miércoles, 18 de diciembre de 2013

CARTA A UN AMIGO: UN POCO DE HISTORIA



























Gracias, mi querido amigo, por tus puntualizaciones. Efectivamente soy un gran desconocedor de la Historia en general y de la historia del romanticismo en particular. Pero, como siempre, lo intento, y trato de ahondar en lo que implica el ser de algo en relación con la naturaleza humana.

Para ello trato de apoyarme en las figuras más representativas y, en este caso me he apoyado en Beethoven, quizá erróneamente. Pero para mí, que lo amo profundamente, lo he tomado como paradigma del romántico.

No dudo que, como en todos los movimientos, haya gente que aproveche la coyuntura para luego hacer con el ideal de que se trata cualquier cosa que se les ocurra. Recuerdo lo bien que me hablabas de Lenin. Y yo, a estas alturas, no dudo en que fue un idealista que trataba de establecer justicia y de erradicar un mundo corrupto como fue el zarismo anterior. Pero tampoco me cabe duda que los que posteriormente se apropiaron de su ideal y lo falsearon, hicieron lo que hicieron, no hace falta que te lo cuente.

Igualmente ocurrió con muchos otros genuinos representantes de ideales humanos de bondad, verdad, justicia y belleza.

Recordemos, por solo poner algunos ejemplos, en lo que degeneraron las enseñanzas de Jesús. Solo tenemos que contemplar la actual Iglesia, la que, sin ningún rubor, asegura que sigue sus enseñanzas.

Recordemos el primitivo mundo romano y su aporte a la cultura y a la humanidad, y comparémoslo con su decadencia y destrucción.

Comparemos el primitivo Egipto con el actual.

Recordemos la ilusionante idea de la democracia, de la que siempre se pone como antecesora a Grecia, y comparémosla con lo que existe hoy día, en la que muchos siguen empeñados en convencernos de que vivimos en una democracia. A la vista están los resultados del fraude.

Recordemos a Napoleón, autor en sus inicios de la modernización de la vieja y decadente Europa monárquica, y recordemos como acabó su ideal, cuando perdió la chaveta (hasta Beethoven, defraudado, cambió el título de su tercera sinfonía, incluyendo en la misma una marcha fúnebre, dedicada a la muerte de un ideal).

Recordemos las enseñanzas de Mahoma, promotor de una vasta cultura, de la que por cierto somos en cierta forma herederos, y contemplemos hoy a los que, también sin rubor, se proclaman los dueños de sus enseñanzas y se erigen en exégetas indiscutibles de su doctrina. ¡Si el pobre Mahoma levantara la cabeza...!

Recordemos igualmente el esplendor, el refinamiento y la espléndida civilización de la eximia Al-Andalus. ¿Qué queda de eso?

Recordemos el innegable esplendor del mundo precolombino, de lo que poco ha quedado pero más que suficiente para no poder negarlo. ¿dónde está hoy día?
En fin, a qué seguir. Estoy seguro que encontrarás muchos más ejemplos y que comprendes lo que quiero decir.

Pregunta hoy a cualquiera cuales eran los ideales del mundo hippie. Verás como te dicen que eran sexo, drogas y vagancia.

Pregunta qué cosa es ser anarquista. Verás lo que te dicen: hacer cada cual lo que les apetezca. Y tú sabes, igual que yo, que no es eso.

Pero, querido amigo, la humanidad es así. Los ideales paridos por gente genial, visionarias de un futuro mejor para la humanidad son pronto tergiversados y llevados funestamente a la práctica por gente estúpida que muy poco o nada comprendieron el mensaje.

¡Qué le vamos a hacer! Decía mi Maestro que siempre hay gente que construye Partenones y gente que los destruye. Pero lo nuestro es... construirlos. Lo contrario sería tirar la toalla y dejar nuestra Humanidad abandonada a su suerte.

Un fuerte abrazo de tu amigo,
Abraxas



1 comentario:

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

¡Bravo! Tus palabras están cargadas de razón. Aunque a mí, a veces, me abate la desesperanza y si no fuera por los versos que son mi apoyo, mi arma y mi refugio, sinceramente, hay días que, escuchando las noticias, no sé que haría con la toalla.

Gracias por tus magníficas reflexiones.