martes, 22 de febrero de 2011

PEQUEÑA HISTORIA DE UNA GRAN AMISTAD

Me lo ha dado a conocer mi gran amigo Catetochil, que lo ha extractado de la película "El corcel negro".


domingo, 20 de febrero de 2011

OBSERVA ESTA PEQUEÑA HOJA...

"Observa esta simple hoja; verás que no te alcanza una vida para descubrir la belleza que encierra en su arquitectura...
No hay catedral que pueda igualarla."

La óptica con la que el hombre mira al Universo sigue siendo una óptica antropocentrista. Tratamos de entender lo inmensamente grande desde nuestra inmensa pequeñez.

Sería algo así como si un mosquito analizara, desde su perspectiva, la belleza de una catedral. No la podría entender. En su mosquitocentrismo le parecería algo absurdo, sin sentido ni utilidad, algo disparatado, producto de un ser cretino o caprichoso. ¡Es tan grande, tan grande, que ni siquiera sirve para comer!, se diría. Además, es, simplemente, piedra muerta.

¿Cómo podría imaginar ni comprender el sentido de una catedral, entender que no esta muerta, sino viva y palpitante, que su existencia la debe a la mente de su arquitecto y a la inspiración de muchas almas que albergan en ella su sentido de Dios, que es un lugar sagrado para el hombre, y que no apareció por casualidad, como un simple amontonamiento de piedras, sino con un fin definido que él no es capaz de entender?

Algo así sucede en el hombre frente al Universo.

Miramos el manto negro del firmamento, entretejido de millones de pequeños puntitos brillantes, y las llamamos estrellas. Vemos manchas blanquecinas de diferentes formas, y las llamamos galaxias. Miramos al Sol, y miramos a la Luna, y nos pensamos que sí, que tienen su utilidad, claro está, para nosotros los hombres, pero no alcanzamos a comprender su existencia por sí mismos, su vida y su destino.

¿Destino? Nos preguntamos. ¿Destino de dos bolas inmensas, una de ellas que solo es helio e hidrógeno en combustión, y otra, una piedra redonda dando vueltas a la tierra? ¿Cómo podría tener vida ni destino una simple piedra, una ardiendo y la otra apagada? Sería tanto como asignar vida a un grano de sal de nuestro salero.

En mi opinión, y, haciendo uso de la madurez de la humanidad, tras milenios observando a la Naturaleza, deberíamos empezar a desprendernos de la óptica errónea y pueril que mira todo lo que está fuera del hombre como seres extraños, incomprensibles, faltos de vida, de sentido y de destino.

Actuamos como si quisiéramos entender solo el sexto día del Génesis, ignorando los cinco anteriores. Y, por cierto, andamos con cierto retraso. El Génesis bíblico fue escrito nadie sabe por quién, ni hace cuantos milenios, posiblemente inspirado en otros textos mucho más milenarios de otras culturas, pero indudablemente por gente que sabía de lo que hablaba, y quizá mucho más y mejor que nuestros encumbrados científicos actuales.

¿Vida? ¿Destino? ¿Qué podría pensar el ínfimo microbio de la vida y el destino de un hombre? Y, de la misma manera ¿Qué puede pensar el hombre de la vida y destino de un ínfimo microbio, o de la más inmensa de las galaxias?

“Como es arriba es abajo”, sentenció el llamado Hermes. Quizá deberíamos reflexionar sobre esta sentencia, largamente, antes de pensar sobre la existencia de los diferentes seres que pueblan nuestro Universo.


miércoles, 16 de febrero de 2011

CRISIS GLOBAL


Dicen que esta crisis consiste en que no hay dinero. Yo más bien diría que consiste en que no hay vergüenza.

Creo que fue Platón quien dijo, hace veintitantos siglos que la auténtica generadora de riqueza es la justicia. Dicho de otra manera, si hay justicia se genera riqueza, si no la hay se genera ruina.

Que nadie me hable de créditos basura ni de hipotecas subprime. Estas cosas pudieron ser el cómo, pero no el qué ni el porqué.

El qué y el porqué forman parte de la base que sustenta la economía moderna, a su vez sustentada por los mercaderes sin otra mercancía que el dinero, a su vez sustentada por la ingente labor realizada en el último medio siglo por los magos negros sobre la pobre, confiada e ignorante humanidad.

Se equivocaron en sus cálculos. Consiguieron convertir a los seres humanos en simples productores-consumidores, desnudándoles mediante una labor concienzuda de cualquier atisbo de auténtica humanidad, de valores propiamente humanos, de cultura, de amor por el arte, de su innata bondad y generosidad, de su vida sencilla y natural, de… de tantas cosas. Cualquier asunto que pudiera poner en peligro su productividad o su consumismo fue atacada con enorme virulencia por sus poderosos medios de comunicación. El hombre bueno se mostró como un cándido idiota, el generoso como un tonto útil, el valiente como un violento peligroso cuando no un loco de atar, el honrado como un perdedor, al artista como un blando inútil, el justo como alguien escrupuloso por tonterías, y así todo lo demás.

Y se equivocaron, en primer lugar porque lo válido es imposible de destruir para siempre, ya que siempre aflora naturalmente. Y en segundo porque los ladrones, los sin escrúpulos, los estafadores, los sinvergüenzas, los timadores, los embaucadores, los mentirosos, los injustos, en fin, los malos hombres, empezaron ¿por qué no? a utilizar sus turbios medios unos contra otros. No era ya una corporación la que estafaba a millones de clientes, era una corporación que estafaba a otra ¿por qué no?.

Así, en esta crisis global, cuyos culpables lo tenemos claro, los muy grandes robaban a los menos grandes, los menos grandes a los pequeños, y estos a todos los demás productores-consumidores.

Además, y no menos, los seres humanos, desprovistos de cualquier carácter por el que se les pudieran llamar así, sintieron en lo profundo que sus vidas estaba desprovista de sentido, a no ser que pudiera llamarse así el dedicar su vida entera a enriquecer a un grupo de sinvergüenzas que lo único que les ofrecían era trabajar como esclavos para luego poder comprarse un sinnúmero de tonterías que los medios se encargaban de presentarles como imprescindibles para su anodina vida.

Convencieron a las mujeres de que su liberación pasaba por abandonar su hogar, donde estaban esclavizadas, para así poder pasar a engrosar las filas de sus productores-esclavos, donde vivirían liberadas ¿? de las deshonrosas tareas de mantener su casa, mandaron así a los recién nacidos a grises guarderías donde un personal extraño los cuidarían ¿?, y con pocos años encargaron a los abuelos jubilados a educarlos y acompañarlos en sus juegos y estudios. Sus padres tenían escasamente tiempo de darles un beso, ya dormidos, tras un día completo al servicio del Ogro. A los abuelos ya ancianos e inválidos los enviaron a asilos, guarderías para viejos, sin importar a nadie de su familia su situación carente de cariño y de cuidados. No podrían cuidarlos, sus vidas estaban entregadas totalmente al Ogro.

Nos convencieron a todos que era preciso trabajar cada vez más duro y cada vez más horas para poder mantener el sistema, que de otra manera sería insostenible, y comenzamos ya a envidiar la situación de los esclavos romanos, que al menos tenían asegurado techo, cama y comida, y quizá mucho mejor trato que el que nos dispensan nuestras empresas esclavistas.

Nos convencieron a todos que el conocimiento, la sabiduría y la cultura eran cosas de gente ociosa y peligrosa y que pensar, ¡pensar! era peligroso, sobre todo pensar “distinto” a lo “normal”, distinto a lo que se les dictaba desde los medios de comunicación de masas.

Nos convencieron que el amor era sexo, que la amistad complicidad, que la generosidad estupidez, que la competencia era superior a la cooperación, que las pasiones eran superiores a la templanza, que la violencia era natural y connatural al ser humano, que Dios no existía, ni nada que no pudiera verse y medirse, que la ciencia solo era una sierva de la tecnología, que la justicia solo era buena cuando era beneficiosa para sus intereses, que las religiones eran paparruchas de viejas y de ignorantes…
¡De tantas cosas nos convencieron…!

Pero hete aquí que su edificio de papel y mentira se derrumba. Y yo, como no, me alegro que se derrumbe.

Se puede engañar a un hombre un día, se puede engañar a un pueblo durante unos años, pero no se puede engañar a todos los hombres todo el tiempo.

Habéis perdido vuestra negra cruzada, mentes oscuras. Volverá la luz, y vosotros, como alimañas que odiáis la luz, saldréis corriendo cobardemente a vuestras pestilentes cloacas.

Es el lugar que os corresponde.


miércoles, 9 de febrero de 2011

YO CREÍA...



Yo creía
que la gente que me rodeaba,
guiaba sus actos
guiados por la generosidad y el altruismo
pero comprobé
que solo en el caso de que los resultados
les interesara
en alguna forma.

Yo creía
que mantenían firmemente sus convicciones
pero comprobé que no tenían convicciones
sino solo creencias inapelables en dogmas.

Yo creía
que sus muestras de amor y respeto
nacían de una fuente desinteresada
pero comprobé que si no les beneficiaban
se olvidaban de mí.


Yo creía
que sus decisiones
eran producto de serena reflexión
y ecuánime actuación
pero comprobé que solo se amoldaban
a opiniones o presiones de otros.

Yo creía
que la vida era dulce
porque dulces eran las palabras
y las sonrisas
pero comprobé que dulzura y sonrisas
solo duran mientras les apoyas.

Yo creía
que un fin noble
ennoblece y une a las personas
pero comprobé que a veces
las envilece y las desune.

Yo creía
que juntos cooperábamos
y que nos sentíamos como hermanos
pero comprobé que cuando algo va mal
solo somos primos segundos
y más que cooperar, intrigamos.

Yo creía, en fin
que era una suerte contar
con personas nobles a mi alrededor
pero comprobé que, para mi desgracia,
era mejor continuar solo mi camino.

Yo creía, en fin,
que todo el mundo era bueno y santo
hasta que comprobé que no es así,
que solo había sido visto así por mi tonta candidez.

Ahora me duele mi engaño
pero no culpo a nadie.
cada cual es como es
y por supuesto,
no como yo lo pensé.

Cambiar de visión es duro,
y duro ahora será mi castigo.
pero lo acepto agradecido
porque fue mi error.

Solo lamento
que mi mundo, luminoso
por mis quimeras,
se me haya vuelto gris.

Solo prometo y reitero
mi compromiso con lo real.
Lo blanco es blanco
Lo negro negro.
Y lo gris… gris.





viernes, 4 de febrero de 2011

miércoles, 2 de febrero de 2011

LENGUAJE


Las vacas no hablan no porque no puedan, sino porque no tienen nada que decir.

En verdad no es del todo cierto. Depende de en lo que hagamos consistir le palabra “hablar”.

En su sentido lato, hablar se podría entender como expresarse, y ello incluye no solo la palabra hablada, sino cualquier otra manera en la que el alma se expresa a través del cuerpo. Así, se podría incluir la expresión corporal, que incluye todo el cuerpo y especialmente los ojos es decir, la mirada, las manos y sus movimientos, los labios y sus muecas, los andares, y otras muchas más expresiones corporales. De esto saben sacar un enorme partido los mimos.

Igualmente los sonidos propios emitidos por cada especie animal, no solo los mamíferos, sino casi todos, como canto de pájaros, cri-cri de los grillos, croar de las ranas, canto de las chicharras, de los buhos, bramidos de los elefantes, relinchos de los caballos, mugidos de las vacas, ladridos de los perros, aullidos de los lobos, etc. etc.

Pero, específicamente, podríamos llamar lenguaje, en su sentido estricto, al que se constituye por el habla o la escritura. Así como el lenguaje corporal puede expresar necesidades, deseos o situaciones de dolor o placer, de agrado o disgusto, todas ellas concernientes a los planos de supervivencia, mantenimiento o perpetuación de las especies, y también como expresiones del mundo emocional de algunos mamíferos superiores, el lenguaje nace de la necesidad de los seres humanos de compartir su vida psíquica situada a un mayor y distinto nivel que la del resto de las criaturas conocidas.

Quizá el lenguaje propiamente dicho en el sentido estricto sea únicamente usado por el ser humano, como instrumento con el que compartir situaciones complejas, abstractas o artísticas que se dan exclusivamente en ellos. Como usuario, aunque casi siempre de una manera primaria, de un cuerpo mental, la posibilidad de utilizar el lenguaje nace de una necesidad de expresión para estas nuevas funciones que les son exclusivas y en las que estriba la diferencia con los mundos con los que comparte la vida una.

No sabemos cuando nació, ni donde, aunque es de suponer que no mucho después de recibir la chispa mental que Prometeo robó a los dioses para entregarla a los hombres, por lo que todos sabemos que pagó, o tras comer de la manzana del árbol de bien y del mal que les ofreció la serpiente, y que fue motivo de su expulsión del paraíso de los seres desprovistos de conciencia.

Y nos podríamos plantear: ¿qué es el lenguaje? ¿tienen vida las palabras? ¿es cierto lo que nos cuentan de la torre de Babel? ¿nos entendemos con el leguaje? Estas solo son algunas preguntas acerca del asunto, pero podríamos plantearnos muchas más.

Pienso que cada palabra tiene una concepción y un nacimiento, tras el cual se incorpora al lenguaje. La concepción, seguramente, es producto de la unión de un padre y una madre que se aúnan en el acto generador. Y si el germen del padre suele ser celeste y la materia de la madre terrestre, es fácil concluir que una idea que albergaba la gran mente genera vida en nuestra materia terrestre, nuestra mente aún virgen de ese concepto, marcando los enlaces necesarios en su órgano, el cerebro. Nace entonces una idea en nosotros sobre alguna cosa.

¿Y por qué se ven impelidos los progenitores a unirse para la generación? Seguramente por la ley universal que viene a gobernar toda creación. La ley de necesidad. Cuando la necesidad reúne la energía suficiente provoca los órganos generadores obligándoles a producir un nuevo ser.

¿Y qué palabra usamos para darle un nombre? Hemos de recordar que una idea nueva no tiene nombre. Pues… tomemos algunas conocidas que nos identifique y recuerde a la nueva idea. De esto sabe mucho la etimología, a la que soy muy aficionado y de la que soy muy devoto. Describe muy bien cual es la raíz de la idea contenida en la palabra.

Una vez me acusaron de seductor, palabra que se suele entender de manera equívoca. Tras recurrentes actos de arrepentimiento por mi manera de conducirme, se me ocurrió consultar su etimología.

Seductor: del latín, se y ducere. Conducir a uno mismo.

¡Conducir a uno mismo! ¡Eso era! ¡Pues sí, yo era un seductor, pero a mucha honra!

¿Cómo nació la palabra? La existencia de la seducción probablemente no es exclusiva de la naturaleza humana, sino universal y de ámbito profuso. Pero, al tomar conciencia de su existencia en nosotros, y a fin de transmitir su alma, su contenido o significado, nació la necesidad de encontrarle una palabra nueva. Y ¿qué mejor que unir dos conocidas, como “conducir” y “uno mismo” para darle nacimiento? Y he aquí que la que nació: seducir.

Pero… luego aparecen las connotaciones… ¿Qué se entiende por “conducir”? y ¿quién es "uno mismo"? Si tratamos de conducir a una dama hasta nosotros mismos en la cama, la seducción de convierte en un arte amatoria, y si se realiza con artimañas y engaños, la cuestión se convierte en un acto donjuanesco. Pero si tratamos de conducir su alma a la nuestra… ¿qué cosa es?

Evidentemente, en todos los casos es seducción, pero depende de qué sea“lo conducido” y de lo que entendamos y vivamos por “uno mismo” para que el acto de seducir sea encomiable o denigrante. Y, por supuesto, el ámbito de la seducción no se circunscribe a las relaciones de una dama y un caballero, sino más bien ocurre que el objeto de la seducción es infinito, quizá lo compone la totalidad de lo conocido por “uno mismo”.

¿Seducimos o somos seducidos? A veces es difícil distinguir la frontera entre ambas cosas, porque se suelen dar a la misma vez. Cuando nos seduce una música, una lectura o un paisaje no sabemos bien quien conduce a quien a su alma. A veces, casi siempre, la atracción es mutua.

Y ¿que ocurrió en la Torre de Babel? ¿Cómo fue posible que los hombres que la construían dejaran de entenderse los unos a los otros? En mi opinión, esta torre produjo, debido a la soberbia, una incapacidad de comprensión entre los hombres. Esto nos cuenta el mito.

Es evidente que cuando la ignorancia impera, y se adorna de soberbia impenitente e intolerante, no es posible el entendimiento entre los hombres, ya que, errados y soberbios, sostienen, si es preciso con la fuerza, sus erróneas convicciones, que no son realmente tales, sino solo simples creencias, nacidas de una obediencia ciega a lo que le contaron una vez, sin posterior reflexión libre alguna.

En esa situación, el diálogo se vuelve imposible e inútil, y como me dijo un día un gran amigo, al fructífero diálogo lo sustituye la ambivalente diplomacia. Y esta solo se mantiene si existe elegancia tolerante. Cuando este engrase desparece solo queda la violencia verbal en las relaciones humanas, pronto sustituida, por insuficiente, por la violencia física.

Muchas veces pensamos que hay gente que miente, cuando únicamente ocurre que utilizan las palabras y las ideas de forma torcida y errónea, amoldándolas a sus conveniencias e intereses.

Ese amigo que antes mencioné me contó que Lao Tzé y Confucio mantuvieron un encuentro y dialogaron. Pero entre los discípulos de ambos ya no era posible el diálogo. Porque hablaban sin entenderse, cada uno en lenguas diferentes.

Seguramente, y como todo, el asunto del lenguaje es solo cuestión del nivel de comprensión.