domingo, 1 de febrero de 2009

INDIFERENCIA



Hoy andaba por la calle con mis perros y me pregunté sobre la indiferencia. ¿Qué era, de dónde nacía, podía ser buena o mala, era síntoma de algo, existía realmente?

Pensé que un filósofo, como ser humano que de todo se asombra, no podría ser indiferente a cosa alguna. Cualquier cosa, incluso las que parecen más nimias al hombre vulgar, es de gran interés para él. 

Una vez escuché que la cosa más insignificante, una vez que se observa detenidamente y con interés, poco a poco se vuelve más interesante y valiosa, al tiempo que cada vez nos resulta menos indiferente. Y creo que es así.

Una hormiga lleva a lomos el ala de una mariposilla… ¡que tontería!
El botijo siempre lo ponen sobre un plato lleno de agua… ¡manías!
Las cabras no se comen el gramón… ¡y a mí que me importa!
Esta parte del mar no parece azul ni verde, parece marrón… bueno ¿y qué?
Etc., etc.

Bueno, si, sé que hay muchas cosas muy importantes y de mucha trascendencia como para pararse en estas pequeñas cosas. Pero al menos a mí me ocurre que mis grandes cosas nacen de las aparentemente muy pequeñas. Un baobad nace de una pequeña semilla, y luego es gigantesco. Y al Principito le pareció tonta la manía del banquero que poseía estrellas y todos los días las contaba, aunque para él no tuvieran ningún significado, y solo le importara su posesión.

¿Realmente nos da igual lo que alguien piense, lo que alguien sienta, lo que alguien haga?

¿Nos da igual, en verdad, lo que vemos, oímos, saboreamos, olemos y tocamos?

¿Nos da igual lo que ocurre a nuestro alrededor? ¿nos da igual es sufrimiento ajeno, la alegría ajena, la bondad ajena, la maldad ajena?

¿Por qué Francisco de Asís evitaba pisar una hormiga? ¿Es que era tonto?

¿Cómo es que a Leonardo da Vinci le daba por estudiar y profundizar en las materias más dispares, incluso jugándose la vida, como en sus estudios de anatomía?

Pues no, creo que no tengo derecho a dejar entrar a la indiferencia en mi alma, y no creo que nada me pueda aportar sino abandono de mí mismo. Si el Universo es nuestro modelo humano, y Dios es la esencia del Universo, de nada nos serviría intentar descubrirlo si algo consideramos merecedor de nuestra indiferencia.

Posiblemente la indiferencia sea lo más cómodo para el hombre, pero también lo menos humano.



9 comentarios:

Bastet dijo...

Hoy en día, aparantemente, la gente muestra mucha indiferencia hacia todo. ¿Qué mas nos dan los problemas del mundo, mientras nosotros estemos bien?

Ese es un planteamiento que nunca he podido entender porque yo no puedo estar bien viendo como los demás sufren.

Estoy de acuerdo contigo en que debemos prestar atención a todo, incluso a lo que a simple vista resulta más insignificante porque no deja de ser igual de valioso.

Ya lo decía el Principito ¿no?

Un placer leerte :)

Arcángel Mirón dijo...

"Hasta la luz más tenue tiene algo para mostrarnos" leí en algún lado.

:)

Anuskirrum dijo...

Indiferencia, es una palabra fría que por desgracia no nos queda lejos, amigo.
Pasamos por la vida rozándonos con pequeñas cosas que no consideramos por miedo a "perder el tiempo". ¿Tan valiosas son las otras tareas que nos ocupan? Pues si lo pensamos, seguro que no, pero como preferimos pensar lo menos posible, por si sufrimos, preferimos dejarnos arrastrar por el río que nos lleva.
En algunos de tus escritos, precisamente, posas tu mirada y tu atención en bellezas discretas que están a nuestro lado, con las que disfruto y descubro que nunca realmente las había experimentado. (ultimo post sobre música).

Gracias por estos toques de atención tan importantes.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Tienes razón en todo, como siempre.
Sigue adelante commpañero.
muchos besos

Loba dijo...

Miguel:

Me agrado saber tu nombre, me lo preguntaba hace ya unos días.
Por ahí ya había leído sobre porque el ser "humano" reacciona por cercanía de la amenaza...es decir mientras la amezada de lo que sea no esté cerca no hacemos nada...mienstras no me toque a mi no haré nada, pero de alguna forma cuando comprendemos que las cosas que le pasan al otro me pueden pasar a mi también empezamos a validar ciertas medidas que nos corresponderan a todos.

Cuando leí esto llegué a preguntarme si somos realmente tan humanos como uno piensa o siente...porque calro como tu bien lo dices existimos algunos "anormales" que si sufrimos por los demás, y si sentimos por los demás en carne propia las injusticias y los dolores.

Será que bueno la indiferencia sea inherente al ser en general?, a veces lo que queremos ser está muy lejos de lo que somos, lamentablemente no todos tenemos la capacidad de percatarnos a tiempo de ello...

Bueno esa teoría era llamada, " la teoría del dolor"

Fue algo cortó que me dejó en una orilla de vereda pensando por mucho tiempo...

te mando un gran abrazo

Loba dijo...

Miguel, me gusto mucho saber tu nombre. Ya venía preguntandomelo por algunos días.

Alguna vez leí por ahí un texto que hablaba sobre las reacciones que funcionaban por miedo. Es decir, mientras a mi no me pase no hago nada. Pero cuando el peligro es inminente o está cerca reacciono. Sin lugar a dudas, existen seres "anormales" en esta época que siguen sufriendo con lo que le pasa a el otro, siguen luchando por loq ue necesita el otro, pero en una era individualista como está en que abundan las invitaciones a encerrarnos en nosotros mismos es cada vez más difícil poder vivir en esa consciencia de lo otro. Esas coneccciones se logran supongo en el conociemiento de lo que se encuentra en la otra orilla, así me dejó el texto cuando pudé revisarlo, en un borde casi al colapso, porque calro llegué a pensar que quizás esa indiferencia, esa abulia social, esa suerte de insensibilidad era inherente al ser...será que escalamos un cerro equivocado, muchas veces lo que queremos ser no es precisamente lo que llegamos a ser...y viceversa.

"La teoría del dolor" se llama...

Te mandó un abrazo y agradecimientos por escribir de temas que muchas veces nos son "indiferentes"

ABRAXAS CADIZ dijo...

Gracias, amigas (todas sois damas), por vuestras reflexiones. Me replantean siempre el tema que expongo.
Creo que la indiferencia nace de una falta de sensibilidad sobre lo que uno cree que no le concierne. Pero llegado un momento en el desarrollo de la conciencia en que uno se percata de que todo, todo le concierne, porque estamos inmersos en una globalidad. Y un simple pensamiento propio afecta en muchos sitios, aunque no lo expresemos.
No hay nada insignificante,lo insignificante es lo que no nos hemos preocupado de darle significado. Y para un filósofo todo tiene su significado propio. De no ser así no existiría.
Castor, ten en cuenta que el ser humano no es un ser "terminado", sino más bien un "proyecto" que se desenvuelve y busca su plenitud.
Así pues, todos estamos en camino y, como dices, más de una vez nos sentamos, agotados, al borde de la vereda. Está bien hacerlo a veces, pero solo para recuperar fuerzas.
Un abrazo a todas.

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

La indiferencia es condenarse al estancamiento, quizá libre del sufrimiento pero, si nada nos conmueve, nos negamos el aprendizaje de la vida y el enriquecimiento de nuestro espíritu.

ABRAXAS CADIZ dijo...

Creo que es como dices, Teresa. Es como una anestesia para nuestra relación fecunda con los demás, con nosotros mismos y con la naturaleza, y ese desinterés por todo nos impide crecer como seres humanos.
Un abrazo.