martes, 29 de diciembre de 2015

SOLSTICIO



Sol que nació invicto
en lo profundo del invierno.
Que fecundó brotes y nidos,
amores y ternuras,
por la primavera blanca.

Sol que agostó flores,
en la vieja alquimia,
encerrando sus rayos
en la fruta jugosa
y en los tiernos corazones.

Sol niño, joven y viejo.
Sol nuevo y antiguo,
Novio, amante y esposo,
en brotes, flores y frutas.

Naciente, y pleno, y poniente,
amarillo, blanco y rojo,
padre amante, hijo sonriente,
complaciente y amado abuelo.
Siempre tú, tú por siempre.

Viajamos contigo, sentados
en el hueco de tu mano triunfante,
sobre el arco noble de tu brazo,
en la cuna amorosa de tu centro,
en tu ser, que es el nuestro perdido.

Lleva mis pasos amantes
como débiles huevos primero,
orugas cansinas y crisálidas luego,
al reino de tu luz,
de mariposas aladas,
a unirnos con tu brillo,
a morir en tu fuego.


lunes, 21 de diciembre de 2015

LO EXCELSO Y LO VULGAR






Un hombre es lo que come.

Muchas veces me he preguntado cuál era “el secreto”, o la “fórmula”, o “la receta” que poseían, y que poseen, los grandes hombres, ya sea en las artes, en las ciencias o en cualquier otra actividad noble del ser humano.

Hace unos días me vino a la mente la frase que he colocado al principio, porque creo que ahí está la clave. Un hombre es lo que come. Si come basura se convertirá en un basurero. Si come vulgaridades se convertirá en un ser vulgar, y si come alimentos excelsos se convertirá en excelso.

En mi opinión esto es así porque el cuerpo interior del hombre va creciendo con los alimentos que consume. Y de tales mimbres… ya se sabe. Una casa construida con ladrillos de mala calidad podrá ser bonita, pero… pronto perderá su belleza e incluso su estabilidad. Se ajará como algo efímero muy pronto.

En el plano material lo entendemos y lo aceptamos muy fácilmente. Todo el mundo lo sabe y lo puede ver día a día. Pero… ¿y en otros planos?

Llegamos quizá hasta lo vital, la salud. Entendemos que quien se cuida adecuadamente goza de buena salud. Aunque en nuestra cultura pretendamos estar sanos sin hacer lo necesario para estarlo, y aún haciendo justamente lo contrario que demanda nuestro sentido común en este asunto. El resultado es que un gran porcentaje de los enfermos de algo lo son por tratar inadecuadamente, si no salvajemente, su cuerpo y su vitalidad.

Cuando subimos a otros planos, el asunto se vuelve tan difuso que ya no vemos en absoluto ninguna conexión entre lo que comemos con los resultados que producimos en estos planos superiores o más sutiles de nuestra naturaleza.

¿De qué alimentamos nuestra psiquis, es decir, nuestras emociones, nuestros sentimientos, en suma, nuestro plano emocional? ¿De qué clase de ideas, más positivas o más negativas, más entusiastas o más pesimistas, más alegres o más amargas, más nobles o más vulgares alimentamos nuestra mente?

No hablemos ya de los planos del espíritu, mundo casi desconocido, aunque intuido, de todo ser humano que se pueda llamar tal.

Pues puedo afirmar que lo que se nos ofrece para comer en los grandes medios de comunicación de masas es basura, cuando no veneno. Cualquier espíritu crítico, en uso del más elemental sentido común, advertirá que no se nos ofrece nada que pueda considerarse excelso, sino más bien vulgar. Quien se haya preocupado, aunque solo sea unos minutos, de hacer “zapping” examinando con criterio propio y un mínimo discernimiento las distintas cadenas, dudo que haya encontrado algo que se aparte de lo vulgar, de lo mezquino y de lo aberrante, salvo bellísimas excepciones.

Teniendo en cuenta lo que expongo, es resultado de sentido común la calidad de los contenidos que pueden albergar en su psiquis nuestros contemporáneos, que no coetáneos.

Comer sin ton ni son cualquier cosa que se nos ponga por delante nos lleva a construir un ser interior semejante a lo que nos dan de comer. Zombis, monstruos, desquiciados o, en el mejor de los casos, necios. Y quien se extrañe de la cosecha que piense por un momento qué semilla se sembró. De cada clase de semilla nace una clase de planta semejante. Del trigo, trigo, de la cizaña, cizaña.

Así, en nuestros oscuros tiempos, la poesía ha sido ocupada por los “cantautores”, la música por los “roqueros”, la literatura por los “raperos”, la pintura por los comics y los graffitis , el buen teatro por el cine, la escultura por absurdos mamotretos que solo entiende su “creador”, la arquitectura por rarezas originales pero de mal gusto, la belleza interior por la epidermis, la óperas se han convertido en “óperas rock”, los conciertos son ahora de cantantes de medio pelo, la danza por coreografías absurdas que suscitan los instintos más bajos, la política por la demagogia, la amistad se hace por el chat, la comunicación entre personas por email, el cariño y el amor se identifican con el sexo, el dar se olvida y solo se espera recibir, la entrega se olvida y se fomenta el egoísmo, y a cambio de hermandad se fomenta el separatismo y el enfrentamiento.

En lugar de apoyo, ayuda y hospitalidad entre los seres humanos se valora la indiferencia, y donde se cultivaba la compañía ahora se cultiva el aislamiento que lleva a la soledad. Y ya no se dan agradables paseos, se “hace footing”.

Pensemos y cuidemos qué nos llevamos a la boca. Lo que comemos, como dijo un sabio, que no recuerdo ahora quién fue, eso somos.




martes, 15 de diciembre de 2015

UNA SIMPLE HOJA...







Observa esta simple hoja; verás que no te alcanza una vida para descubrir la belleza que encierra en su arquitectura...
No hay catedral que pueda igualarla."

La óptica con la que el hombre mira al Universo sigue siendo una óptica antropocentrista. Tratamos de entender lo inmensamente grande desde nuestra inmensa pequeñez.

Sería algo así como si un mosquito analizara, desde su perspectiva, la belleza de una catedral. No la podría entender. En su mosquitocentrismo le parecería algo absurdo, sin sentido ni utilidad, algo disparatado, producto de un ser cretino o caprichoso. ¡Es tan grande, tan grande, que ni siquiera sirve para comer!, se diría. Además, es, simplemente, piedra muerta.

¿Cómo podría imaginar ni comprender el sentido de una catedral, entender que no esta muerta, sino viva y palpitante, que su existencia la debe a la mente de su arquitecto y a la inspiración de muchas almas que albergan en ella su sentido de Dios, que es un lugar sagrado para el hombre, y que no apareció por casualidad, como un simple amontonamiento de piedras, sino con un fin definido que él no es capaz de entender?

Algo así sucede en el hombre frente al Universo.

Miramos el manto negro del firmamento, entretejido de millones de pequeños puntitos brillantes, y las llamamos estrellas. Vemos manchas blanquecinas de diferentes formas, y las llamamos galaxias. Miramos al Sol, y miramos a la Luna, y nos pensamos que sí, que tienen su utilidad, claro está, para nosotros los hombres, pero no alcanzamos a comprender su existencia por sí mismos, su vida y su destino.

¿Destino? Nos preguntamos. ¿Destino de dos bolas inmensas, una de ellas que solo es helio e hidrógeno en combustión, y otra, una piedra redonda dando vueltas a la tierra? ¿Cómo podría tener vida ni destino una simple piedra, una ardiendo y la otra apagada? Sería tanto como asignar vida a un grano de sal de nuestro salero.

En mi opinión, y, haciendo uso de la madurez de la humanidad, tras milenios observando a la Naturaleza, deberíamos empezar a desprendernos de la óptica errónea y pueril que mira todo lo que está fuera del hombre como seres extraños, incomprensibles, faltos de vida, de sentido y de destino.

Actuamos como si quisiéramos entender solo el sexto día del Génesis, ignorando los cinco anteriores. Y, por cierto, andamos con cierto retraso. El Génesis bíblico fue escrito nadie sabe por quién, ni hace cuantos milenios, posiblemente inspirado en otros textos mucho más milenarios de otras culturas, pero indudablemente por gente que sabía de lo que hablaba, y quizá mucho más y mejor que nuestros encumbrados científicos actuales.

¿Vida? ¿Destino? ¿Qué podría pensar el ínfimo microbio de la vida y el destino de un hombre? Y, de la misma manera ¿Qué puede pensar el hombre de la vida y destino de un ínfimo microbio, o de la más inmensa de las galaxias?

“Como es arriba es abajo”, sentenció el llamado Hermes. Quizá deberíamos reflexionar sobre esta sentencia, largamente, antes de pensar sobre la existencia de los diferentes seres que pueblan nuestro Universo.



                                                                            

miércoles, 9 de diciembre de 2015

SIRIO







Al esclavo le llaman libre,

al libre, esclavo.

al soberbio le llaman valiente

al humilde, cobarde.

al ladrón le llaman inteligente

al honrado, idiota.

al mentiroso le llaman hábil

al veraz, cándido.

Al malo le llaman astuto,

al bueno, débil.

Al desalmado le llaman fuerte,

al cariñoso, niñita.

Al impío le llaman liberado,

al piadoso, beato.

Al impaciente le llaman osado,

al paciente, resignado.

Al vago le llaman listo,

al trabajador, tonto.

Al inculto le llaman desmitificador,

al culto, ratón de biblioteca.

Al ignorante le llaman sabio,

al sabio le llaman raro.

Al esclavo le llaman persona normal,

al hombre libre le llaman peligroso.

Al borrego le llaman león,

al león, asesino.

Al asesino le llaman libertador,

al pacífico le llaman conformista.

Al infiel le llaman normal,

al fiel, tarado.

Al "artista" le llaman artista,

al artista le llaman desfasado.

Al tosco le llaman espontáneo,

al delicado le llaman amanerado.

Al bruto le llaman auténtico,

al cortés le llaman anticuado.

A nuestro antepasados les llaman superados,

y al mundo actual le llaman progresista.

A lo del revés le llaman lo del derecho

y a lo derecho le llaman lo del revés.

¿Cuánto tarda el Sol en su revolución alrededor de Sirio?

Menos tardará nuestra revolución...





miércoles, 2 de diciembre de 2015

LO RELATIVO Y LO ABSOLUTO





 Todo lo que os quiero enseñar es que cuando llueve las calles están mojadas.
G.I. Gurdjieff

Viene esta reflexión que hoy os propongo de un comentario que hicieron a mi anterior entrada en este blog titulada “Adivinos”. En el se decía lo siguiente:

Al fin y al cabo ¿que es un adivino?, alguien que ve mas allá; no creo que sea algo inusual, es cuestión de conectar con tu instinto más profundo, observar, reflexionar y atreverse a dar una opinión, lo que ocurre es que muchos mortales son necios y todo lo reducen a magia, adivinación o como quieran llamarlo.
Quizás sea que lo que unos llaman verdad o evidencia otros lo llaman mentira o absurdo. Al final cuestión de lenguaje.

Y más adelante:

…entrar en debate sobre la verdad puede llegar a ser largo y tedioso, y sobre todo de la verdad objetiva; pero la verdad abarca otros conceptos, ¿porque cual es la verdad?, ¿la que yo se, la que tu sabes, la que nos cuentan o la que no nos cuentan...?

Estas cuestiones me llevaron a plantearme el asunto del relativismo hoy imperante. Esta “doctrina” establece que la verdad sobre algo no existe, y que lo que únicamente existe es la noción que cada cual, en cada momento, tiene sobre ese asunto. Y la noción que cada cual tenga es tan válida como cualquier otra. Ya que “la verdad” de algo no existe, cada quien es libre de estimar como verdad aquello que mejor le parezca. De esta manera nadie tiene la necesidad de atenerse a ninguna verdad absoluta, y cualquiera puede tener una “opinión” sobre el asunto que se trate, siendo ella tan válida como cualquier otra.

Yo diría que, si todo es relativo, esta manera de afrontar el conocimiento es, también, y como no, relativa. Es decir, que el relativismo también es relativo. Creo que, así como hay creyentes en Dios, ateos y también agnósticos, el relativismo no debería ser negador de las verdades sino agnósticos acerca de ellas. Ni creen ni no creen, sino solo que no saben, no contestan.

Tengo un amigo que siempre dice que mucho más peligroso que el que “no sabe, no contesta” es el que “no sabe pero contesta”. Creo que he aquí el nudo de la cuestión.

No me importaría que alguien me confesara que no sabe arameo, pero lo que si me preocuparía es alguien que me dijera que la lengua aramea es como a cada uno le parezca, lo que viene a concluir en que no es de ninguna de las maneras. A mí me parece que o se sabe arameo, o se sabe un poco de arameo, o no se sabe nada de arameo. Ahora, que el saber arameo o no sea cuestión de elección personal, siendo opinable las palabras que conforman esa lengua me parece una estupidez.

Ya decía Platón que la opinión es un estado intermedio entre la ignorancia y la estupidez. El ignorante sabe que no sabe. El estúpido cree que sabe lo que no sabe, y a veces niega que alguien pueda saber algo. Y también que le basta con tener una opinión, lo que no le obliga a ninguna búsqueda de conocimiento. Se opina y basta. Para ello no es preciso tener ningún conocimiento sobre ningún asunto. Es algo libre. Tan libre, tan libre, que está hueco de contenido.

Llevamos muchos milenios intentando explicarnos las leyes que rigen la Naturaleza, las que rigen el Universo, las que rigen al hombre y a la humanidad, y ahora resulta que no hay nada de eso. Solo son lícitas las opiniones, condicionadas al estado subjetivo del observador.
Llevamos muchos milenios intentando llegar a una noción un poco más clara de qué puede ser lo bueno, lo justo, lo bello, lo verdadero, y ahora nos enteramos que toda esta búsqueda ancestral de nuestros antepasados era inútil. Lo justo, la justicia, no son nada, eso depende de para quién. Y para quién dependiendo como se encuentre de estado de ánimo.

¡Qué pena! Si llegaran a enterarse Mozart, Platón, Confucio, Epícteto, Aristóteles, Einstein, Böhr, Lao Tsé, Bécquer, Shakespeare, Beethoven, Leonardo da Vinci, Praxíteles, Gandhi, Miguel Ángel, Cervantes y tanto otros que todo su esfuerzo ha sido inútil y que se han comportado como unos tontos…

Pero sospecho de que “cuando llueve las calles están mojadas”…