Escuché que una vez un discípulo le hizo una pregunta a su Maestro:
- ¿Qué es lo que está Vd. intentando explicarnos, Maestro?
El Maestro le contestó:
- Solo estoy intentando explicaros que cuando llueve las calles están mojadas.
Bueno, quizá a alguien le parezca una contestación absurda, por ser algo obvio. A mí, cuando lo escuché, también me pareció rara. Pero, si lo había dicho un Maestro, algo querría decir. Y con el tiempo me pareció descubrirlo.
Las enseñanzas están íntimamente ligadas con el sentido común. No hay ninguna enseñanza que no se someta al sentido común. Y como el sentido que ofrece las verdades más nítidas es el común, no es preciso estar en posesión de título ni master alguno para entenderlas. Basta el sentido común, por cierto, el menos común de los sentidos. ¿Por qué es el menos común? Seguramente porque los hombres nos negamos a admitir lo que es evidente y todo el mundo lo sabe, y preferimos cualquier otra interpretación que se pliegue a nuestros pueriles deseos.
Cuando llueve las calles están mojadas. Es seguro que habrá gente que lo niegue, o que actúe sin tener esto en cuenta. Pero es así de simple y a la vez de irrefutable. No actuar conforme a esta verdad lleva sin duda a actos estériles, nefastos y estúpidos. Igual que en las otras cosas. Salvo que en otras cosas las consecuencias suelen ser más graves.
Hay unas leyes que rigen los acontecimientos, y son leyes que son casi siempre obvias, o de fácil entendimiento. Y si alguien se empeña en llevarles la contraria o en no tenerlas en cuenta, los resultados de sus actos no serán los esperados, sino cualquier otro, que, además de inesperados serán sin duda dolorosos y dañinos.
La Ley Natural suele ser tan sencilla como lo de la lluvia y las calles. De ahí que la sabiduría popular de la gente sencilla la conoce con mucha más profundidad que los doctos y sesudos estudiosos, que, perdiéndose en divagaciones fantasiosas, llegan a cualquier conclusión por más peregrina y absurda que pueda ser.
Así, los magos llegaron a conocer las leyes naturales, que son de aplicación, en su sentido amplio, a todos los seres existentes. De esta forma comprendían no solo una parcela del saber, sino todo el saber en su conjunto, ya que las leyes de una parcela se aplican a cualquier otra, por ser leyes universales. Lo que es arriba es abajo, decía el llamado Hermes.
Con el tiempo uno llega a intuir la razón del porqué los auténticos sabios dicen constantemente las mismas cosas, sea en cualquier tiempo o lugar. Creo que es así porque las leyes son siempre las mismas, la naturaleza es siempre la misma, y el hombre es siempre el mismo. ¿En qué podrían diferir sus enseñanzas? Quizá únicamente en su manera de hablar, o en su idioma, nada más. La ley de gravedad se puede decir de muchas maneras, pero el asunto es constantemente el mismo. Y lo mismo ocurre con las demás leyes.
Por ello no me interesa un sabio más que otro, a no ser que entienda el lenguaje de uno mejor que el del otro. Pero siempre estaré seguro de que me dicen exactamente lo mismo de la misma cosa.
¿Cómo podría ser de otra manera?
7 comentarios:
El hombre inmutable. Lo del sentido común me recuerda a la frase de uno de los pioneros de la publicidad social, que decía algo tan trascendental como: "si tienes limones, haz limonada". Lo aparentemente obvio tiene, como has mostrado en tu escrito, su fondo.
Un abrazo,
juan
Querido Juan,
como dices, el hombre inmutable y sabio, es inmutable porque conoce y acepta como justos los acontecimientos derivados de las leyes naturales. Y, no como nosotros, que nos rebelamos infantilmente contra ellos, sin darnos cuenta de que las leyes naturales son incontrovertibles.
Y así nos va...
Un abrazo.
Es verdad que nos empeñamos constantemente en doblar y desdoblar las cuestiones tratando de sacar el jugo, la esencia, que nos revele algo verdadero y nuevo.
Como si el pasado y lo conocido ya lo tuviesemos superado. Tratamos de cambiar los dogmas porque nos convenga mejor, cuando la ley natural es una e irrefutable, mientras nos negamos a observar la sencillez de la vida.
Contemplar un amanecer, escuchar cantar a un pájaro, dejar que el cauce de un río se pelee entre tus pies, están a nuestro alcance y cuantas veces las ansiamos.
Será que somos así, Miguel, pues tenemos tarea.
Un abrazo
Seguramente, Anuskirrum, nuestra tarea es el camino inverso al que ahora llevamos, quiero decir, volver a la sencillez de lo natural, desechando lo artificial y antinatural.
Un abrazo.
Son muy pocos a los que se les ocurren cosas que no se les haya ocurrido antes a otros. Seguramente como bien dices porque las leyes naturales son incontrovertibles... aunque aveces alguno toque la flauta ¿por casualidad?.
Un abrazo
Siempre pensé que los misterios de la vida, la sanación de las enfermedades, la solución a los conflictos y penurias del ser humano, era algo sencillo, tan sencillo, ante nuestros ojos que nuestra mente encrespada por complicaciones absurdas o interesadas no quería ver. Que sólo los seres sencillos eran capaces de descubrirlos, pero claro a ellos no los escuchamos. Así nos va. Ciegos de corazón.
sensatez,
sentido común,
una realidad común diría yo
QUE SOMOS HUMANOS
lo que nos hace poder trascender un poquito es darnos cuenta que tenemos eso en común SER HUMANOS
no hay taaaantas variables.
no hay taaaantos sentimientos
no hay taaaaantas problemáticas...
nos creemos únicos, ombligos, niños reyes y niñas princesas,
nos creemos irrepetibles.
y quizás lo seamos...
pero solo comprendiendo primero
que somos parte de lo mismo
VIVIMOS TODOS EN CIUDADES ADONDE EL PISO SE MOJA CON LA LLUVIA!
Gracias Abraxas,
sin tiempo para pasear y disfrutar por tu blog
siempre te llevo en el corazón de mi cieloytierraç
NO LO DUDES
y estoy agradecida siempre
por esto
MARINÍ ACUÑA
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