sábado, 20 de marzo de 2021

MÚSICA CLÁSICA

MUSICA CLÁSICA

Beethoven y Viena, una relación inagotable | El Cultural

Ayer le escribía a una amiga querida, a quien le envío diariamente un pequeño fragmento de música a la que amo, y le decía que esa música que le enviaba en esta ocasión fue la que, por el impacto que hizo en mi alma quedó grabada para siempre en mi corazón. Ella fue la que me abrió un resquicio de la gran puerta que, tras acercarse  mi ser a ella, me dio la ocasión de contemplar, aunque al principio muy difusamente, la inmensa belleza de lo que encerraba.

Era música, el reino de la música, donde la Musa volaba entre sonidos hermosos, cantando alegremente, a veces con enorme fuerza, a veces con susurros, bellas melodías que arrebataban mi corazón.

Empujé esa puerta, lentamente, queriendo no perderme un solo detalle de cuanto allí había, pero mi vista no alcanzaba a ver su fin, allí se contenía todo lo creado, todas las melodías, todos los sonidos, todos los bellos sentimientos, todos los amores que existen en el Universo, todos los besos y las puras caricias, todos los puros amantes, los ríos y los mares, las praderas y las montañas, lo oscuro del bosque y la luz de las arenas de las playas.

Boquiabierto, me senté a contemplar tanta belleza, guardando un silencioso respeto, un ardiente amor que sentí en mis entrañas. Sentí que, desde entonces, nada había en el mundo, en mi mundo, nada que pudiera siquiera igualarlo, que se había presentado ante mí, ante mi asombro y mi alegría serena, un mundo nuevo, infinito y bello, al que conocer y amar, al que acercarme todos los días de mi vida y desentrañar la belleza de cada sonido,  el sentido pleno de su ser y la luz que abría ante mis asombrados ojos.

Nunca más saldría de ese paraíso que un día soñé y que nunca imaginé que existiera. Nunca.

La Musa de la Música me acompañaría ya cada día de mi vida y más allá.