lunes, 30 de septiembre de 2013

BAJO LA VOZ DE LOS PINOS





















Escribo en la noche, a la sola luz de una lejana farola, en un cielo sin luna.
El viento sopla fuerte, como lo hace en mi tierra el recio levante.
Su voz se hace sonora en los pinos, entre sus ramas agitadas, y se parece mucho, es como igual, a la voz de la mar en las orillas. Sube y baja al compás de las olas, como aquí con sus rachas, ora suaves, ora bravías.

Amo la soledad, y me siento a gusto en esta esquina del universo, donde estoy solo con mi viento y con mis pinos. Solo me es preciso bajar a mis adentros, y dejar entrar allí las esencias que me rodean, para que me envuelvan, para que me limpien, para que raspen de la piel de mi alma las pequeñeces que día a día se me van pegando, como se pegan a la quilla de la barca los infinitos moluscos que se aprovechan de su navegar y que, día a día, hacen más tortuoso su romper de las aguas.

Quizá hoy me sienta sucio, o me sienta lento en mi marcha, o me parezca difícil avanzar. Quizá hoy me entorpezcan asuntos vanos y pequeños, cuando en cambio sueño mi rumbo claro y seguro.

Un día dije que a veces el camino se vuelve gris. Hoy, como entonces, mi navegar es lento y cansino, y los vientos no hacen avanzar mi nave como debiera.

Limpieza, limpieza. Es seguramente lo que precisa mi barca. Limpieza en su casco, abrir bien sus velas al viento, agarrar con decisión el timón y… seguir velozmente el rumbo necesario.







miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA FILOSOFÍA: ¿INÚTIL?



























En nuestros días la filosofía ha sido mal entendida, mal utilizada y, finalmente, defenestrada y desterrada de la enseñanza.
La auténtica filosofía no es cosa de ancianos eruditos, sino que permanece durante toda nuestra vida. Somos filósofos desde niños. A quién no le ha hecho un niño preguntas como estas:

-Papá, ¿esas luces chiquititas que se ven el cielo por la noche que son?
-¿El sol por qué no se cae?
-Mamá ¿por que dices que ese hombre es malo? ¿qué es ser malo?
-Mamá ¿por que tenemos que morirnos, como el abuelo?
-Papá ¿tu quieres a mamá?
-Papá ¿por que hay tantos animales? ¿los  animales sirven para algo, o solo para comer nosotros?
-Etc, etc.

Lógicamente los niños dejan pronto de preguntar por dos motivos, bien porque más pronto o más tarde son desanimados con contestaciones como: “Niño, no preguntes más”; bien porque se dan cuenta que nadie tiene las respuestas que necesita.

Lo que ocurre con la filosofía es que se perdió su sentido original, su porqué, su para que, y, en consecuencia, perdimos su cómo. Hoy el soberbio hombre de nuestro siglo se enorgullece de no necesitar de la sabiduría de nada ni de nadie.

Pero, cosa curiosa, han aparecido, como los hongos, un enorme ejército de psicólogos, psiquiatras y “entrenadores personales”. Y se hacen terapias de pareja o de grupo, por todos los lugares, y se escriben y venden infinidad de libros de “autoayuda”.

Por otra parte, nacen, se desarrollan y mueren una inmensidad de grupúsculos, liderados por un “gurú”, un “maestro”, o un “sabio”, quienes, para sus “discípulos”, detentan el summum de la sabiduría humana y sus seguidores acatan sus indicaciones a pie juntillas, sin duda ni reflexión alguna.

Por un lado se rechaza la filosofía, pero se siguen con gran devoción los consejos de cualquiera de los profesionales y líderes que he citado. Y me parece que en esta situación hay gato encerrado, ya que es una situación extraña y muy chocante.

Si la libertad ha sido declarada como el bien supremo del ser humano, y si esta libertad es potencialmente nuestra desde el nacimiento, por el hecho de nuestra condición humana, ¿a qué se debe que tengamos que seguir las indicaciones de nadie para guiar nuestra vida? ¿por qué oscura razón dejamos las riendas de nuestro caballo a alguien ajeno a nosotros, o seguimos sus normas de conducta, de pensamiento y de sentimiento y no las nuestras propias? ¿Es que hemos renunciado a nuestra libertad para dejar en manos ajenas el curso de nuestra propia vida?

Seguramente el motivo es el llamado “miedo a la libertad”. Y este miedo se justifica en que conquistar la propia libertad no es asunto fácil; para ello tendríamos que desprendernos de todas aquellas formas de pensar y sentir que nos fueron inculcadas desde nuestra niñez y que cómodamente aceptamos sin reflexión alguna. Este desprendimiento es necesario para iniciar, desde nuestro interior, la búsqueda de nuestra forma auténtica de encarar la vida, y, desde ahí, empezar a vivirla acorde a esos principios logrados en la búsqueda. Pero este es un trabajo, quizá el más propio de lo humano, que no es fácil, ni cómodo, ni exento del trabajo de forja interior. Pero así, y solo así, llegamos a conformar nuestro propio ser interno, limando nuestras asperezas y dando brillo a nuestras facultades.

Seguramente esta es la más gloriosa aventura de un ser humano, la del camino en búsqueda del propio ser interior Y éste es el verdadero sendero de la filosofía, cuyo significado original etimológico es “amor a la sabiduría”, de los griegos philos, amante, y sophia, sabiduría.

La situación actual es extraña ¿verdad? Cualquiera diría que absurda: un hombre libre entrega su vida a las directrices de otro hombre. ¿Existe mayor esclavitud? ¿Somos libres o esclavos? ¿Somos independientes o dependientes?

Cuando una persona sufre una gran pérdida o una gran desgracia, o quizá solo un contratiempo trivial, va corriendo o se le lleva a un psicólogo, para que le guíe en la solución del estado incontrolable en el que cae el afectado. Esto solo quiere decir que esa persona no dispone de la sabiduría suficiente para abordar por sí mismo su situación vital ante el problema.  Es como una orfandad en la que vive la gran mayoría de la humanidad, donde es preciso que nos digan como pensar, como sentir, como comportarnos, como afrontar nuestros retos, nuestras debilidades, nuestras dificultades.

Y… ¿no sería mejor aprender a hacerlo?

Desde el fondo de los siglos, Séneca, Epicteto, Platón, Confucio, Plotino, Buda, Aristóteles, Hermes, los Vedas y un sinnúmero de sabios, que comportan la herencia más valiosa de la humanidad, deben sentirse tristes y defraudados por nosotros, los hombres de este siglo soberbio. Tanto buscar la sabiduría a lo largo de todas sus vidas para que ahora nadie les conceda ni la menor importancia ni les de el menor crédito… Sobran en las aulas, y sobran en nuestras vidas…

Nos decimos: ¿dijeron algo de interés, algo de utilidad, algo que merezca la pena ser considerado? ¿no se trataba más bien de gente ociosa, gente de vagancia, que vivían a costa de ir contando sus estrambóticos delirios a los demás mortales, complicándoles la vida? ¿gente que nos decía que debíamos conquistar nuestra libertad, cuando ya somos libres por naturaleza? ¿que debíamos buscar y amar la verdad y la sabiduría, cuando ya lo sabemos todo? ¿que deberíamos de tomar las riendas de nuestra vida, cuando sabemos que la vida es un azar y las riendas son innecesarias, porque no vamos a ningún sitio? ¡Que el caballo galope a donde él quiera! ¿Para qué necesitamos riendas, ni caballo, ni nada?

La filosofía es cosa de gente que, en lugar de trabajar, se dedica a pensar cosas inútiles, difícilmente entendibles para nadie, y que solo nos hace volvernos más locos todavía…

Pero, no es así. Los grandes sabios de la humanidad, esos a los que ahora despreciamos, son en realidad los que, con sus aportes de enseñanza, han promovido el desarrollo y el progreso humano a lo largo de los siglos. Son los que han aportado luz vivificadora al hombre en todas las épocas, los que han evitado que el hombre retorne a la edad de las cavernas convirtiéndose en una bestia más. Su sabiduría ha iluminado las artes, las ciencias, las leyes, las religiones, así como cualquier actividad creadora y enriquecedora que ha colaborado a que el hombre sea más humano, más bueno, más justo y, en resumen, un poco más sabio.

Y en nuestros días, en los que hemos rechazado sus orientaciones y su luz, no hace falta explicar de que manera camina la humanidad hacia la nada. Todos lo sabemos.



Nunca fue eso la filosofía… Nunca fue inútil… Nunca ociosa… Nunca.

Para mí que la filosofía es el manto de sabiduría que cubre todos los saberes del hombre en todas sus facetas.

Es la esencia que subyace en toda forma de entender la vida y de vivirla.

Es la conformadora de los cimientos y de los pilares de cualquier quehacer humano.

Es la que guía y da impulso, o debiera hacerlo, a las ciencias, a las artes y a las religiones.

La filosofía fue siempre la ciencia más alta y más noble, porque es la ciencia de la vida, la lámpara de los hombres, la que aporta la luz que nos guía en la gran aventura de la vida humana.


domingo, 22 de septiembre de 2013

FELIZ PRIMAVERA A MIS AMIGOS DEL SUR DEL MUNDO










































No fueron las mañanas blancas,
ni tampoco los espacios, otra vez limpios y gloriosos.
No han sido los infinitos pájaros,
en el cielo más azul abriendo tirabuzones.

Ni los rojos, púrpuras y blancos que las flores
hacen diminuta espuma sobre el verde extenso.
Ni siquiera el dulce y amoroso aire
que pasó de nuevo, encendido,
de los infinitos soles a mis recónditos átomos.

No. Sólo han sido tus ojos, su brillo y su llama,
como fuego inmenso, de tu centro lejano
al mío encendido.

Ellos son los que cantaron,
en silencio, con voz sonora y dichosa:
¡He renacido!
¡Hemos prendido de nuevo nuestras ascuas!

¡El Universo nos pertenece!
¡Desde el grano de arena a las galaxias,
el pequeño arroyo y los océanos,
los minúsculos brotes que abren los leños,
los infinitos huevos que rompen a la luz,
las largas espumas de la luna en las orillas...!

Todo nuestro y de todos.
Todo otra vez en nuestra casa.
Todo está... y todo es.

Y no distinguimos ya nuestras fronteras
de las del Universo divino, que, una vez más,
rió con nosotros, reímos uno y juntos
otra ancha y más eterna primavera.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

SUZANNE - LEONARD COHEN

SUZANNE - LEONARD COHEN



Suzanne takes you down to her place near the river
You can hear the boats go by
You can spend the night beside her
And you know that she's half crazy
But that's why you want to be there
And she feeds you tea and oranges
That come all the way from China
And just when you mean to tell her
That you have no love to give her
Then she gets you on her wavelength
And she lets the river answer
That you've always been her lover.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that she will trust you
For you've touched her perfect body with your mind.

And Jesus was a sailor
When he walked upon the water
And he spent a long time watching
From his lonely wooden tower
And when he knew for certain
Only drowning men could see him
He said "All men will be sailors then
Until the sea shall free them"
But he himself was broken
Long before the sky would open
Forsaken, almost human
He sank beneath your wisdom like a stone.

And you want to travel with him
And you want to travel blind
And you think maybe you'll trust him
For he's touched your perfect body with his mind.

Now Suzanne takes your hand
And she leads you to the river
She is wearing rags and feathers
From Salvation Army counters
And the sun pours down like honey
On our lady of the harbour
And she shows you where to look
Among the garbage and the flowers
There are heroes in the seaweed
There are children in the morning
They are leaning out for love
And they will lean that way forever
While Suzanne holds the mirror.

And you want to travel with her
And you want to travel blind
And you know that you can trust her
For she's touched your perfect body with her mind.

******************

Suzanne te hace bajar a su refugio junto al río
Puedes oír como pasan los barcos
Puedes pasar la noche junto a ella
Y sabes que está medio loca
Pero por eso quieres estar allí
Te ofrece té y naranjas
Que vienen desde China
Y justo cuando vas a decirle
Que no tienes amor para darle
Te coge y mece en sus brazos
Dejando que sea el río que conteste
Que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella,
Quieres viajar a ciegas,
Y sabes que confiará en ti
Porque has tocado su cuerpo perfecto con tu mente.

Y Jesús era un marinero
Cuando caminaba sobre las aguas
Y pasó mucho tiempo observando
Desde su solitaria torre de madera
Y cuando supo con certeza
Que solo los ahogados podían verle
Dijo: "Todos los hombres serán marineros
Hasta que el mar los libere"
Pero el mismo estaba roto
Mucho antes de que el cielo se abriera
Abandonado, casi humano
Se hundió bajo tu sabiduría como una piedra.

Y quieres viajar con él
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que deberías confiar en él
Porque él ha tocado su cuerpo perfecto con su mente.

Ahora Suzanne coge tu mano
Y te conduce hacia el río
Lleva pieles y harapos
Sacados de la ventanilla del Ejército de Salvación
Y el sol cae como la miel
Sobre nuestra dama de la bahía
Y te muestra dónde has de mirar
Entre la basura y las flores
Hay héroes entre las algas
Hay niños en la mañana
Que se inclinan hacia el amor
Y lo harán así para siempre
Mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y quieres viajar con ella
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que puedes confiar en ella
Porque ella ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente.




INVOCATIO




























INVOCATIO

En una nueva aurora de mi alma, en el despertar de un amargo sueño,  recostado en la roca a la que me arrojó la oscura tormenta, desnudo, invoco a mi ángel guardián y también a mi musa celeste a que me presten sus fuerzas en el nuevo camino que emprendo.

Sigo sin conocer dónde me llevarán mis pasos, pero sí sé que bajo las alas cálidas de mis amparos celestes seguiré alegre el camino que sin duda me llevará donde habita lo sagrado.

¡Oh belleza! ¡Oh pureza! Sólo estoy en el mundo para buscaros, y sé que, como buque en la mar, sufriré tormentas, calmas y corrientes adversas, pero también sé que es mi único destino, mi único puerto, aunque sea quizá inalcanzable.
¡Oh, espíritus celestes! ¡Os invoco!
       ¡Protegedme, amparadme, dadme luz, dadme fuerzas! Os juro que mi viaje es sólo para llevarme a vuestro encuentro.


















miércoles, 11 de septiembre de 2013

MÉDICOS...



























Fui a comprar un cepillo de dientes de esos eléctricos, porque el viejo se cayó (como suele ocurrirle no se sabe a quién) y se rompió.

Cuando llegué a la tienda, el dependiente estaba ocupado con unos clientes, así que me puse un poco aparte y esperé pacientemente a que terminara. Estaban comprando una báscula de baño supermoderna. Se trataba de tres personas, dos señoras y un señor, todos de cierta edad, de unos cuarenta y tantos… cuarenta y treinta, más o menos.

El dependiente tenía como dos metros y algo de estatura y, por el diámetro que ostentaba su panza, unos ciento treinta kilos de peso. Algo espectacular.

Yo, siguiendo mi costumbre, me metí en la conversación que tenían acerca de la báscula.

- Nunca me compraría una cosa como esa –dije- total… ya está el espejo…
-A ver, joven –le dije al dependiente- ¿tú te pesas alguna vez?
-Por supuesto que no –me contestó- ¿para qué? ya sé que estoy gordo.

Es que estar obeso es un factor de riesgo para los problemas del corazón, -dijo una de las señoras, recitando como un loro uno de los miles de anuncios de los medios al respecto-.

Pues sí, dije yo, y también el colesterol, y el comer mucho, y no hacer ejercicio, pero yo ya no creo en los médicos. Escudándose en ellos, los mercaderes nos tratan de asustar continuamente y así vendernos toda clase de porquerías. Además no nos dejan vivir, no nos dejan tomar café, ni beber cerveza, ni comer jamón, ni casi nada de lo que está bueno. Pretenden que vivamos como ermitaños. ¡Qué tristeza! Verduras, verduras… ¡no somos vacas! ¿O es que quieren que nos convirtamos en rumiantes abstemios?

Yo, por mi parte, no pienso hacerles ni caso -les dije-, para asustarme ya tengo a la Hacienda, la guardia civil de tráfico, los vecinos, los delincuentes, y el gobierno. No es poca cosa, créame. Suficiente para asustar al más osado.

¿Qué es lo que quieren? ¿Qué no coma jamón, ni queso, ni beba vino, ni cerveza, ni una buena fabada ni un puchero con pringá? ¿Qué me dedique a andar todos los días diez kilómetros a paso de campeonato olímpico? ¿Qué beba cerveza sin alcohol, café sin cafeína, leche sin nata? ¿Pues no ha pasado una generación privándose del atún, del salmón, de las caballas y las sardinas, del aceite de oliva y los huevos fritos? ¿Y si en diez años se descubre, como en la película de Woody Allen “El dormilón”, que lo mejor para la salud es beber un buen coñac francés y fumarse luego un puro habano? ¿Quién me resarce de los placeres omitidos? No, no, y no…

Además, yo creo que los médicos, más que fisiología, patología y cirugía, en lo que son expertos es en lenguas muertas, en griego y en latín. Y además tienen su cajón de sastre. Yo mismo podría ser médico, si me empeñara.

-Buenos días doctor, me duele una barbaridad la cabeza-
- Usted lo que tiene es cefalea, le contesta el doctor con voz de gravedad.
Y lo que el paciente no sabe es que el doctor le ha diagnosticado exactamente lo mismo que él le dijo, porque cefalea, del griego, es dolor de cabeza.
Yo mismo, una vez fui a un dermatólogo, ya que me picaban las piernas una barbaridad. Tras preguntarme, el dermatólogo, sabiamente, sentenció:
- Padece usted de una urticaria idiopática.

Cualquier otro se hubiera ido a su casa con las recetas y ya está, pero yo, que soy difícil de conformar, le pregunté:
-¿Y esas palabras qué quieren decir?
-Pues es fácil, vera: urticaria significa que le pica mucho.
-¿Y lo de idiopática?
-Pues que no sabemos el porqué le pica.

Bien, bien… Efectivamente, y buscando en mi diccionario etimológico de seis tomos, me fue confirmado lo dicho. Urticaria significa que te pica como si te hubieras metido en un sembrado de ortigas, e idiopática significaba que es una enfermedad especial, es decir, de origen desconocido.

Bien… bien… así que me bastaría dominar el griego y el latín para ejercer la medicina. Y si es algo que le pasa a la vez a mucha gente hay una excelente solución:
-Usted lo que tiene es un virus-
A mí una vez me dijeron eso, y yo le contesté
-Pues oiga, con el trancazo que tengo debo de tener millones... además eso del virus... ¿y qué virus? ¿como nos lo cepillamos?-
-Tome mucha agua y abríguese.
-¡Jó, eso me lo podía también haber dicho mi abuela, y no estudió medicina...!

Bueno –me preguntó un amigo- ¿y si no encuentras la etimología de la enfermedad en tu famoso diccionario?

Es fácil –le contesté- Lo mando al especialista…