jueves, 8 de enero de 2009

HOJAS, FLORES Y FRUTOS



Paseaba distraídamente por una calle soleada, y mis ojos tropezaron con la esquina descuidada y seca de un pequeño jardín. Unas yucas viejas sobrevivían estoicamente en una tierra yerma y desabrida. Pero ¡oh, milagro! en sus pináculos lucían los grandes penachos blancos de flores que hacen de corona de su verde arquitectura.

Amo las plantas, y algo se movió en mis aires y en mis pasos. ¡Dando flores en su situación! Me resultaba sorprendente.

Me vino a la memoria mi amigo Carreño, el campero, aquél día que le pregunté por qué mis tomateras solo daban hojas y hojas, pero no me regalaba flores amarillas ni las veía parir las verdes bolitas.

Tras mucho preguntarme sobre como las trataba, emitió su veredicto, para mi inapelable: las regaba mucho, mucho más de lo que debiera. Por eso no daban flores ni frutos. Tienes que hacerlas penar –me dijo-, solo así te darán frutos. Solo así sus raíces la fijarán a la tierra y será fuerte. Como tú las tratas saben que nada les falta y se dedican a vivir confortablemente, no se esfuerzan en nada.

Sus sabias sentencias de viejo labrador se quedaron grabadas en algún lugar de mis misterios, por paradójicas, por sabias y también por incomprensibles.

Mucho más tarde, y en etapas de mi vida que fueron duras pero fecundas, volvieron a mí. Y pude ver que así era. Y supe que un marino se hace marino en las tormentas y en los temporales, y en los restos del naufragio, mucho más que en sus travesías de bonanza.

Mis yucas... mis tomateras... ¿son quizá habitantes de mi alma?





4 comentarios:

Bernardo dijo...

Las respuestas a todos nuestros interrogantes están en la naturaleza y en los seres que saben observarla y viven en armonía con ella.

Un abrazo

ABRAXAS CADIZ dijo...

Así creo que es, querido Bernardo. Mi Maestro decía que si un día desaparecieran toda la sabiduría acumulada por la Humanidad, un solo hombre, leyendo en el libro de la Naturaleza, volvería sin duda a reconstruirla.

Loba dijo...

Así como lo dice Bernardo lo pienso, un ejemplo que te ha llevado a escribir algo de lo que fuiste capaz de percibir, pues diferente a ti cuantos caminan sin importarles nada...sin darse cuenta que el mundo se ahoga, se asfixia por nuestra falta de lucidez...tus palabras se agradecen.

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Las tormentas y los naufragios de nuestra vida son los que nos hacen crecer. Hace falta estar despierto y atento a las enseñanzas de amigos como el tuyo y de la naturaleza para ese aprendizaje que nos enriquece. Tú estás bien atento a esas enseñanzas. Gracias por compartirlas. Añadiré tus yucas y tus tomateras al huerto de mi alma, seguro que darán buenos frutos.

Un saludo
Teresa.