viernes, 5 de noviembre de 2021

SILENCIO

  


Solo hay tres cosas dignas de romper el silencio: 

La música

La poesía

El amor

A. Nervo

En sus horas de meditación silenciosa, el estudiante encontrará que hay un espacio de silencio dentro de él, donde puede encontrar refugio para sus pensamientos, para los deseos de la agitación de los sentidos y para los engaños de la mente.

Hundiendo su conciencia profundamente en su corazón puede alcanzar ese lugar al principio solamente cuando se encuentra sólo, en el silencio y la oscuridad. Pero cuando la necesidad de silencio ha crecido suficientemente, volverá a buscarlo, incluso en medio de la lucha consigo mismo. Y lo encontrará.

HPB

         Pilatos preguntó a Jesús qué era la verdad, y su respuesta fue el silencio.

         También no hace mucho que han aparecido evangelios apócrifos, y se cuenta que los apóstoles preguntaron a María la Magdalena qué cosas le había enseñado Jesús que no les hubiera enseñado a ellos. Y en esos evangelios se explica que permaneció en silencio. Quizá eso era lo que le había enseñado. 

         Recordemos a Buda, sentado ante el árbol donde consiguió la iluminación. También guardó silencio.

         Los enamorados, cuando llegan a alcanzar la cima de su comunión de almas, les basta el silencio.

         Todo nos parece indicar que las respuestas están en el silencio. Pero cuando oímos hablar del silencio todos pensamos en algo vacío, no en algo lleno. Y, paradójicamente, en todas las indicaciones de orden superior, no solo no es algo vacío sino, por el contrario, es la condición inherente a la plenitud.

         Y es más. Ni siquiera somos conscientes del alcance de su significado. En el concepto vulgar del término, consiste sencillamente en no abrir la boca. Pero debemos percatarnos que la boca se abre cuando algo interior la fuerza a abrirse. Y ¿qué es ese algo interior que la obliga?

         Si hiciéramos caso a aquél que dijo que solo dijéramos algo después de comprobar la certeza de que fuera algo bueno, justo, bello, útil y necesario ¿quién se atrevería a abrirla? Yo desde luego la abriría poco. O nada.

         Pero aún sin abrirla, ¿qué cantidad de charla inútil existe en nuestro interior constantemente? ¿con cuántos lenguajes habla nuestro ser ancestral, no propiamente humano? ¿cuántos hay dentro de nosotros que hablan constantemente arrogándose ser nosotros, hablando en nuestro nombre? ¿cuánta gente pulula dentro de nosotros verborreando sin nuestro permiso?

         Porque podría pensarse que solo hablamos desde nuestra razón, desde nuestra mente, pero, a poco que nos observemos comprobaremos que hablamos desde muchos lugares diferentes.

         Habla nuestro cuerpo: Tengo sed, tengo hambre, estoy cansado, me tomaría una cervecita fresquita, quiero ir a la playa... y todos los etcéteras que fácilmente podréis añadir.

         Habla nuestra psique: Estoy irritado, estoy nervioso, estoy aburrido, estoy enamorado, estoy abatido, estoy fastidiado, estoy enfadado, estoy encantado, estoy fascinado, me lo estoy pasando bien, me lo estoy pasando mal, ¿cómo estoy? ¿cómo no estoy? Y los etcéteras.

         Habla nuestra mente común: Soy maravilloso. Soy genial. Soy un desastre. No tengo remedio. Somos amigos. Somos enemigos. Tengo demasiadas cosas que hacer. No tengo nada que hacer. Me gustaría saber... qué piensan de mí, me gustaría tocar el piano, hacer un viaje. Y los etcéteras.

         Y ¿quién no habla? Pues, evidentemente, entre tal algarabía, aunque alguien hablara no le escucharíamos. Y ciertamente hablan. Solo que no los podemos escuchar. Hay demasiado ruido. Y los que hablan siempre lo hacen en voz baja. Por ello, para escucharlos es preciso absoluto silencio.

Y ¿quién es capaz de callar?

 

 


 

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