No recuerdo qué sabio fue al que le preguntaron cuales eran los conocimientos que poseía. Respondió así:
Sé pensar, aprender y esperar.
Creo que posiblemente, sabiendo estas cosas, las demás vienen solas.
Esta mañana pensé en intentar emular un excelente desayuno que tomé ayer en una venta de carretera. Era algo muy sencillo. Café con leche y una rodaja de pan de campo tostada. Para “untar” me ofrecieron infinidad de cosas ricas, todas con más pringue de la que me es conveniente. Elegí “tumaca”, que me sirvieron en un pequeño cuenco. Pregunté al camarero cómo estaba hecha y era sumamente simple: tomate, ajo, aceite de oliva virgen y sal. Todo muy triturado dando lugar a una salsa espesa y fina.
Estaba excelente.
Así que me dispuse a la tarea.
Primero prepararé el “tumaca” –pensé-
Corté un trozo de un tomate grande y lo pelé cuidadosamente. Una cabeza de ajo pequeña. Todo ello, a trozos, en el vaso de la batidora. Añadí aceite de primera presión en frío y algo de sal. A batir bien hasta que quede fino y el aceite quede emulsionado.
Ahora el pan –me dije-
El pan debería estar bastante tostado por fuera en ambas caras, y seco, para lo que fijé el hornito a una temperatura alta y dejé una pequeña raja en su borde superior para que así saliera la humedad desprendida por el pan al tostarse. Esperé tranquilamente a que tuviera el punto exacto y lo saqué, dejándolo reposar sobre un papel de cocina absorbente en un plato. Era preciso eliminar toda humedad.
¡Listo!
Se me olvidaba, hay que mejorar la receta. Corte una pequeñas lonchas de jamón, una para cada rodaja de pan. Así dicen que lo toman los catalanes…
Con un cuchillo afilado hice unas pequeñas rajas en cada pan, y, aún calientes, coloqué los trozos de jamón, para que “sudaran”. En unos minutos el “tumaca”. Sobre el jamón deposité suavemente unas cucharaditas de abundante salsa hasta cubrir cada pan.
¡Era un espectáculo hermoso para mí contemplar mi obra! ¡Una obra de arte! Pero… era solo lo captado por los ojos. ¡Demos paso a las papilas gustativas…!
¡Una delicia! Al primer bocado los ojos se me cerraron imperceptiblemente…
¿Existe un placer más sencillo, rico y nutritivo?
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Hoy la paciencia es algo a lo que no se da ningún valor. Es más, lo que tiene realmente valor es la impaciencia, la inmediatez. Todo debe ser inmediato, instantáneo casi. Si hay que esperar no merece la pena.
Y esta actitud es absolutamente inútil, porque nada puede ser inmediato a no ser que se desnaturalice. La naturaleza no actúa de esa manera, y exigir inmediatez en cualquier cosa la desprovee automáticamente de todo valor. Nada vale la pena si es inmediato. Y si queréis comprobarlo, comed lo mismo que comí yo, untando un pan de esos ya tostados (más bien abrasados) de paquete y ponedle una salsa “tumaca” de bote.
El placer de la obra realizado con las manos, disfrutando al hacerlo y poniendo amor en la labor, no tiene comparación con ninguna otra cosa.
Cuando el Principito entró en un jardín lleno de rosas se acordó con amor de su rosa, aquella a la que había cuidado desde pequeña, había regado con mimo y la había protegido de bichos y de heladas.
¡Era su rosa!
3 comentarios:
Esperar es una virtud, y la recompensa el saber hacerlo, dice un refran que el que espera desespera, pero más bien diria yo "que aprende".
Saludos.
Hay un película que me encanta "El guerrro pacífico" y trata precisamente de ésto que cuentas, dedicarse en cuerpo y alma a lo que estás haciendo ó siendo en ese instante... El protagonista llamado Sócrates le dice a su alumno "Yo lo practico todo"... Desde el momento de adquirir con mimo los ingredientes, el prepararlo y el disfrute del bocado. Bon Apetit!
Querida Ingrid, volviendo al Principito, ¿recuerdas cuando un inventor le ofreció una pastilla para eliminar la sed?
Él le dijo que prefería mejor dar un agradable paseo hasta la fuente para beber.
Estamos tomando pastillas para eliminar los goces más auténticos y naturales de nuestras vidas.
Cosas de los mercaderes...
Un abrazo.
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