No fueron las mañanas blancas,
ni tampoco los espacios, otra vez limpios y gloriosos.
No han sido los infinitos pájaros,
en el cielo más azul abriendo tirabuzones.
Ni los rojos, púrpuras y blancos que las flores
hacen diminuta espuma sobre el verde extenso.
Ni siquiera el dulce y amoroso aire
que pasó de nuevo, encendido,
de los infinitos soles a mis recónditos átomos.
No. Sólo han sido tus ojos, su brillo y su llama,
como fuego inmenso, de tu centro lejano
al mío encendido.
Ellos son los que cantaron,
en silencio, con voz sonora y dichosa:
¡He renacido!
¡Hemos prendido de nuevo nuestras ascuas!
¡El Universo nos pertenece!
¡Desde el grano de arena a las galaxias,
el pequeño arroyo y los océanos,
los minúsculos brotes que abren los leños, los infinitos huevos que rompen a la luz, las largas espumas de la luna en las orillas...!
Todo nuestro y de todos. Todo otra vez en nuestra casa. Todo está... y todo es.
Y no distinguimos ya nuestras fronteras
de las del Universo divino, que, una vez más,
rió con nosotros, reímos uno y juntos
otra ancha y más eterna primavera.
Dedicado a mis amigos del sur del mundo...
4 comentarios:
Me sumo a tu poesía, Abraxas. Por un mundo sin fronteras, que ya ES.
Besos
Miguel! bellismo tu pensamiento y la imagen de la obra de Boticelli, tan significativa y rica en mensajes, además de su belleza.
Agradezco la sorpresa que nos tenías y me quedo contemplando un poquito más esta imagen y las palabras...
Abrazos de primavera y feliz otoño en la otra cara de la Tierra :-)
BeT
No puedo contarte por qué hago mío el dialógo de miradas que adivino en este poema. Hermoso como lo que describe, cosmico, mágico. Así es como renacemos, como surgen nuevos universos, así es como la vida se renueva.
Un saludo
Teresa
No es preciso que me lo cuentes, querida Teresa. Ambos lo sabemos y lo hemos vivido. Así, como dices, es como renacemos...
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