Solo hay
tres cosas dignas de romper el silencio:
La música
La poesía
El amor
A. Nervo
En sus horas de meditación
silenciosa, el estudiante encontrará que hay un espacio de silencio dentro de
él, donde puede encontrar refugio para sus pensamientos, para los deseos de la agitación
de los sentidos y para los engaños de la mente.
Hundiendo su conciencia
profundamente en su corazón puede alcanzar ese lugar al principio solamente
cuando se encuentra sólo, en el silencio y la oscuridad. Pero cuando la necesidad
de silencio ha crecido suficientemente, volverá a buscarlo, incluso en medio de
la lucha consigo mismo. Y lo encontrará.
HPB
Pilatos
preguntó a Jesús qué era la verdad, y su respuesta fue el silencio.
También no
hace mucho que han aparecido evangelios apócrifos, y se cuenta que los
apóstoles preguntaron a María la Magdalena qué cosas le había enseñado Jesús
que no les hubiera enseñado a ellos. Y en esos evangelios se explica que
permaneció en silencio. Quizá eso era lo que le había enseñado.
Recordemos a
Buda, sentado ante el árbol donde consiguió la iluminación. También guardó
silencio.
Los
enamorados, cuando llegan a alcanzar la cima de su comunión de almas, les basta
el silencio.
Todo nos
parece indicar que las respuestas están en el silencio. Pero cuando oímos
hablar del silencio todos pensamos en algo vacío, no en algo lleno. Y,
paradójicamente, en todas las indicaciones de orden superior, no solo no es
algo vacío sino, por el contrario, es la condición inherente a la plenitud.
Y es más. Ni
siquiera somos conscientes del alcance de su significado. En el concepto vulgar
del término, consiste sencillamente en no abrir la boca. Pero debemos
percatarnos que la boca se abre cuando algo interior la fuerza a abrirse. Y
¿qué es ese algo interior que la obliga?
Si hiciéramos
caso a aquél que dijo que solo dijéramos algo después de comprobar la certeza
de que fuera algo bueno, justo, bello, útil y necesario ¿quién se atrevería a
abrirla? Yo desde luego la abriría poco. O nada.
Pero aún sin
abrirla, ¿qué cantidad de charla inútil existe en nuestro interior
constantemente? ¿con cuántos lenguajes habla nuestro ser ancestral, no
propiamente humano? ¿cuántos hay dentro de nosotros que hablan constantemente
arrogándose ser nosotros, hablando en nuestro nombre? ¿cuánta gente pulula
dentro de nosotros verborreando sin nuestro permiso?
Porque podría
pensarse que solo hablamos desde nuestra razón, desde nuestra mente, pero, a
poco que nos observemos comprobaremos que hablamos desde muchos lugares
diferentes.
Habla nuestro
cuerpo: Tengo sed, tengo hambre, estoy cansado, me tomaría una cervecita
fresquita, quiero ir a la playa... y todos los etcéteras que
fácilmente podréis añadir.
Habla nuestra
psique: Estoy irritado, estoy nervioso, estoy aburrido, estoy enamorado, estoy
abatido, estoy fastidiado, estoy enfadado, estoy encantado, estoy fascinado, me
lo estoy pasando bien, me lo estoy pasando mal, ¿cómo estoy? ¿cómo no estoy? Y
los etcéteras.
Habla nuestra
mente común: Soy maravilloso. Soy genial. Soy un desastre. No tengo remedio.
Somos amigos. Somos enemigos. Tengo demasiadas cosas que hacer. No tengo nada
que hacer. Me gustaría saber... qué piensan de mí, me gustaría tocar el piano, hacer un
viaje. Y los etcéteras.
Y ¿quién no
habla? Pues, evidentemente, entre tal algarabía, aunque alguien hablara no le
escucharíamos. Y ciertamente hablan. Solo que no los podemos escuchar. Hay
demasiado ruido. Y los que hablan siempre lo hacen en voz baja. Por ello, para
escucharlos es preciso absoluto silencio.
Y ¿quién es capaz de callar?