Un escritor perdió su inspiración, y aburrido de intentar relatar algo interesante y hermoso, fue a pasear por una playa cercana.
Andando tranquilo por la orilla vio a lo lejos a un pequeño que se agachaba una y otra vez, no logrando distinguir a qué dedicaba sus afanes.
Le resultó tan extraño que aceleró el paso hasta que ya cerca de él observó que se dedicaba a coger pequeñas estrellas de mar que la marea había dejado varadas en la arena, sin posibilidad de volver a las aguas, y por tanto destinadas a morir, y a entrarlas bien dentro y dejarlas allí.
Se acercó a él y le preguntó:
- ¿Qué haces muchacho?
- Ya lo ve señor, estoy tratando de salvar la vida a estas desgraciadas estrellas que la mar ha dejado fuera del agua y que de otro modo morirían.
- ¿Y, con todas las que puede haber en esa situación, no sólo en esta playa, sino en muchísimas, crees que conseguirás salvarlas a todas, crees que sirve para algo lo que haces, que a alguien le importa el trabajo que te estás tomando?
El muchacho, simplemente contestó, enseñándole una estrella que tenía en su mano:
- A esta estrellita sí le importa, señor.
2 comentarios:
Es una de esas historias que siempre tengo presentes como referente en mi vida, para a pesar del cansancio no olvidarme que cualquier cosa que hago puede ser importante aunque sea muy pequeña, sobre todo si la hago con amor. Hoy me siento como ese muchacho, gracias por recordar esta historia.
Un abrazo
Una vez escuché a un sabio que dijo: El trabajo hace crujir los huesos, pero ilumina el rostro.
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