EL SEMBRADOR
Hundieron en mí semillas
y creía yo
que mi tierra era estéril,
y de áridas piedras.
Un invierno, otro invierno,
sin brotes en primavera,
sin esperanza casi,
casi sin fe.
Estiércol y estiércol,
araron y araron,
lluvia en otoño,
sol de primavera.
Pasaron los ciclos,
mi tierra yerta,
mis ojos ciegos,
mi palabra muerta.
Una luz un día,
alumbró mi ser,
oí una voz:
¡El labrador eres tú!
Miré mi azada,
amé mi tierra,
miré hacia el sol
y comprendí.
Tomé mi azada,
manos gastadas,
busqué fuerza.
Y la encontré.
Nueva primavera
llegó, y entendí.
Brotes surgieron,
luego crecieron.
Espigas inmensas,
generosa ofrenda.
El cielo azul,
la tierra negra.
Bendije semillas,
labrador y azadón.
Bendije los brotes,
bendije al sembrador.
1 comentario:
Què maravillas,
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