martes, 27 de marzo de 2012

HIERBA QUE EL SOL SECARÁ...

















¿Hierba que el sol secará
en los rigores del estío?

¿Ola de bravura desmedida
que, rozando fondos,
marcará su fin en la efímera espuma?

¿Nieve blanca, sin mancha,
que descubrirá la parda tierra
en su deshielo inevitable y final?

No sé...
No sé...

Pero no. No será.
El manantial no cesa, en su llanto.
La simiente enterrada brota sin cesar
Y sin cesar la lluvia fecunda
Los pechos abiertos a la luz,
Los brillos y albores del hechizo,
Las manos que no pudieron zafarse
Lo unido que las llamas unió.

No puede ser...
No puede...

No será.


jueves, 15 de marzo de 2012

REVERDECER

















El aire del norte desnudó los árboles frondosos del estío. Las hojas secas, otrora vivas, tejieron un manto muerto a los pies del tronco desolado. Las ramas, ausentes de nidos y pájaros, cantan tristes su ausencia, arañan estérilmente el cielo vacío.

El pálpito se cierra sobre sí mismo. La vida se hace mínima, pero suficiente. Solo es el sueño del invierno.

Duerme todo, en el silencio, truncado solo por el soplo del viento sonoro, seco y frío.

Pero un día sonaron fuertes los clarines de la tierra parda. Sonaron los benignos aires del mediodía. Dulces caricias calentaron las duras raíces y las cortezas se fueron haciendo tiernas y fecundas. Poco a poco, y de nuevo, la sangre del planeta movió las entrañas del árbol desnudo. Y en la melodía del nuevo rayo rompieron los recios troncos. Se abrieron, como en un parto, al aire, a la luz, los verdes brotes, como nace el Fénix de su ceniza, como rompe el huevo acunado en el calor.

Verdes hojas, hojas verdes, vida verde de nueva vida, nueva esperanza de verdor. Teje y teje, como maga hilandera ancestral, verdes togas, hábitos verdes.

Reverdece. El pardo gris y frío se muda en verdes, en manos de vida, cabelleras verdes.

Reverdece... y en nuestros corazones, fríos de invierno, retoñan los brotes olvidados, dando a luz millones de átomos de sol.


Del salón en el ángulo oscuro...
De su dueño tal vez olvidada...
Ha vuelto la primavera.



viernes, 9 de marzo de 2012

VOLVISTE A LA VIDA


















Volviste a la vida.
Renaciste.
Conmigo.
De mi mano.

Y yo de la tuya volví también,
a mis cosas y a las tuyas.

Conmigo fuiste a los Campos Elíseos
a aspirar el perfume de las flores.

Juntos escuchamos el silencio del mar en las rocas,
el silencio de aire en las hojas,
el silencio de los ojos tiernos,
el silencio sin nombre de los amores.

Juntos recogimos el trigo de los campos,
y juntos vimos abrir las amapolas,
y recogimos las viñas juntos,
y juntos pisamos las uvas doradas.

De mi mano comiste el pan que cocimos,
en hornos lentos y cálidos.

De tu mano blanca tomé el vino amoroso,
de la uva que pisamos y que el tiempo fermentó.

Tomamos de la mano los ángeles alegres,
que revoloteaban sobre tu cabeza,
y la mía, en la tuya asentada.

Y reímos en su risa.
Y en su llanto lloramos,
y nos llevaron arriba, muy lejos, muy lejos...

Más allá de las nubes.
Más allá de los días y las noches.
Más allá de nosotros.
Más allá de ti.
Y de mí.