miércoles, 30 de junio de 2010

UNIVERSO




Escuché la noticia de que la NASA, para celebrar su redondo aniversario de los 50 años, ha enviado a través de Universo, a la velocidad de la luz, la canción de The Beatles “Across the Universe”, conmemorando también así el 40 aniversario del nacimiento de "los músicos más representativos en la historia de la humanidad".

Han enfocado al mismo tiempo sus más potentes antenas de captación radio-electromagnéticas-acústicas, en la esperanza de obtener contestación de cualquier lugar donde guste la obra. Quizá se animen a ello en algún lugar, enviándonos alguna cosilla de The Orion’s Little Boys, o de The Sirius Bad Flies, o, aunque solo sea, de cualquier programa interespacial del programa “Universal OT”

Recordé a mi tan admirado e incomprendido Albert, cuando decía, tan socarrón como el mejor aragonés:
Lo que para mí se acerca más a la idea de infinito es el Universo y la estupidez humana, aunque de lo primero aún no estoy muy seguro…

Acudí no hace mucho a una reunión científica de altura en mi ciudad, que se celebró en la sede de una de las instituciones de más prestigio y solvencia. Se habló mucho acerca del Universo, comentándose las teorías más actuales sobre su nacimiento, formación, desarrollo y finalidad. La gran explosión, Big Bang, la futura implosión, Big Crunch, y todo eso…

La “sopa cósmica”, producida por el Big Bang, donde no había nada diferente a otra cosa, y donde todo sabía igual en cualquier sitio, todo formado por ínfimas partículas indiferenciadas y desordenadas. Y, lo más sorprendente, solo duró 1 elevado a -48 segundos, para los profanos 0,00000… (cuarenta y ocho ceros)…1, es decir, casi nada de nada, menos de lo que tarda un cura loco en presignarse. Luego empezó a ordenarse y dejó de ser sopa. Su descripción me recordó, casi con todo detalle, a la famosa Sopinstant.

No perdí detalle de las aportaciones de los contertulios, y quedé sorprendido por el avance de la ciencia. Ya lo decían hace muchos años en una zarzuela: La ciencia avanza que es una barbaridad…

Pero no es este el motivo de lo que hoy quiero expresar acerca del Universo.

Existe en la Física y Química un principio, nacido de la ciencia llamada Termodinámica, ampliamente aceptado, resuelto en fórmulas matemáticas, siendo posible su medición e influencia en los procesos de la transmisión de la energía, llamado la Entropía. Según definición aceptada es la tendencia natural de la pérdida del orden en los procesos dinámicos físicos y químicos.

Conforme a esto, todo en el Universo tiende a igualar paulatinamente sus niveles de energía, con lo que, finalmente, al estar cualquier elemento al mismo nivel energético, no sería posible ningún proceso dinámico. Esto es así porque para producirse cualquier movimiento o cambio resulta preciso que exista una diferencia de energía entre los dos estados, el inicial y el final. En el límite, todo estaría al mismo nivel y el Universo “caería” en una quietud parecida a la muerte. Ningún cambio, ningún proceso, ningún movimiento.

Todos conocemos ejemplos en la Naturaleza de los procesos físicos más elementales. El río corre de la montaña al mar porque la montaña está más alta que el mar. Si estuvieran a la misma altura, los ríos no solo no correrían, sino que su misma existencia sería imposible. El sol calienta el mar porque su energía de calor es superior a la que posee el agua del mar. Si el sol y el mar estuvieran a la misma temperatura, nada se produciría. No habría evaporación de sus aguas, ni nubes, ni lluvia, y el vapor atmosférico estaría equitativamente distribuido por toda la Tierra.

Podemos montar en bicicleta debido a que nuestra fuerza, aplicada a su mecanismo, supera la resistencia que ofrece el camino al deslizamiento de sus ruedas sobre él, y porque existe la gravedad y el equilibrio mecánico en su dinamismo. Si no fuera así, no sería posible.

Curiosamente, esta situación es la descrita por los científicos en lo que llaman “la sopa cósmica”, el sopinstant. Nada se mueve ni reacciona a nada simplemente porque todo está al mismo nivel en cualquiera de sus características. Es la muerte, la ausencia total de orden y de movimiento. Allí está todo, pero en estado caótico, en una mezcla confusa y desordenada.

Pero, y esto es lo inaudito, después de ese instante, ya sabemos, 0,0000000000000000000000000000000000000000000000001 segundos, ese sopinstant comienza a organizarse, cosa sorprendente, ya que del desorden no nace nunca espontáneamente el orden. Y a quien así lo crea lo invito a que venga a casa y entre en el cuarto de mi hijo.

Las partículas subatómicas, hasta ese instante formando sopa, se ordenan en átomos, perfectamente estructurados. Un núcleo, una pulpa electrónica, una nube electromagnética a modo de cáscara, resumiendo, una unidad completa de vida, con su morfología, su fisiología, su axiología, y en fin, su vida y su misión vital. Los átomos se agregan en moléculas, igualmente ordenadas y dotadas de vida, las moléculas se reúnen en formas cristalinas, ya visiblemente ordenadas según patrones de cristalización, luego los minerales, los líquidos, los gases… también organizaciones ya mucho más complejas y aún hoy aún encerradas en el más profundo misterio, como los seres unicelulares, pluricelulares, y así hasta llegar a constituirse seres complejísimos, desde la más pequeña brizna de hierba al más desarrollado mamífero.

Todo esto, a nuestro nivel de la Tierra. Igualmente ocurre con los sistemas planetarios, organizados por su estrella regente, las galaxias como organismos superestelares, y así hasta llegar al actual Universo que se nos manifiesta a nuestros ojos y al que nos empeñamos en estudiar como una materia muerta, como si un doctor en medicina se empeñara en estudiar únicamente cadáveres.

Desde antiguo se habla del macrocosmos y del microcosmos, del microbio y del macrobio. El orden dinámico implica vida, así como la vida implica orden dinámico. Entender la vida únicamente como algo similar a la nuestra, a la del hombre, es un concepto pobre, extraño y que ya debería haber sido superado. Existen muchas clases de vida de las que no alcanzamos a comprender su fisiología.

Solo asignamos vida a lo que se mueve y a lo que podemos observar, en nuestro restringido concepto de tiempo y espacio, que nace, se desarrolla, se reproduce y muere. Así, no podemos entender la vida de una estrella o de un mineral, porque su tiempo y su espacio en los que se desenvuelven superan nuestra corta visión humana. Yendo un poco más allá, quizá algunos seres vivientes de nuestra escala evolutiva, cuya existencia desconocemos, desarrollen todo su ciclo vital en nanosegundos, con lo cual nuestros medios de observación no llegan a captar su existencia. Del mismo modo, las estrellas y las galaxias, cuya vida puede alargarse durante miles de millones de años, son consideradas fijas, inmóviles y no sujetas a cambio alguno, y por lo tanto carentes de vida.

Según las tradiciones arcaicas, todos los seres del Universo tienen vida. Si ningún principio vital los mantuviera ordenados y en armonía dinámica, en desarrollo vital, no podrían tener existencia como tales, de la misma manera que un cuerpo humano, despojado de vida, pronto se deshace en sus componentes minerales. Pero los médicos, como dije, no consideran un hombre como un montón de minerales reunidos al azar, sino como un completo sistema en que todo está dispuesto para su función, organizado en elementos unidos por una delicada armonía energética que llamamos vulgarmente vida.

¿Qué mantiene al cuerpo humano con vida? ¿Qué mantiene a nuestro sistema solar con vida? ¿Qué mantiene a las galaxias, al Universo todo, con vida?

Quizá el antiquísimo Génesis de la Biblia judía nos de una pista. Allí se describe la creación del Universo de la siguiente manera, simbólica pero muy sugerente:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la haz del abismo, y el espíritu de Dios se cernía sobre la haz de las aguas.

Y dijo Dios: “Hágase la luz” y la luz fue hecha. Y vio Dios que la luz era buena.

“Fiat Lux”

Parece evidente que, para la formación de un Universo perfectamente organizado, con la dinámica de la vida, no bastan casualidades ni azares. Ya lo dijo mi querido Albert: Dios no juega a los dados con el Universo…

Se ve, se siente, un autor es evidente…

Pero ¿cómo puede decirse que Dios creó al Universo. Esta forma de hablar está bien para una narración simbólica a modo de mito. Pero no para la lógica evidente de las cosas. Si concebimos a Dios dotado de omnipresencia y de infinitud, no existiendo cosa alguna fuera de Él mismo ¿cómo podría crear algo que no contuviera? Si, como dice Albert, lo que más se acerca a su noción de infinito es el Universo y la estupidez humana, si bien considera esto último mucho más seguro, ¿cómo un Universo infinito existe al margen de un Dios infinito? Aquí hay algo que no cuadra… no pueden existir dos infinitos por separado… y a la vez.

Quizá no venga bien recordar la tradición hindú, cuando nos habla de cómo se desenvuelve la vida del Universo. Decían que Brahma, dios creador y primero de la trinidad hindú, respiraba, como todo hijo de vecino. Cuando espiraba su aliento daba origen a los mundos, y cuando inspiraba los mundos se resumían otra vez en él mismo. En verdad es una simbología muy sugerente.

A mi parecer, todas las simbologías de relevancia de los pueblos cultos que nos han precedido apuntan, no a una creación de un Universo externo y ajeno al agente creador, sino más bien a una manifestación de ese agente en lo concreto. Al decir de Platón, sería el mismo proceso que el de la plasmación de los arquetipos.

Un espíritu inmanifestado se manifiesta y se encarna en un “cuerpo”, su propio cuerpo. De esta manera, el Universo sería el “cuerpo de Dios” y Dios el espíritu de ese “cuerpo”, el Ánima Mundi.

Este planteamiento estaría acorde con las enseñanzas recurrentes de los pocos sabios que en el mundo han sido, de los creadores de religiones, de los grandes filósofos, de los alquimistas y de todo aquél que ha atisbado la realidad de lo real.

Dios está en todas las cosas… La firma de Dios está escrita en cada una de sus criaturas. La esencia interna de todo lo existente es divina. El espíritu del hombre es de la misma naturaleza divina. "Creemos al hombre a nuestra imagen y semejanza". "Sois dioses, pero lo habéis olvidado", "Todos somos hijos de Dios", etc. etc. etc.

¿Panteísmo? Sí. Es más que evidente. Todo el Universo está impregnado del Espíritu de Dios, porque es el “Ánima Mundi”. Nada hay fuera de Dios, todo lo visible y lo invisible forma parte de Él, de Él formamos parte, de Él nacimos y a Él volveremos.

El Universo no es un cadáver. Vive. Y, como en el caso del hombre, del animal, de los vegetales, de los minerales, y de cualquier cosas existente, su espíritu forma parte del espíritu de Dios. Ese Espíritu de Dios que se cernía sobre la haz del abismo, cuando la tierra estaba oscura y vacía… cuando Dios dijo:

Fiat lux, y la luz fue hecha.

viernes, 25 de junio de 2010

LAUDATE PUERI DOMINUM

Como recuerdo y guiño a una gran amiga...



lunes, 21 de junio de 2010

CÁDIZ, BARCAS DE LA CALETA



Azules y verdes, rojas, marrones, violetas, blancas, de todo color, de toda forma, grandes, pequeñas, todas juntas, muy cerca, como abrigándose unas a otras de los vientos.

Sus cuerpos son como el de una mujer, de curvas que por su hermosura, por incontables y diferentes, son casi imposibles de reproducir en un papel o de mantener en la retina. Todas bellas, y todas diferentes. El artista que les dio forma es seguro que estaba enamorado de sus contornos, de su figura entera, de su escorzo, de su apacible descanso sobre las rocas.

Ahí están, desde que mis ojos tropezaron con ellas por primera vez, siendo un niño, y allí estarían en los años de mis abuelos y tatarabuelos. Forman parte del mágico paisaje de este rincón tan querido por todos.


Barcas sabias de la mar, viajeras entre aguas que corren entre piedras, en bonanza, en mala mar, con vientos de cualquier punto de la aguja, portadoras del sueño de sus pescadores, llevando ilusiones, trayendo peces, llevando amistad y alegría, llevando tras de sí su estela blanca y sus gaviotas, compañeras infatigables.

Las vemos meciéndose al amor de las quietas aguas, saliendo firmes por la canal cerca de San Sebastián, posadas suavemente sobre las verdes rocas, o cabeza abajo cuando su dueño le limpia su quilla y sus costados para aliviarla de habitantes no invitados al viaje, para que la suavidad de su fondo se deslice mejor bajo la mar.

¡Cuánto no sabrá la barca de sus dueños, de sus inquietudes, de sus amores, de sus dolores! Confesora fiel, como un buen amigo, como una amante querida, como un abuelo, como un perro.

Siempre está ahí, esperando apacible, y pareciera que salta de alegría viendo llegar a su dueño cargado con las redes, con las cañas, con la carná.
- ¡Vamos de paseo! ¡Me saca a pasear! ¡Ya sentía frío en mis cuadernas…! Querido dueño… ¡cuánto te amo! ¡Vamos ya!-

Y, alborozada, rompe con su quilla las aguas tranquilas y enfila la bocana de salida a la mar abierta, dispuesta a todo por ayudar a una buena pesca.

Ya de vuelta, cansada, pero satisfecha de su viaje, acercarse al varadero a soltar la plateada carga aún saltando en su frescura.
- Ponme en buen lugar, mi dueño, ya sabes, donde esas rocas suaves, para que cuando me pose sobre ellas en la marea baja no me cause dolor en mis trabajados fondos. Tengo ya muchos años, y he recorrido ya muchas millas. Adiós, amo, que vuelvas pronto, eres mi alegría y mi sentido.-

- Adiós, pequeña, has trabajado bien… te daré un buen baño de agua dulce y… muy pronto volveré a verte, muy pronto…-

viernes, 18 de junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

RESPONSABILIDAD




Esta es una de las palabras que más asustan hoy día. Y lo es porque implica un compromiso, y nadie quiere compromisos que tuerzan de alguna forma su “libertad”.

La libertad es entendida hoy como el derecho de hacer uno lo que le venga en gana en cada momento, sin depender de ninguna “obligación”, palabra que se usa para designar a otra más noble: “el deber”.

Nadie quiere responsabilidades, porque se dice que “atan”. Y es cierto que las responsabilidades atan, pero en realidad atan a aquellas cosas a las que estamos atados por amor. Pero hoy amor es… cualquier cosa. Nos falta mucho que aprender sobre el amor. Y cuando se avanza por el camino del amor, en realidad muy poco transitado, se encuentra uno con que se es responsable de lo que se ama. Como decía El Principito:

“Soy responsable de mi rosa”

La responsabilidad, como todas las demás cosas de la vida, comienza por uno mismo. Por ello, la primera responsabilidad a concienciar y asumir es la responsabilidad sobre uno mismo. Y esto ¿qué quiere decir?

Tenemos instintos, sensaciones, sentimientos y pensamientos, por esto somos seres humanos. Y somos responsables de todas estas cosas. La cuestión es que, para ser responsables de nosotros mismos, hemos de tener conciencia de nosotros mismos, lo cual, siendo tan fácil aparentemente, es sumamente difícil en la práctica. Supone saber qué sentimos, qué hacemos, qué pensamos, y lo que es aún más difícil, que vamos a sentir, que vamos a hacer, que vamos a pensar. Porque ser conscientes de los que hacemos en cualquier plano una vez hemos actuado tiene mal remedio, si bien es la vía para extraer experiencias. Sería como Epimeteo. Pero hay que ser como Prometeo, anticiparnos a nuestros actos y sopesarlos, considerando sus efectos, buenos o manos, en nosotros y en nuestro entorno. Esto es sabiduría.

Hay otra cuestión a considerar. Pensemos por un momento: ¿asignamos responsabilidad a lo que pueda hacer un niño pequeño? Es evidente que no. Decimos, bueno… solo es un niño, no sabe lo que hace. Y ¿por qué no lo hacemos responsable de sus actos? Porque sabemos que no tiene capacidad de conocer las consecuencias de sus actos.

Lo más lamentable de todo esto es que en muchos casos tampoco podemos exigir responsabilidad de sus actos a personas que no son niños, sino ya adultos. Y ¿por qué sucede esto? Sencillamente porque, o bien no han desarrollado la conciencia de sus actos, o porque han desechado en aras de la “libertad” el control de sus actos, y no les importa si sus consecuencias son beneficiosas o dañinas para él mismo o para su entorno.

La falta de memoria conciencial da como consecuencia la repetición hasta el infinito de los mismos errores, que, acumulados, traen como consecuencia segura la desgracia para el desmemoriado como igualmente para todo aquél en el que repercuta su actuación inconsciente.

Si recordamos a alguien:
- Tal día hiciste tal cosa

Nos responderá
- Nunca hice eso.

¿Qué podemos hacer, entonces? Si una persona actúa una y mil veces de la misma forma, y mil veces y una lo niega. ¿Qué ponemos hacer? Parece ser que nada.

Pero hay una cosa que las leyes naturales sí que hacen. Y lo que hacen es que a estos seres inconscientes los sumergen una y otra vez en el mayor sufrimiento, para que alguna vez, al fin, descubran el motivo de su sufrir. Es algo así como el purgatorio que nos enseñaron. Purgar es purificarse por el sufrimiento. Y quien, no se ajusta a la Ley por discernimiento, lo hará por sufrimiento. No hay ninguna otra opción. Este es el sentido de la enseñanza del Buda:
"El dolor es el vehículo de la conciencia"

Y, por otra parte, aquél que logra tener conciencia de sí mismo y se empeña en contrariar la Ley, lo hace de manera consciente, por lo que ha de atenerse a los resultados de sus acciones. Y la Ley no deja a nadie sin beneficio ni sin perjuicio. Es inflexible e inapelable, porque es el auténtico juez de todo lo viviente en el Universo. Su responsabilidad es el mantenimiento del orden natural de todas las cosas, y permitir lo contrario sería actuar contra sí misma.


jueves, 10 de junio de 2010

ODA A LA ALEGRÍA



BARÍTONO

¡Oh, amigos, no con esos acentos!
¡Entonemos cantos placenteros
y plenos de alegría!

ODA A LA ALEGRÍA - FEDERICO SCHILLER

BARÍTONO, CUARTETO, Y CORO

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.


Quien haya alcanzado la fortuna
de poseer la amistad de un amigo, quien
haya conquistado a una mujer deleitable
una su júbilo al nuestro.
Sí, quien pueda llamar suya aunque
sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
Y quien no pueda hacerlo,
que se aleje llorando de esta hermandad.


Todos los seres beben la alegría
en el seno de la naturaleza,
todos, los buenos y los malos,
siguen su camino de rosas.
Nos dio ósculos y pámpanos
y un fiel amigo hasta la muerte.
Al gusano se le concedió placer
y al querubín estar ante Dios.


SOLISTA TENOR Y CORO

Gozosos, como los astros que recorren
los grandiosos espacios celestes,
transitad, hermanos,
por vuestro camino, alegremente,
como el héroe hacia la victoria.


CORO

¡Alegría, hermosa chispa de los dioses
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado,
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.


¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
ha de vivir un Padre amoroso.


¿No vislumbras, ¡oh mundo!, a tu Creador?
Búscalo sobre la bóveda estrellada.
Allí, sobre las estrellas, ha de vivir.


¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Ebrios de ardor penetramos,
diosa celeste, en tu santuario!
¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¿Os postráis, criaturas innumerables?
¿No vislumbras, ¡oh mundo!, a tu Creador?
¡Búscalo sobre la bóveda estrellada!
Hermanos, sobre la bóveda estrellada
ha de vivir un Padre amoroso.


¡Alegría, hija del Elíseo!
Tu hechizo vuelve a unir
lo que el mundo había separado
todos los hombres se vuelven hermanos
allí donde se posa tu ala suave.


¡Abrazaos, criaturas innumerables!
¡Que ese beso alcance al mundo entero!
¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
ha de vivir un Padre amoroso.


¡Alegría, hermosa chispa de los dioses,
hija del Elíseo!
¡Alegría, hermosa chispa de los dioses!



domingo, 6 de junio de 2010

ESPERANZA

Hermes advierte que no es posible volar hasta Él con solo un ala.

Hoy no quiero escribir de cosas tristes, ni de dificultades, ni de nubes negras, ni de caminos de barro y rastrojos.

Hoy querría aportar algo de piedad y de alegría a mis compañeros de camino. Porque son ellos el motivo de mis letras, y a ellos debo mi labor. Y no merecen mis sinsabores, ni mis angustias, ni mis penas. Sé de sobra (y lo sabemos todos), que en el mundo abunda el barro. Pero también sé que dentro de él se ocultan diminutas pepitas de oro puro, que es preciso buscar y rebuscar, para con ella fabricarnos la corona de la esperanza.

Y es de la esperanza de la que quiero hoy hablaros. Y la esperanza hunde sus raíces en la confianza. Y la confianza, de confiar, es palabra cuya alma procede del latín, cum-fidere, con fe. De la fe surge la confianza, y de la confianza surge la esperanza. Y si no llegamos a comprender la invocación fiat voluntas tuas de la oración que nos enseñó el Maestro, poco podremos tener fe, ni confianza, ni esperanza.

La esperanza no es cuestión de débiles, sino aceptación viril y activa de los misteriosos designios que, aunque inescrutables y muchas veces incomprensibles, nos llevan por el camino que nos ha sido trazado para nuestro encuentro con lo celeste. Y esta aceptación viril no nos debe llevar al desespero, sino, por contra, a la aceptación serena y responsable de las pruebas a que somos sometidos desde lo alto para nuestra superación.

Sabemos que la vida no es fácil para nadie. Y si así fuera, de poco serviría. Y rebelarnos contra las pruebas que nos son enviadas, que no lo son para nuestra desesperación y dolor, sino para nuestra superación y nuestra gloria, no nos lleva sino a no aceptar las oportunidades de superar nuestro actual estado y elevarnos a mundos más sutiles.

Bendigamos a Dios pues por estas pruebas y por los dolores que nos manda superar, porque con nuestro esfuerzo y esperanza podemos hacer de ellas nuestra corona gloriosa, y no solo eso, que sería solo para nuestro bien, sino que así podremos ofrecer a nuestros hermanos la dicha y la alegría de, escalando más altas cumbres, ofrecer vistas más bellas del Universo.

Quiero pruebas, no tranquilidad.

Dijo el Maestro:
No vine a traer la paz, sino la espada.
Y también dijo:
El que quiera entender que entienda.


miércoles, 2 de junio de 2010

LA ESCALA MÁGICA DE LOS DIOSES

Del espíritu del cielo
al alma de Beethoven
al alma de Karajan
al alma de Mutter
al alma de cada músico
a mi alma
a la tuya
al alma de todos los seres
que aman la belleza...