viernes, 4 de diciembre de 2009

RUIDOS




Sorprendentemente, todos vivimos inmersos en el ruido. ¿Es que nos gusta? ¿O es que lo necesitamos?

Seguramente es lo segundo. El ruido es muy eficaz para impedirnos escuchar. Escucharnos. Por eso nunca escuchamos lo importante. Por eso nunca escuchamos lo que en verdad nos importa. Porque nuestro hablante es silencioso, y más que hablar, susurra. Y no se puede escuchar un susurro en medio del ruido.

Y porque tememos el silencio buscamos el ruido. De un motor, de un televisor, de una multitud, de un partido de fútbol, de una fiesta, de una reunión, de una radio, de lo que haga falta… con tal de esquivar la inseguridad del silencio.

Y, poco a poco, el hablante se cansa, y ya no dice nada. ¿Para qué? No estamos dispuestos a escucharle, no nos interesa lo que nos dice, nos incomoda, puede plantearnos cosas difíciles, puede pedirnos explicaciones, puede acuciarnos a tomar senderos complicados y escarpados… en fin, puede poner en peligro nuestra “comodidad”.

La aceptación del silencio quizá sea el primer paso para encontrar la puerta del camino, de la senda… la escondida senda por donde han ido…




3 comentarios:

Ingrid Dietrich dijo...

Comodidad... Es la palabra... Es la clave. Es más cómodo no implicarse, incluso con uno mismo, ir de paso, quedarse en la superficie, desconectarse. Lo demás es incómodo, hay que pensar, sentir, trabajar, moverse...¡¡Uuufff!!! Y no hay nada mejor que el sonido de la play, ó los programas de cotilleos para dejar pasar los minutos y las horas cómodamente en el sofá sobre una almohadita de egoismo...
Parafraseando a Sabina:
"Tanto ruido y al final
la soledad".

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

Alguien me comentó una vez que al llegar a casa necesitaba encender inmediatamente la televisión o la radio, que le pesaba el silencio.
Se sorprendió cuando dije que yo, muy al contrario, apreciaba los momentos en los que no había nadie en casa y no estaba ningún aparato encendido.
Es cierto lo que dice Ingrid: es más cómodo... sin embargo, lo más preciado es el diálogo con uno mismo y atención a los signos que se captan con los sentidos ampliados al máximo en el silencio y que indican el camino a seguir para el enriqueciendo el espíritu y la paz interior.

En fin, cada cual elige su hábitat.

juanarmas dijo...

Cierto lo que comentas. Por eso muchas personas huyen de su soledad y se llenan del ruido de la tele o de la salida con colegas y conocidos.

Las palabras señalan la experiencia, que en su esencia es siempre muda.

Me ha encantado leerte.

Un abrazo,

juan