martes, 12 de febrero de 2013

LA NADA AVANZA



























La nada avanza… Esto decía un personaje de “La historia interminable” Y hoy todo está realmente disolviéndose en la nada. La nada avanza. Imparable.

Pero... estamos nosotros. Como un conservatorio, donde se guarda toda la música de valor, como un museo, donde se guardan las obras de arte que tienen belleza. Seremos como los navegantes del arca, que, después del diluvio, cuando todo hubo muerto, cuando la paloma trajo en el pico la rama de olivo y no quedaba entonces nada en el planeta, supieron recomponer el mundo.

No lo veremos los que hoy vivimos. Pero, cuando la humanidad toque fondo, cuando no haya ya nada que tenga valor, cuando la gentes buenas levanten sus miradas y levanten sus manos buscando una ayuda, una respuesta para su vidas, un auxilio, un refugio... allí estaremos nosotros.

Estaremos, y habremos guardado en nuestros corazones, en nuestra alma, en nuestras manos, todo lo necesario para recomponer el mundo, como en la historia del arca, y tendremos todas las especies, todos los valores, todo aquello donde se guarda la semilla de lo nuevo que deberá crecer entones.

No será fácil, porque no veremos los resultados, y nuestra fe tendrá que ser grande, pero seremos como los copistas de la Edad Media, que copiaban los antiguos libros de sabiduría de los griegos y de los árabes, que los copiaban aún sin comprender nada de lo que decían, pero que eran conscientes de que eran libros necesarios a la humanidad futura. Y así, gracias e ellos, hoy día nosotros podemos renovarlos, podemos retomarlos, y podemos conservarlos, para el futuro después de la nada, al igual que en el conservatorio se guardan con amor las almas de los grandes músicos, y las hermosas páginas que escribieron. Para que no se pierdan, para que estén ahí el día en que el hombre tenga la sensibilidad necesaria y la necesidad de acudir a ellos.

Es un tormento ver lo que está ocurriendo, pero nuestro siglo lucha frontalmente contra todo lo que tiene valor. Es necesario esperar, como se espera el paso del huracán, para empezar luego a recomponer todo lo que destruyó. No se puede parar un huracán, pero sí puede prepararse todo para el momento en que se haya de recomponer su daño. Para eso debemos estar preparados, para eso debemos prepararnos eficazmente.

Como la anciana del cuento que preparó con esfuerzo su pequeña lámpara, y, cuando Devadatta desató un viento terrible que apagó todas las lámparas de los ricos devotos de Buda, ella pudo encender todas las demás, que, a pesar de que eran grandes y de oro, se apagaron.

Y nuestro mundo es ahora así, es un mundo que parece grande y de oro, pero un gran viento apagará sin duda todas esas grandes lámparas. Pero la nuestra, la de la viejecita, será la encargada de dar de nuevo la luz al mundo.

En esa época no existirán libros, ni museos, ni música, pero, como en el libro Pelham 451, cada uno de nosotros será un libro, cada uno será una obra de arte, cada uno será una música, y podremos así reconstruir con facilidad todas las bibliotecas, todos los museos, todas las músicas.

Y cada uno de nosotros tendrá entonces dentro de sí un mundo que construir fuera. Y será muy fácil.

Será muy fácil construir de nuevo un Partenón...



3 comentarios:

Mª Teresa Sánchez Martín dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que dices. Yo lo he pensado muchas veces, nos vamos a quedar sin nada valioso por darle valor a la nada.
Procuraré tener a punto mi candil.
Pienso que los dolores del parto han comenzado y el parto será doloroso, amigo.

ABRAXAS CADIZ dijo...

Llevar tu candil, dices bien, y hacer que ilumine más cada día. Es cierto que el parto ya ha comenzado, y que será doloroso como dices, pero creo que también será muy largo en el tiempo.

Es inevitable que tengamos que hacer nuestra vida en la oscuridad y tener la misma paciencia que tienen las semillas.No veremos el nuevo árbol, ni siquiera sus primeras y juveniles ramas, pero tengamos la fe en que un día brotará, crecerá, se hará grande y podrá albergar infinidad de pájaros y dará sombra para los hombres fatigados.

Un fuerte abrazo y valor para el camino.

Francisco dijo...

Vivimos en el tiempo de la velocidad, la comida rápida, los divorcios express, la cultura 'ligera', todo es desechable desde su concepción se ha programado para durar poco, objetos y hombres; es preciso transformarnos en nichos de resistencia, cada mujer y hombre consciente, en si mismo y conservando las grandes obras del pensamiento, del arte, de la ciencia que son patrimonio universal de la humanidad. Salud. Un abrazo fraterno.