viernes, 15 de octubre de 2021

SENTIDO COMUN-CHESTERTON

Estoy leyendo en el epígrafe que titulé “PENSAMIENTOS”, la que creo que es la mejor definición que he encontrado en mi vida de “el sentido común”, ese que tiene la fama de ser el menos común de los sentidos.

Lo decía G.K. Chesterton y es como sigue:

El sentido común, bien podría definirse como una concepción intuitiva, sana e inocente del hombre y de la realidad que lo circunda”

Y creo que merece la pena que reflexionemos sobre esta espléndida definición porque dice conceptos muy importantes, y es toda una manera de vivir sanamente la vida.

Dice Chesterton que es “una concepción intuitiva”.  El hombre “racional” parece descartado.  La “concepción” debe ser generada por intuición y concebir es la acción de comprender, de abrazar, de ceñir.

Y esta concepción debe ser producida por la intuición del individuo, no por actos de la razón. La intuición siempre llega más lejos que un mero análisis racional, y además capta la realidad más rápidamente

Así mismo, debe ser “sana”, es decir, no contaminada, pura, libre, sin los prejuicios habituales de la razón, ni a través de lo que en sociedad se llama “normal” o “lógica”.

Finalmente debe ser inocente, no tendenciosa, de aquí que el Maestro nos decía que fuéramos como niños. Dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.

En nuestra sociedad de hoy en día la verdad es escasa. Y muy desconocida. Muchos dicen que mentira es lo contrario de verdad, pero no es así. Se puede “no decir ni una mentira en su vida” y ser el que eso dice, mentira. La mentira no es solo faltar a la verdad, sino no ser verdadero, no ser verdad, no ser cabal. Ese hombre se ha acostumbrado a vivir en una mentira y no tiene conciencia alguna de ser una mentira andante.

Así pues, la definición de Chesterton de lo que es el “sentido común” es muy verdad, podría ser un modo de ser, un modo de vivir, al decir de Platón: un hombre de bien. Ya sabemos que el gran filósofo proponía caminar y empeñarse en vivir para la consecución de cuatro grandes arquetipos, a saber:

La Belleza, la Verdad, la Justicia y la Bondad. Que juntos culminarían en El Bien.

Y ¿cómo se camina hacia estos arquetipos que Platón propone?.

Pues viviendo siempre de manera bella, verdadera, justa y bondadosa.

Así de simple… con sentido común.

 





 

 

 

 

miércoles, 6 de octubre de 2021

BELLEZA Y RECIPIENTE

 











 

 

Amanecer en la Caleta, óleo de AbraxasCádiz 

 

Decía Amado Nervo lo siguiente: “Todo es cuestión de recipiente” Y ¿qué quería decir? ¿A qué se refería?  Es una idea muy sencilla, en realidad. Esto es:

Antes que pretender entrar al alma algo es preciso tener recipiente, un recipiente adecuado y grande. Esto es así porque el alma de cualquier cosa, para poder entrar en nuestra alma necesita tener un lugar donde encontrar asiento afín a ella.

Esa es la razón por la que muchos seres humanos, aunque quieran llevar a su alma algo bello no pueden conseguirlo, por más voluntad que tengan. Pueden conocer y nombrar “cosas bellas”, siempre que alguien con autoridad suficiente para ellos les hayan dicho que son bellas, pero nunca llegarán a disfrutar de sus esencias. No encuentran lugar donde poder acomodarse. La esencia de una flor existe, tiene su exquisitez y su perfume, aunque no podamos disfrutar de ello.

Así resulta que la belleza no puede ser reconocida, ni contemplada, ni adquirida para nuestra alma si no tenemos belleza en nuestra alma que pueda hermanarse con ella y, mediante ese hermanamiento unirla a la nuestra y llegar a unirse a ella.

Yo soy amante de la música, y comulgo con ella cuando es bella. Sin embargo no entiendo, mejor diré, no entendía antes, cómo una música que me parece bella y que puedo escucharla mil veces, a otras personas le aburren o no les suenan bien, o dicen que “no la entienden”. Y ya hoy entiendo que lo que les ocurre es que no tienen “recipiente”, ni tampoco “sensibilidad con lo bello”. Esto último implica que cuando se oye una música bella algo resuena en nuestro interior, algo que nos llega al alma y que “resuena dentro nuestro”.

Este “recipiente” y esta “sensibilidad con lo bello” no son facultades a las que nadie pueda acceder sin una búsqueda auténtica y un amor inconmensurable de la belleza, con una auténtica voluntad de llegar a ella superando cualquier barrera y cualquier incomprensión. El amor a lo bello nos da al hombre la fuerza necesaria para superar los obstáculos que se nos presentan, ya que se vislumbra no muy lejos nuestro el premio de poder amar a lo bello en todas sus dimensiones posibles, dimensiones que están ocultas al profano y como tal están privadas al hombre vulgar, pero entregadas al hombre que luchó por alcanzar su comprensión  y su belleza, sabiendo que, aunque el precio fuera muy alto, la recompensa sería algo inefable.

Así pues, el hombre amante de la belleza ha trabajado muchos años de su vida en construir un recipiente lo suficientemente amplio como para allí guardar su tesoro. Y, creedme, no es un trabajo vano, es el trabajo más útil y más llevadero para un amante de lo bello, y sin poder imaginar siquiera la grandeza a la que puede llegar el alma que de eso se ha ocupado.

No hay manera mejor de llegar a la inmensidad y la belleza de Dios que esta búsqueda y sacrificio por llegar a ella, y cuando se atisba una visión de esta belleza, aunque sea un poco borrosa, desecha el alma cualquier otra cosa, deseando solo llegar a esa unión con Dios a través de la inmensa belleza que alcanza la Música.