeus Mozart
Fotografía: Abraxas
Montaje: Abraxas


jueves, 6 de noviembre de 2014

ADIVINOS




Cuentan que se rodaba una película , a mediados del siglo pasado, en el perdido oeste americano El equipo de rodaje desplegó al amanecer y en mitad del llano toda su habitual parafernalia de cámaras, equipos de iluminación, camiones de vestuarios, etc.

Al mediodía estaba ya todo dispuesto para el rodaje de las primeras escenas esa misma tarde. Para sorpresa de todos vieron llegar una cabalgadura a lo lejos, levantando polvareda. Ya más cerca pudieron divisar la figura con más detalles, se trataba de un indígena del lugar, que vestía el atuendo propio de su tribu. Se detuvo cerca de ellos para interesarse por el motivo de tal despliegue.

 -Vamos a rodar una película aquí- dijo el director.
 -Bien. Bien. Lugar hermoso. Nuestra tribu ayudar, si necesario- dijo el guerrero  indio.
 - ¿Es usted el jefe de la tribu?
 - No. Ser solo hechicero.
 - ¿Sabría usted si lloverá esta tarde?
 - Tarde llover.
 - Bien, gracias, mucha suerte en su viaje de vuelta. Y presente nuestros respetos al Gran Jefe.

Marchó el indio, y todos rieron de su arrogancia.
A la tarde, estaban todos los focos encendidos, las cámaras preparadas, los actores vestidos y en disposición de comenzar los primeros planos cuando… una repentina y fiera tormenta descargó sobre todos un inmenso diluvio. Recogieron todo tan rápido como pudieron y, nada más terminar, apareció un sol glorioso tan de repente como apareció el aguacero.

Será cuestión de consultar mañana al hechicero –dijo el productor al director- Puede que, al ser de esta tierra, sepa fielmente qué sucederá mañana con el tiempo. No quiero arriesgarme a que se me deteriore todo el material.

A la mañana siguiente volvió el indio por allí. Nada más verlo le preguntó el director:

 - ¿Lloverá esta tarde, gran hechicero?
 - No saber, rostro pálido, averiarse transistor…

Este pequeño chiste puede resultar muy ilustrativo para lo que pretendo exponer.
A veces mi hijo me pregunta si lloverá mañana, o pasado mañana. Y yo soy gaditano, y todo gaditano es bastante buen meteorólogo y sabe más o menos lo que ocurrirá en la atmósfera salvo cambios imprevistos en los vientos. Por supuesto para el ámbito, en el caso de la capital, de su entorno, es decir, de la bahía de Cádiz. Así que le hago mi predicción, y casi siempre acierto.

La cuestión es que él no puede saber en qué factores se basa mi predicción, por lo que para él soy… ¡un adivino!

«Eppur si muove»

Galileo Galilei fue condenado a cadena perpetua por el Santo Oficio, y obligado a retractarse de sus demoníacas teorías sobre los movimientos de los astros en nuestro sistema solar, con las que desbarataba la hasta entonces imperante doctrina del geocentrismo y establecía el modelo heliocéntrico en nuestro sistema.

Es muy probable que la gente vulgar pensara que sus afirmaciones eran adivinaciones hechas con ayuda de conjuros o de entidades del mundo infernal. Simplemente no podían entender sus descubrimientos, o simplemente, no les interesaba. El poder del momento les había dicho lo que habían de creer, so pena de seguir sus pasos a la cautividad. Así pues, Galileo era simplemente un “poseído por los demonios”, y sus teorías eran “peligrosas”.

Del gran músico y excelente violinista Nicolo Paganini se cuenta que terminó una sonata de violín con una sola cuerda en su instrumento. Alguien, que no le quería bien, que la envidia es muy mala, se había ocupado de serrar al límite todas las cuerdas, y solo la prima resistió hasta el final. La gente vulgar no podía creer lo que estaba contemplando, era imposible –pensaban-, solo sería posible hacerlo con el producto de la venta de su alma al “Maligno”.

Se podrían poner ejemplos hasta cansarnos, pero la conclusión que quiero extraer es la de que, para la gente ignorante, cualquier situación que exceda su escasa capacidad de comprensión será considerada como consecuencia de una ayuda externa, generalmente obtenida acudiendo a poderes malignos y peligrosos.

No hay nada que más asuste al ignorante que lo inusual o incomprensible, lo maravilloso o lo inexplicable. Ante la presencia de un poder superior, el pánico les envuelve, y se unen, capitaneados por los mediocres, para derribar a quien se sitúe fuera de su comunidad de ignorancia.

Vi no hace mucho una excelente película, que os recomiendo, titulada “El Greco”. En uno de sus pasajes, Tiziano, conversando con Doménico, le recomendaba:
- No muestres nunca demasiado clara la verdad. No la podrían soportar.

Esto es, en general, lo que los mediocres nunca podrán soportar. Alguien que, como Sócrates, les muestre su incapacidad para captar y aceptar las grandes evidencias.

Virgencita, que me quede como estoy…



martes, 4 de noviembre de 2014

MIS AMIGOS DEL CAMPO





















       Esperaba a unos amigos en el arcén de una carretera. Tardaban, y paseaba lentamente por las lindes de un sembrado cercano. Observaba cada cosa, y poco a poco me fui encontrando amigos que me hablaban.
   
      Tomé una larga espiga seca y al rato escuché una débil voz que parecía salir de ella. Me dijo:
      - Estoy feliz, aunque ya estoy seca. Dí fruto, y mis granos cayeron en tierra y la próxima primavera brotarán.
      - Enhorabuena, espiga de avena, tu vida fue fecunda. Diste vida.
   
      Al poco me llamó un canto rodado. Lo cogí y lo miré. Era extraño. Las demás piedras eran feas y llenas de aristas. Y esta no. Y escuché un susurro:
      - Soy una piedra que he viajado mucho. He andado muchos caminos, y por eso soy suave y no tengo aristas. Te podría contar mil historias.
      - Seguro, veo que has sido una piedra con una vida interesante. Y has conseguido acercarte mucho a la perfección. ¡Si casi eres ya una esfera!
   
      Me susurró, con voz queda, una canalización de riego, por la que el agua fluía mansamente.
      - Llevo agua. Y el agua es muy sabia, siempre fluye hacia abajo, porque busca la mar. Ansía buscar a la mar, y por eso busca lo bajo. Creo que pronto la encontrará, no estamos lejos.
      - Muy sabia, le dije. Y tu eres un buen amigo, le ayudas.
   
      Levanté la vista hasta un enorme y frondoso pino silvestre.
      - Soy grande y alto porque estoy solo…
      - Ya veo, ya veo… ventajas de la soledad…
   
      Bajé la vista y me habló la cizaña.
      - Aquí donde me ves, soy más fuerte que esos maizales que ves allá. Donde yo entro no queda nada. Soy fuerte, pero a veces pienso que mi fuerza es dañina…
      - Sí, quizá. Deberías pensar un poco en eso… deja que los demás vivan ¡hombre! no lo quieras todo para ti. Terminarás siendo temida y odiada…
   
      Y también me hablaron los maíces.
      - ¿Ves? Estamos todos juntos, y así nos abrigamos del viento. Juntos nos protegemos y somos felices.
      - Bien, bien, les dije, pero de vez en cuando salid a pasear solos. Aunque tengáis que soportar el viento, veréis muchas cosas nuevas que nunca veis dentro del maizal. Da un poco de miedo al principio, pero… merece la pena.
   
      Decididamente -pensé- la Naturaleza es el libro que contiene mayor sabiduría…