martes, 9 de mayo de 2017

TENSIÓN




Lo que hace posible que el violín dé notas hermosas es la tensión de sus cuerdas.

Desde que entró la nueva directora de la coral se comenta que hay mucha tensión en el ambiente. Y yo creo que es cierto. Pero hay que preguntarse si la tensión en un proyecto, en un trabajo, en algo que queremos conseguir, es positiva o es negativa, es necesaria o es indeseable.

Yo creo que lo contrario de la tensión, que es el relajamiento, no lleva en realidad a sitio alguno de progreso, porque la consecución de un objetivo, la consecución de un logro, exige un esfuerzo, y el esfuerzo exige una tensión. Para relajarse está la playa, tumbarse al dolce far niente, está también quedarse embobado ante un programa de televisión, que no exige ni siquiera pensar, dejarse llevar por las influencias adormecedoras de muchos, muchísimos, inventos y modas de nuestro siglo, que buscan entontecer al hombre y hacerlo un perfecto inútil para conseguir cualquier cosa, tanto para sí mismo como para los demás.

La tensión genera fuerza. La tensión, bien encauzada, produce modificaciones, en nosotros mismos y como consecuencia, en aquella empresa que emprendamos, en aquél ambiente en el que estemos. Una persona anodina es una persona relajante, pero no transmite energía.

En esta nueva directora se encuentra para mí el paradigma de la tensión, de la voluntad, de la fuerza, del impulso necesario para conseguir que los miembros de la coral seamos músicos, amemos la música, y por lo tanto nos entreguemos a ella en mayor medida, con nuestro esfuerzo, con nuestro trabajo, con nuestra sana tensión del alma. Y todo ello para conseguir logros como el que recientemente hemos conseguido hace unos días.

No es cierto. No es cierto que haya que huir de la tensión. Eso es un escape de lo único que realmente nos hace hombres, la conquista de nuestras metas más elevadas, de nuestras metas más válidas. Decía un sabio que existía una estrecha vinculación entre lo difícil y lo válido. Nada válido es fácil. Nada válido se consigue sin esfuerzo. Y ningún esfuerzo se emprende sin tensión. Así es. Y por eso creo que hoy día, en nuestra abúlica y aburrida sociedad, son necesarios hombres y mujeres que transmitan esa sana tensión del alma, ese esfuerzo del alma por dirigirse allí donde le lleva su ser más propiamente humano, sus anhelos más propiamente humanos.

Estos anhelos no se van a conseguir con el “relax”, con el relajamiento, con la tranquilidad, con la quietud, con el adormecimiento, que es justamente lo que nos ofrece hoy esta sociedad podrida en la que vivimos. Justamente es lo contrario. Lo que dignifica al hombre es su esfuerzo por conseguir sus metas. Y el esfuerzo por conseguir las metas es lo primero y más necesario, y junto con la inteligencia, la perseverancia y la voluntad es posible llegar a cualquier sitio. Pero todas estas virtudes no valen nada si no está presente el esfuerzo.


























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