domingo, 29 de marzo de 2009

EPICTETO, EL ESTOICO (I)





Sobre los bienes verdaderos
y que nos son propios, y sobre los falsos y extraños


1. No existe nuestro bien y nuestro mal sino en nuestra voluntad.

2. De todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otras no.
Dependen de nosotros nuestros juicios y opiniones, nuestros movimientos, nuestros
deseos, nuestras inclinaciones y nuestras aversiones: es decir, todos nuestros actos.

3. Aquellas que no dependen de nosotros son: el cuerpo, los bienes materiales, la
fama, las dignidades y honores; es decir, todas aquellas cosas que no entran en el ámbito de nuestro propios actos.

4. Las cosas que dependen de nosotros son libres por su naturaleza misma; nada
puede detenerlas ni levantar ante ellas obstáculos. En cambio, las que no dependen de nosotros son débiles, esclavas; sujetas a mil circunstancias e inconvenientes y ajenas por completo a nosotros.

5. Recuerda, pues, que si tomas por libres las cosas que por su naturaleza son
esclavas, y por propias las que dependen de otros, no encontrarás más que obstáculos por doquier; te sentirás turbado y entristecido a cada paso y tu vida será una continua lamentación contra los hombres y los dioses. En cambio, si no tomas por propio sino lo que realmente te pertenece y miras como ajeno lo que pertenece a los demás, nadie podrá obligarte a hacer lo que no deseas ni impedirte que obres según tu voluntad. No tendrás entonces que quejarte ni acusar a nadie, y como nada, por leve e insignificante que sea, habrás de hacer contra tu deseo, no te saldrá al paso el daño, ni tendrás enemigos, ni te ocurrirá nada perjudicial ni molesto.

6. Y aspirando a bienes tan grandes, no olvides que no ha de ser poco el trabajo
que emplees en conseguirlos. Has de tener, pues, muy presente que en lo que respecta a las cosas exteriores y que no dependen de ti, a la mayor parte debes renunciar y el resto te será forzoso dejarlo para más adelante. Porque si pretendes poder alcanzar, al tiempo que los verdaderos bienes, las dignidades y las riquezas, es casi seguro que por el simple deseo de aquellas te sean negadas estas; y, de todos modos, no alcanzarás ciertamente los bienes que te hubiesen proporcionado libertad y felicidad.


4 comentarios:

Bandini dijo...

"No son los hechos en si los que causan nuestro malestar sino lo que pensamos sobre ellos"
Epicteto.

Me gustó tu post.

Verdial dijo...

Que fácil sería la vida si todos fuéramos capaces de seguir a los sabios.

Un abrazo

ABRAXAS CADIZ dijo...

Bueno... por lo menos podemos proponernos intentarlo ¿no?

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

Qué inteligente doctrina.
Digo como Verdial, la vida sería más fácil si escucháramos a los sabios.
Aunque bien dices, habrá que intentarlo.

Un saludo.