Volviste a la vida.
Renaciste.
Conmigo.
De mi mano.
Y yo de la tuya volví también,
a mis cosas y a las tuyas.
Conmigo fuiste a los Campos Elíseos
a aspirar el perfume de las flores.
Juntos escuchamos el silencio del mar en las rocas,
el silencio del aire en las hojas,
el silencio de los ojos tiernos,
el silencio sin nombre de los amores.
Juntos recogimos el trigo de los campos,
y juntos vimos abrir las amapolas,
y recogimos las viñas juntos,
y juntos pisamos las uvas doradas.
De mi mano comiste el pan que cocimos,
en hornos lentos y cálidos.
De tu mano blanca tomé el vino amoroso,
de la uva que pisamos y que el tiempo fermentó.
Tomamos de la mano los ángeles alegres,
que revoloteaban tu cabeza,
y la mía, en la tuya asentada.
Y reímos en su risa.
Y en su llanto lloramos,
y nos llevaron arriba, muy lejos, muy lejos...
Más allá de las nubes.
Más allá de los días y las noches.
Más allá de nosotros.
Más allá de ti.
Y de mí.
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1 comentario:
Descubrí a Abraxas a través de Herman Hesse, hace muchos años ya, y llego aquí atraído por ese dios.
Me gusta el vino, algunas mujeres y la poesía;y aunque los tiempos no estén para estos menesteres, son gratificantes.
Tu poema "volviste a la vida", me traslada en el espacio, el tiempo y la compañía; y resuena algo que escribí hace tiempo: http://jnaraim.blogspot.com/2011/02/vertigo.html
Comparto tu selección de lecturas; incluiría "Los Miserables", "El Alquimista" y "El camino de la Sabiduría".
Un saludo desde el norte, como dice el anuncio: "necesitamos un poco de sur para no perder el norte"
Un abrazo.
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