sábado, 27 de marzo de 2010

ROMANTICISMO



Gracias, mi querido amigo, por tus puntualizaciones. Efectivamente soy un gran desconocedor de la Historia en general y de la historia del romanticismo en particular. Pero, como siempre, lo intento, y trato de ahondar en lo que implica el ser de algo en relación con la naturaleza humana.

Para ello trato de apoyarme en las figuras más representativas y, en este caso me he apoyado en Beethoven, quizá erróneamente. Pero para mí, que lo amo profundamente, lo he tomado como paradigma del romántico.

No dudo que, como en todos los movimientos, haya gente que aproveche la coyuntura para luego hacer con el ideal de que se trata cualquier cosa que se les ocurra. Recuerdo lo bien que me hablabas de Lenin. Y yo, a estas alturas, no dudo en que fue un idealista que trataba de establecer justicia y de erradicar un mundo corrupto como fue el zarismo anterior. Pero tampoco me cabe duda que los que posteriormente se apropiaron de su ideal y lo falsearon, hicieron lo que hicieron, no hace falta que te lo cuente.

Igualmente ocurrió con muchos otros genuinos representantes de ideales humanos de bondad, verdad, justicia y belleza.

Recordemos, por solo poner algunos ejemplos, en lo que degeneraron las enseñanzas de Jesús. Solo tenemos que contemplar la actual Iglesia, la que, sin ningún rubor, asegura que sigue sus enseñanzas.

Recordemos el primitivo mundo romano y su aporte a la cultura y a la humanidad, y comparémoslo con su decadencia y destrucción.

Comparemos el primitivo Egipto con el actual.

Recordemos la ilusionante idea de la democracia, de la que siempre se pone como antecesora a Grecia, y comparémosla con lo que existe hoy día, en la que muchos siguen empeñados en convencernos de que vivimos en una democracia. A la vista están los resultados del fraude.

Recordemos a Napoleón, autor en sus inicios de la modernización de la vieja y decadente Europa monárquica, y recordemos como acabó su ideal, cuando perdió la chaveta (hasta Beethoven, defraudado, cambió el título de su tercera sinfonía, incluyendo en la misma una marcha fúnebre, dedicada a la muerte de un ideal).

Recordemos las enseñanzas de Mahoma, promotor de una vasta cultura, de la que por cierto somos en cierta forma herederos, y contemplemos hoy a los que, también sin rubor, se proclaman los dueños de sus enseñanzas y se erigen en exégetas indiscutibles de su doctrina. ¡Si el pobre Mahoma levantara la cabeza...!

Recordemos igualmente el esplendor, el refinamiento y la espléndida civilización de la eximia Al-Andalus. ¿Qué queda de eso?

Recordemos el innegable esplendor del mundo precolombino, de lo que poco ha quedado pero más que suficiente para no poder negarlo. ¿dónde está hoy día?
En fin, a qué seguir. Estoy seguro que encontrarás muchos más ejemplos y que comprendes lo que quiero decir.

Pregunta hoy a cualquiera cuales eran los ideales del mundo hippie. Verás como te dicen que eran sexo, drogas y vagancia.

Pregunta qué cosa es ser anarquista. Verás lo que te dicen: hacer cada cual lo que les apetezca. Y tú sabes, igual que yo, que no es eso.

Pero, querido amigo, la humanidad es así. Los ideales paridos por gente genial, visionarias de un futuro mejor para la humanidad son pronto tergiversados y llevados funestamente a la práctica por gente estúpida que muy poco o nada comprendieron el mensaje.

¡Qué le vamos a hacer! Decía mi Maestro que siempre hay gente que construye Partenones y gente que los destruye. Pero lo nuestro es... construirlos. Lo contrario sería tirar la toalla y dejar nuestra Humanidad abandonada a su suerte.

Un fuerte abrazo de tu amigo,

Abraxas

4 comentarios:

El Drac dijo...

De eso está hecha la historia de marchas y contramarchas y así se vaya lento es mejor que todos tengamos la oportunidad de convivir lo más armónicos posibles dentroi de una democracia, por ello los mesianismos no son bienvenidos así sea lo correcto, porque todos tenemos derecho a vivir en paz. Un fuerte abrazo

Berto dijo...

Querido Abraxas: no tomes mi comentario como un desacuerdo contigo, pero permiteme que te haga una pregunta en referencia al explendor y decaimiento en las ideas, las civilizaciones o las culturas: ¿Qué queda en el anciano de aquel bebé que fue?...Las enseñanzas y los ideales... no degeneran, quienes lo hacen somos las personas, sino ¿por qué hoy en día seguimos construyendo Partenones y otros destruyéndolos?...

Verdial dijo...

Está claro que unos crean y otros destruyen, sobre todo cuando ya falta el que lo construyó.
Será tal vez que el hombre intenta siempre cambiar aquello que hicieron otros y moldearlo a su mejor elección.
No sé si acertado o desacertado, pero siempre, tal como tú apuntas, ha sido así.

Un abrazo

ABRAXAS CADIZ dijo...

Querido Berto,

ante todo te diré que puedes tranquilamente estar en desacuerdo conmigo, ¡faltaría más! Yo veo y entiendo las cosas a mi manera y según mi formación y mi reflexión, pero cada cual tiene su punto de vista respetable, y eso convierte nuestras relaciones en enriquecedoras.

Respecto a lo que planteas, es una cuestión muy interesante y de difícil comprensión en nuestros días.

Verás, yo pienso que nuestra actual humanidad, desde hace un par de siglos, y motivado por el gran avance tecnológico, se ha convertido en una humanidad soberbia.

A las civilizaciones que nos precedieron las tildamos de infantiles, de ignorantes, de torpes, de ingenuas, etc. etc. y así nos consideramos el culmen de la evolución de la humanidad. Esto nos lleva a despreciar el legado de anteriores culturas que deberíamos de apreciarlas como, en su conjunto, la memoria de la Humanidad, la herencia a la que tenemos el derecho de acceder y el deber de ampliar.

Esto se ha olvidado y no se ha hecho, y cuando un árbol olvida sus raíces y las elimina, simplemente se cae y muere. Un árbol sin raíces no puede dar frutos.

Otra cosa que creo que debemos tener en cuenta es la ley de los ciclos.Según establece esta ley universal e inapelable, todo tiene un nacimiento, un desarrollo y una muerte, desde la más inmensa de las galaxias hasta el más ínfimo virus, si bien lo que están sujetas a esta ley son las formas, y no lo están, en cambio, los arquetipos o las esencias, que son inalterables. De manera que estos arquetipos encarnan cíclicamente en formas que, aún siendo diferentes según las épocas, le dan vida en el mundo visible.Y los hombres los podemos vivir hasta cierto punto, ya que los arquetipos son inalcanzables para la humanidad, si bien son como el norte que perseguimos.

Por todo esto creo que el estudio comparado, repetuoso y profundo de las antiguas civilizaciones que nos han precedido en la historia son de vital importancia para enfocar nuestra marcha evolutiva. Así como nadie, en su vida personal, debería olvidar sus años precedentes vividos sino, más bien, tener en cuenta sus anteriores experiencias para vivir el presente y proyectarse al futuro, igual tendría que hacer la humanidad en su conjunto.

Desde bebé a anciano, el hombre recorre un camino de progreso y evolución en lo sutil, si bien las formas son perecederas, y la que le da vida, su cuerpo, termina gastándose y muriendo. Pero... la experiencia adquirido no, solo aguardará a una nueva forma disponible para encarnar de nuevo. Y, así como el árbol termina despojándose, aparentemente, de toda vida cuando permanece en el invierno, una nueva primavera le hará renacer para proseguir su ciclo de hojas, flores y frutos. Pues, por evidente analogía, lo mismo sucede a la humanidad.