viernes, 9 de mayo de 2008

CANTAR





En este pequeño cuarto en el que trabajo tengo colgada en la pared una cerámica que, junto a una hermosa imagen de antiguos músicos, tiene una leyenda que dice:

Donde música hubiere cosa mala no existiere

Y no lo dijo cualquiera. Lo dijo nuestro señor Don Quijote. Y hoy he tenido ensayo en la Coral.

Siempre canto absorto en la partitura y solo levanto la vista para mirar al director, sus manos, su rostro, su expresión. Lo primero porque debo atenerme a lo escrito por el compositor en la mejor manera en que pueda, y lo segundo porque debo seguir el tempo, la expresión y la dinámica de la obra según la interpretación de quien nos dirige.

Pero hoy levanté la mirada, y pasé largo tiempo sin fijarme ni en la partitura ni en el director.

Y mereció la pena. Por supuesto a los pocos minutos me había perdido, pero preferí callarme y seguir con mi mirada. Nunca lo había hecho antes, y tampoco nunca imaginé lo que me había perdido.

El coro estaba formado en semicírculo, disposición poco corriente, y ello porque en el repertorio teníamos algunas obras a seis en lugar de a cuatro voces. De esta manera podía ver cantar a las damas, que tenía frente a mí y también a mi derecha.

Contemplaba, absorto y dichoso, la expresión de sus rostros. El canto los trasfiguraba, llenaba sus caras de dulzura, de pureza, de energía, de vitalidad.

No, no eran ya las mismas con la que charlaba en los descansos, con las que bromeaba y compartía un chiste o un cigarrillo. No, no eran esas. La música había hecho aflorar a sus ojos, a su ser entero, el alma muchas veces prisionera, los más puros sentimientos, había extraído de sus profundos pozos el agua más limpia, purificado el aire de sus pechos, limpiado de sus venas todo lo impuro y vulgar.

Me di cuenta lo que el cantar hacía en nosotros, lo que en nosotros trasmutaba, lo que en nosotros blanqueaba.

Cantando, la mente y el corazón se ponen en movimiento, y es preciso buscar y encontrar los más bellos sentimientos, y también el cuerpo y su energía deben ponerse al servicio de la música.

Y reflexionando me percaté que quizá no exista acto humano más completo ni más hermoso que el canto en la búsqueda de la belleza interior.

Y también entendí, hasta ahora solo sospechado e intuido, lo que nuestro señor Don Quijote nos dijo, de manera tan clara, y tan rotunda.


2 comentarios:

Alchemy dijo...

Miguel, hay blogs que cuando pasas por ellos, los exploras, lees lo que transmiten, ves sus imágenes, tienen el don de atravesarte y llegar hasta el corazón.
Hace unos días, un amigo "blogero", un verdadero "Poeta del Corazón" me ha hecho llegar este "Premio Virtual" que hoy quiero compartir contigo. A la hora de nombrar a mis cinco Poetas del Corazón, pensé sin dudarlo en "Abrazas Cádiz".
PASA POR AQUÍ y encontrarás la sorpresa.
Saludos!!
BeT, desde la Bitácora de Alchemy

ABRAXAS CADIZ dijo...

Alchemy, desde el otro lado, como sueles decir, te doy un gran abrazo.
Hoy me siento más cerca de tí y de tu trabajo.
Enhorabuena por el premio. Lo mereces, sin duda.