Sembraron en mí semillas
cuando yo ya creía
que mi tierra era estéril,
pedregosa y árida.
Invierno y otro invierno,
sin brotes en primavera,
sin esperanza casi,
casi sin fe.
Estiércol y estiércol,
araron y araron,
lluvia en otoño,
sol en primavera.
Pasaron los ciclos,
mi tierra yerta,
mis ojos ciegos,
mi palabra muerta.
Un día, una luz
alumbró mi frente.
Y oí una voz.
¡Eres labrador!
Tomé mi azada,
amé mi tierra,
miré hasta el sol,
y comprendí.
Nueva primavera
llegó, y entendí.
Los brotes surgieron,
y luego crecieron.
Bendije semillas,
labrador y azadón.
Bendije los brotes...
bendije al sembrador.
4 comentarios:
Bendita Luz...
Amén.
Bello poema que me hizo recordar al campesino de mi tierra y todos los países pobres, verdaderos artesanos de la siembra. Un abrazo
A mí también me sucedió que "Un día,una luz alumbró mi frente" y una voz me dijo algo parecido a lo que oiste tú.
Bendito el sembrador.
Intuyo que es una especie de parábola.
Celebro que abrieras los ojos y la tierra respondiera.
Besos
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